En el frío y maloliente barco, una joven vistiendo un vestido de algodón estaba de pie junto a una mesa improvisada hecha de pequeños tablones juntos, explicando cuidadosamente algunos detalles.
Su expresión era seria y sus palabras convincentes. Poco a poco, los que la rodeaban empezaron a tener cierta esperanza en sus ojos. Dos altos guardias estaban de pie detrás de ella y miraban cautelosamente a su alrededor, con las manos en las empuñaduras de sus espadas.
Si alguien se atrevía a faltarle el respeto a la Señorita Lola, inmediatamente se desharía de él. De hecho, solo tres cuartos de las personas en esta bodega eran esclavos. ¡El último cuarto eran los marineros del barco!
Estaban secretamente planeando algo grande, un plan para derrocar al capitán Jorge.
Y la señorita Lola era la clave de su éxito.
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