—¡Hay una situación!
Sith abrió sus brazos, la piel que revelaba la ropa era como olas en el agua, temblando arriba y abajo continuamente. Su rostro estaba lleno de agonía y sus globos oculares color café emitían un aura maligna que provocaba pensamientos malvados de sólo mirarla.
—Sha, sha, sha… Yo, Terpot Ryhar, estaré de vuelta ¡lo aseguro!
Sith habló en una voz ronca y baja.
¡Puf!
Colapsando al suelo mirando el cielo.
—¡Carajo! ¿Qué tipo de posesión demoniaca acaba de suceder…?
¡Gong!
La puerta se abrió, cerca de 10 guardias enanos entraron cargando. Cada uno de ellos mirando a Zhang Yang con ojos enojados, apuntándolo con sus armas.
—Tú, astuto bastardo humano, ¿cómo te atreves a usar trucos para entrar a nuestro castillo con el propósito de arruinar a nuestra gente?
—¡Mátenlo!
—¡Mátenlo!
—¡Mátenlo!