En lugar de sentarse con Leonard y Jerome, Vivian recorrió el gran cuarto a pasos lentos. Pasando por los rincones cerca de las paredes, vio los objetos con lo que estaba bastante familiarizada, ya que solía limpiar la habitación dos veces a la semana cuando era criada.
Se volteó por un momento para ver en dirección hacia donde los hombres estaban sentados. Leonard estaba en el asiento de felpa en el que usualmente lo veía sentarse. Tenía las piernas cruzadas y la espalda apoyada en el asiento mientras uno de sus brazos descansaba en el reposabrazos.
De repente, le vino a la memoria el recuerdo de una vez en la que había vuelto a la mansión luego de su larga estancia. Él le quitó los zapatos para inspeccionar algo que ella no se molestó en preguntarle. Sintió un hormigueo en la piel cuando le sostuvo el tobillo, tirándolo hacia él con gentileza. El agarre no fue doloroso, solo firme.