En el pasillo, el viento de comienzos de primavera le dio un escalofrío.
La clase acababa de terminar y, mientras Xia Ling caminaba lentamente por el pasillo, pequeños grupos de aprendices pasaban a su lado conversando alegre y relajadamente. Nadie le dirigía siquiera una mirada.
Se sentía desamparada.
Necesitaba a alguien que la ayudase a sortear el peligro inminente, pero esa persona no podía ser Li Lei. Por ningún motivo usaría su cuerpo a cambio de su ayuda. Se detuvo y se apoyó contra la pared exterior del edificio docente. Cerrando los ojos, repasó a todas las personas que conocía. Finalmente, pensó en alguien a quien podía pedir ayuda.
Escarbó en su bolsa bandolera, sacó su celular y marcó un número.
—Sr. Wei, ¿tiene un momento? Necesito... su ayuda.
Wei Shaoyin accedió a encontrarse con ella en un café cercano al campamento de entrenamiento.