Huo Mian lo miró y respondió con seriedad: —Me has hecho una pregunta extraña. Primero, ese es un asunto privado y no estoy obligada a decirte nada. Segundo, tú fingiste ser un paciente y desperdiciaste el tiempo de otros. No sé qué intentas hacer, pero, tercero, si no te marchas en cinco segundos, le pediré a seguridad que te escolte afuera.
—No seas tan seria, niña, eres tan cruel...
Jiang Ye sonrió con impotencia...
—Cinco...
—Ey, Huo Mian, ¿hablas en serio? ¿Realmente me expulsarás de aquí?
—Cuatro... —Huo Mian continuó su cuenta regresiva.
—¡Soy una superestrella!
—Tres...
—Señora Qin... No sea así. Al menos, tráteme mejor, en representación del presidente Qin.
—Dos... —Huo Mian no cedía.
Al final, Jiang Ye lo hizo: —Está bien, me iré, me iré en este momento.
Antes de que Huo Mian terminara de contar, se puso de pie rápidamente y se dirigió a la puerta.