—El hizo una apuesta con su padre —explicó Gao Ran lentamente, con el cigarrillo en su boca.
—¿Qué apuesta? —dijo Huo Mian. Podía sentir que todavía faltaba para que la verdad surgiera.
Luego de un momento de silencio, Gao Ran sacó el cigarrillo de su boca y tiró las cenizas.
—Hace siete años, Qin Chu era solo un niño. No era lo suficientemente fuerte como para darte un futuro seguro y feliz, así que hizo una apuesta con su padre. Él estudiaría en el extranjero durante siete años y luego regresaría para hacerse cargo del negocio familiar. El no regresaría en siete años y tampoco se le permitió ponerse en contacto con nadie de casa, incluyéndote a tí.
—¿Por qué se puso de acuerdo con su padre tan fácilmente? —preguntó Huo Mian, quedándose perpleja.
—Porque su padre había estipulado una condición tentadora.
—¿Qué condición? —dijo Huo Mian, teniendo el presentimiento de que eso tenía algo que ver con ella.