Viggo estaba de pie delante del guerrero del martillo, un tipo de dos metros de estatura, cabello cobrizo hasta los hombros, desordenado y una barba que le cubría la mitad del rostro. Llevaba una armadura de cuero que le cubría la parte externa de los hombros y brazos. Su voluminosa pansa estaba al descubierto, dejando ver algunos tatuajes rúnicos en su curvatura. De aspecto fornido y estómago de bebedor. Viggo lo analizaba de pies a cabeza, teniendo en cuenta en todo momento el martillo sostenido en la mano izquierda. Por alguna razón, no lo atacaba. Sin embargo, después de unos segundos, Viggo noto que el guerrero del martillo daba breves miradas de soslayo hacia la guerrera alada tirada en el suelo.
-¿Qué pasa?- preguntó Viggo con una sonrisa en los labios mientras sostenía su escudo por delante y mantenía sujeta el hacha en su mano derecha -¿Quieres terminar lo que comenzaste?-
El guerrero del martillo frunció el ceño, apretó el agarre sobre su martillo y lo lanzó. Viggo levantó el escudo, canalizando mana y utilizando la barrera mágica. El martillo golpeo con la fuerza de un nivel seis, aceptable para Viggo. Pero si le llegaba a dar sin la armadura de touki, caería inconsciente.
Viggo recibió el impacto y al mismo tiempo hizo fuerza para lanzar de vuelta el martillo. El arma voló a la mano izquierda del guerrero y la atajo. Entonces frunció el ceño y quedó mirando a Viggo como si no fuera normal. Viggo sonrió satisfecho con esa expresión y esta vez, lanzó su hacha. El guerrero del martillo la desvió de un golpe y el hacha volvió a la mano de Viggo. Este último activo su touki y se lanzó al combate cuerpo a cuerpo. El guerrero del martillo lo recibió con un golpe de revés. Viggo se agacho y tomo el hacha con ambas manos para descargarla contra el pecho. Sin embargo, el guerrero del martillo extendió su mano derecha alcanzó a sujetar el hacha. Viggo frunció el ceño, haciendo fuerza con todo su cuerpo, pero el guerrero del martillo no cedía. Al mismo tiempo, levantó su mano izquierda y lanzó un martillazo a la cara. Viggo tuvo que soltar el hacha, levantar su mano izquierda, desplegando el escudo, recibiendo el impacto y siendo enviado a volar.
Viggo cayó al suelo, sintiendo que esta vez lo habían golpeado con la fuerza de un nivel 7. Esto se estaba poniendo feo, pensó. Se levantó lo más rápido que pudo. Vio al guerrero del martillo sosteniendo el hacha Leviatán que le había hecho su padre. La evaluó, asintió, pero después la tiro al suelo como si no valiera nada. Solo había una persona que Viggo recordaba haber reaccionado así a las armas de su padre. Eso no era buena señal.
Viggo se lanzó hacia adelante. El guerrero del martillo, grande y redondo, lo recibió con un martillazo a la cara. Viggo paso por debajo del martillo, se acercó a las costillas y lanzó puñetazos a las costillas. Fue con todas sus fuerzas, así que el guerrero del martillo retrocedió ante el dolor. Una vez más levantó el martillo, cubriéndolo de electricidad y descargándolo con todas sus fuerzas. Viggo coloco su escudo por delante y lo apoyo con su mano derecha. Recibió el impacto, sintiendo que estaba siendo aplastado contra el suelo mientras la gran barrera mágica del escudo succionaba la mitad de su mana. Sus piernas cedieron y cayó de rodillas, pero al mismo tiempo, el hombre del martillo soltó un grito de dolor y retiro el martillo.
Viggo, pese al dolor de sus piernas y la fatiga del repentido consumo masivo de mana, bajo el escudo y miró al guerrero del martillo. Por alguna razón, se cubría el rostro con las manos, como si algo lo hubiera cegado. Viggo pensó que este era su momento, así que se levantó a duras penas y camino hasta el guerrero alado, quien todavía seguía tirado en el charco de barro. Sin embargo, Viggo sintió el peligro en su espalda, se volteó y coloco su escudo. Al instante siguiente recibió un fuerte impacto, de nuevo se consumió una gran cantidad de mana en la gran barrera mágica. Entonces bajo el escudo y vio que el guerrero del martillo daba manotazos al aire mientras retrocedía. El martillo volvió a su mano y lo lanzó sin saber lo que había delante de él. Viggo no tuvo que poner su escudo, el martillo paso a dos metros de distancia y golpeo algunos árboles partiéndolos por la mitad.
