«Gracias Dios, gracias al cielo, por ser tan piadoso y traerme de vuelta a mi hombre…».
Mientras tanto, Huo Yunting sintió algo extraño en Lu mientras la analizaba cuidadosamente. Ella estaba temblando… era sutil y breve, pero se notaba de tanto en tanto. Sus ojos estaban fijos en su hermano, como si estuviera apreciando a una criatura casi extinta en el mundo.
De repente, su hombro se puso tieso al percibir el viento soplando cerca. Era Huo, quien venía a molestarla como de costumbre. —Es obvio que te gusta mi joven tío. ¿Ya has pensado tu plan?
Hubiera sido el momento perfecto para que Lu le golpeara el brazo, le pellizcara el rostro o para que hiciera cualquier gesto cómico típico de la pareja canónica de un género romántico, pero decidió aislarse de la situación, ignorándolo completamente.