—Lo lamento, jefa. Me gustaría renunciar, ya no quiero trabajar aquí.
—¿Por qué? ¿Alguien ha dicho algo sobre ti? —Huo Mian pensaba que Chen Jie ya no podía soportar la presión mental.
Chen Jie sacudió la cabeza: —No, solo creo que soy demasiado torpe. No solo no puedo ayudar demasiado a Ni Yang, sino que también estoy causando problemas y dificultándole las cosas. Sé que no le agrado a Yingzi y que Ni Yang siempre discute con ella por eso. No quiero que eso suceda. Creo que quizás debería volver a mi trabajo anterior. Usted fue la que me trajo aquí y, aunque la gente de la empresa no se atreva a decir nada frente a mí, dirán cualquier cosa a mis espaldas. Me preocupo mucho por usted y por Ni Yang y no quiero que ninguno sufra consecuencias negativas por mí.
Huo Mian permaneció en silencio después de oír a Chen Jie.
—Lo lamento, jefa. Solo déjeme ir, aunque realmente no soy el topo. —continuó Chen Jie con lágrimas en los ojos.