Cuando Terence entró en su clase, los niños actuaron como si un enorme tigre hubiera entrado en su clase.
Todos pensaron que Cherry iba a recibir una paliza, pero Terence se acercó inesperadamente a ella y le sonrió.
—¡Cherry, te permitiré jugar con nosotros a partir de ahora!
Tras decir esto, levantó la barbilla.
En casa, su padre le había dicho que no tuviera ningún conflicto con Cherry. No se podía jugar con los Hunt, así que quería que cediera.
Al oír esto, Cherry miró a Terence y dijo con indiferencia: —Oh, pero no me gusta jugar contigo.
Terence: —...
Su expresión se oscureció.
—¿Qué has dicho?
Cherry no tenía ningún miedo. No existía la palabra miedo en su diccionario. Nora la había criado de forma salvaje desde que era pequeña y era muy atrevida.
Levantó la vista y contestó con ternura: —¡He dicho que no me gusta jugar contigo!
...
Terence estaba furioso. Extendió la mano y la señaló.