Ji Ning y los otros ocho comandantes regresaron a sus propios campamentos militares, que eran bastante amplios. Al entrar en el campamento, Ning caminó hacia su residencia.
—General.
—General.
Cuando los Inmortales Celestiales y los Inmortales Forajidos vieron a Ning, todos lo saludaron con una sonrisa. Ning les devolvió la sonrisa y llamó a algunos por sus nombres:
—Compañero Daoista Escarcha, compañero Daoista Dong Zixiu…
Podía percibir la veneración que estos soldados inmortales sentían hacia él. Cuando estaban en el palacio imperial de la Gran Xia, estos Inmortales solo seguían a Ning porque el Emperador lo había ordenado. Ahora, sin embargo, el desempeño de Ning en la batalla los había convencido completamente de sus habilidades de líder. Si seguían a un líder poderoso, tendrían mayores posibilidades de sobrevivir a esta terrible tormenta.