—¿Todavía sientes náuseas? —Lu Zhaoyang rápidamente le entregó unas pocas servilletas—. ¿Puedes caminar?
—Tengo las rodillas débiles. —Huo Yunting la miró de reojo con sus fascinantes ojos.
Se veía un poco tierno.
—Pon tu mano alrededor de mi hombro. —Ella lo sostuvo sobre el lavabo.
Lu Zhaoyang solo tenía su propio cepillo de dientes y vaso, pero ella dejó que los usara sin dudarlo.
—Por favor, no te preocupes. —Ella le advirtió y le apretó la pasta de dientes—. Después de esto, te ayudaré a descansar. Deja tu ropa aquí.
Si llevaba su ropa en la habitación, seguramente la habitación olería a alcohol.
Huo Yunting se rio entre dientes y decidió mejorar el juego.
—Estoy demasiado débil para siquiera levantar la mano. —Simplemente tomó el cepillo de dientes en su mano y la bajó.
No parecía estar fingiendo. Lu Zhaoyang era de corazón blando, y ya no estaba enojada con él.