Yvonne siempre había sido alguien muy buena en mantener la calma y la serenidad, pero delante de Joel, ella siempre sentía que él podía ver a través de todo lo que ella estaba pensando.
Los últimos diez minutos en los que el asistente se ausentó fueron los más insoportables que jamás había experimentado.
Podía fingir ser impecable delante de todo el mundo, pero los ojos de su hermano mayor parecían poder ver siempre a través de todos sus pensamientos.
Se había mantenido en silencio adrede y se había sentado allí sin más. Fueron apenas diez minutos, pero le pareció que había pasado un año entero. Por eso había hecho esa pregunta con tanta ilusión cuando el asistente entró en el estudio, haciendo que ella misma expusiera todos sus pequeños pensamientos furtivos.
En cuanto habló, maldijo en secreto.
Se volvió hacia Joel. En efecto, la miraba directamente. Su semblante, habitualmente amistoso, era afilado y frío.