—No gracias, no tengo hambre —rechazó Qin Chu.
Sintiéndose algo incómoda, Song Yishi preguntó: —¿Dónde está Huo Mian? ¿No está aquí?
—Ella estaba cansada, así que fue a casa.
—Oh, la extraño.
—Yishi, estoy ocupado y no tengo tiempo de hablar.
—Está bien, me sentaré aquí un momento. No tengo nada mejor que hacer de todas maneras.
Song Yishi no tenía intención de irse. Esto era porque ella había notado que cada vez era más difícil acercarse a Qin Chu, especialmente cuando Huo Mian estaba allí. La mirada de Qin Chu nunca abandonaba a Huo Mian.
Era raro que Huo Mian no esté por allí, así que esta noche, ella quería tomar esta oportunidad para pasar algo de tiempo a solas con Qin Chu. Tal vez él pensaría que ella estaba siendo infantil, pero a ella no le importaba. Era difícil obtener oportunidades así.
La secretaria vino, colocó una taza de café en la mesa y dijo: —Señorita Song, su café.
—Gracias.