Como si no tuviera idea de lo que Liang Mumu estaba diciendo, apareció un ligero ceño fruncido en la frente de Shi Yao. Ella movió sus labios una vez más para aclarar la situación.
Pero esta vez, antes de que pudiera decir nada, Liang Mumu ya la había empujado a la habitación del hotel, diciendo: —Yaoyao, deberías invitar rápidamente a la Tía Lin y a la Hermana Jiayi a tomar asiento. No es bueno mantenerlas de pie en el pasillo.
Al entrar en la habitación, Liang Mumu se tapó la nariz y exclamó: —¡Yaoyao, apestas! ¿Cuánto bebiste anoche? Rápido, ve a tomar un baño antes de que contagies tu olor a alcohol a la Tía Lin y a la Hermana Jiayi. Todavía tienen otras cosas que hacer después de esto.
Lin Jiayi, que había estado en silencio todo éste tiempo, dijo apresuradamente: —¡No te preocupes, está bien! Yaoyao siempre será adorable ante mis ojos sin importar como huela.