Isabelle caminó a través del bosque desértico, sus pasos dejando huellas en la nieve detrás de ella mientras caminaba hacia adelante. La linterna que había estado llevando se había agotado y como no servía de nada, la había tirado cuando se dirigía hacia allí.
Había llegado lejos de la tierra de Bonelake. Lejos de ella y más cerca de esas tierras a las que una vez llamó su hogar. Su tiempo estaba cerca, habían pasado años después de haber sido quemada; era hora de que su espíritu se marchara, ya que el cuerpo en el que se encontraba la estaba abandonando.
Isabelle oyó el ulular de un búho sobre ella mientras se abría paso entre los matorrales del bosque. La nieve seguía cayendo del cielo, algunos se posaban sobre la capucha que ella había estirado para cubrirse.