—Buenas noches director Qin.
—Buenas noches director Qin.
—Nos vemos mañana director Qin.
Todos los ejecutivos se despedían de Qin Chu, pero él solo se despedía asintiendo ligeramente. Aprovechando esta oportunidad, Zhou Guanghui instantáneamente corrió hacia Qin Chi.
—Director Qin, por favor espere.
Qin Chu frunció el ceño y miró a la mujer parada frente a él a la que no reconocía.
—Señorita, ¿quién es usted? —preguntó Yang, preocupado porque este rostro desconocido perturbara al director.
—Director Qin, ¿puedo hablar con usted un momento? Por favor —rogó Zhou Guanghui mientras lágrimas brotaban de sus ojos. Usualmente esta táctica hacía que los hombres simpatizaran con ella. Pero Qin Chu no era un hombre cualquiera.
—¿Dónde está la seguridad? ¿Desde cuándo GK permite a las personas ir y venir como se les antoje? —preguntó Qin Chu fríamente.
—Jefe de seguridad, venga a llevarse a esta mujer —ordenó Yang inmediatamente.