Xia Ling enmudeció. Mai Na estaba en lo correcto. Al ser una artista dependes de tu fortaleza y capacidad, por lo que hay que cuidarse y evitar enfermar, aunque este resfriado de verdad fue por accidente. Si había que culpar a alguien, era al Jefe Li. Si no la hubiese llamado en medio de la noche, esto no habría pasado.
Al ver lo que ocurría, Tan Ying intervino y, con mucho esfuerzo, logró que Mai Na tomara asiento.
Incluso sentada en el sofá parecía una reina, mientras hablaba sobre las cosas a las que deben estar atentos los artistas nuevos, como no darle en el gusto a los medios, no tener relaciones amorosas, respetar los preparativos de la compañía para ellos, ser conscientes de su imagen, entre varias cosas más. De hecho, ella no necesitaba que la informaran sobre todo esto, Xia Ling sabía perfectamente como lidiar con esas cosas. Ya era parte de su instinto.
Lo que a Xia Ling le molestaba eran los asuntos misceláneos.