—¡Destino!
En el mismo instante en que el esforzado y absurdo término en Hermes antiguo resonó, los lugares donde el Saqueador del Mundo Espiritual y Klein estaban parados se oscurecieron de repente.
No fue un cambio muy obvio, más bien como si una nube se hubiera deslizado en el cielo a gran velocidad.
Pero cuando esa sombra ilusoria se disipó, la figura invisible que vestía una túnica blanca translúcida se quedó congelada en su posición. La superficie de su ropa revelaba signos de gusanos arrastrándose sobre ella. Se veía lento y aletargado, en un estado grave.
Frente a dicha criatura, los ojos de Klein recuperaron su lucidez. Los apéndices de carne en su cara oculta bajo las sombras de la tiara papal desaparecieron.
Parecía que no era el Saqueador del Mundo Espiritual el que casi había logrado controlar los Hilos del Cuerpo Espiritual de Klein; en cambio, ¡era Klein quien lo controlaba al punto de bordear el éxito de convertirlo en su marioneta!