—Espero que esta vez no tengamos que hacer una reverencia cada tres escalones... —al ver que tenían varios de ellos por delante, Su Yu miró preocupado a Huo Mian.
Ella estalló de risa.
—¿De qué te ríes? —Su Yu estaba perplejo.
—Me río de ti y de tus preguntas inocentes. Son muchísimos y los bebés vendrán pronto, ¿cómo podría hacer una reverencia cada tres escalones? Me mataría a mí y a mis bebés.
—No lo sé... Después de todo, tú eres una mujer única que hace las cosas de forma diferente al resto de la gente.
—No, no lo haré. Sé qué es lo importante...
Se dirigió hacia los escalones, los miró y comenzó a subir con cuidado. Su Yu la seguía de cerca, temía que ella tropezara.
En ese momento, con su estado físico más débil, no podía llegar a la cima sin hacer una pausa.
Una hora y media más tarde, después de varios descansos, finalmente llegó al templo que estaba en la cima de la montaña.