Viggo comenzó a retroceder, mirando en todo momento al guerrero del martillo y sus ataques a ciegas. Levantó su mano e hizo que el hacha Leviatán volara a su mano. Al mismo tiempo, pensó que algo debió haber pasado entre el escudo y los rayos eléctricos del martillo para que el otro guerrero quedará ciego. Viggo continúo retrocediendo, tratando de esquivar los devastadores ataques del martillo. Una vez que llego a donde estaba la guerrera alada, se agacho, sin nunca perder de vista al guerrero del martillo y se echó a la guerrera alada al hombro. Espero que el guerrero del martillo lanzara otro ataque y fallara. Cuando sucedió, Viggo utilizo el remanente del mana que le quedaba y lo transformo en touki. Entonces le dio la espalda al guerrero mientras el martillo volaba de regreso a su mano y salió corriendo con todas sus fuerzas, sin mirar a atrás en ningún momento. Aun no estaba preparado para enfrentar a alguien con la fuerza de su maestro.
Viggo se alejó del lugar y suponiendo que aquel tipo era Thor, se acercó al lago de los Nueve Reinos. Era bastante famosa la enemistad que tenía Thor y la gran serpiente del Lago. Él no se acercaría al lago hasta que sea el ragnarok.
Viggo llegó a la costa con el inmenso Lago de los Nueve Reinos que con sus dimensiones parecía un mar. Corrió por la orilla de un acantilado, buscando alguna cueva en la que refugiarse. Había una que quedaba justo a diez metros por debajo del borde del acantilado, pero para acceder, había que descender escalando. Lo pensó un poco, porque todavía llevaba encima a la guerrera alada, pero pensando que aquel guerrero del martillo todavía estaba cerca, decidió aventurarse a escalar.
Viggo camino con la guerrera alada reposando sobre su hombro izquierdo. Pasó su mano por encima de la cintura y se acercó al borde del acantilado. Miró hacia abajo y vio el suave oleaje del Lago de los Nueve Reinos llegando hasta una pequeña playa de tres metros de profundidad. La piedra de la muralla del acantilado estaba desgastada, llena de salientes y lugares en los que afirmarse. Sin embargo, de ahí a que esas salientes pudieran aguantar el peso de él y ella, era otra historia.
Viggo le dio la espalda al borde, se agacho y se afirmó de una piedra en el borde con su mano derecha. Después bajo su pierna derecha, tocando la superficie y buscando una saliente que lo soportara. Una vez que encontró un borde firme, piso varias veces, comprobando que no se caería. Sonaron las piedrecillas cayendo por el acantilado, pero la pequeña saliente lo soportó. Después fue afirmando su otro pie y poco a poco fue descendiendo. Sin embargo, cuando ya no pudo estirar más su brazo derecho, tomo una profunda respiración y miró la roca por delante de él. Era suave, con hendiduras, pero no había mucho de donde agarrar. Así que soltó el cuerpo de la guerrera alada y apoyo su mano izquierda. Entonces después apoyo la derecha. Trato de equilibrar su movimiento y su hombro, donde iba la guerrera alada y tratando de que no se cayera. Eran cincuenta metros de caída y se veían algunas rocas filosas en la pequeña playa de la base. Si ella caía, sin duda moriría.
Viggo descendió sin mayores problemas, siempre equilibrando su movimiento con el cuerpo de la mujer alada. Al final, el pecho de la mujer alada estaba sobre su hombro, dando la impresión de que se iba a caer hacia adelante, pero sus largas alas que colgaban hacia la espalda de Viggo, hacían un increíble y molesto contrapeso.
Viggo llegó a la orilla de la entrada a la cueva, apoyo su mano izquierda en el borde y trato de avanzar con cuidado. Se afirmo solo con la mano derecha, paso la mano izquierda a la espalda de la mujer alada, entre las alas, donde parecía tener unos tirantes. La sujetó por la parte de la armadura, mezcla de cuero y placas de oro. Después se la quitó del hombro, la acercó a la entrada de la cueva y la lanzó hacia adentro. Sin ella sobre su hombro, Viggo pudo moverse con agilidad y una vez que entro, miró el interior de la cueva. La guerrera alada había caído boca abajo sobre un suelo de roca. Había mucha humedad, musgo en las paredes y oscuridad. Sin embargo, no se veían indicios de haber o de que haya habido habitantes.
Viggo camino hasta la guerrera alada, le dio la vuelta y miró la cara. Tenía un cabello de plata, un rostro ovalado, joven, no mayor que el propio Viggo. Sus facciones eran delicadas, sus labios gruesos y su nariz respingada. Muy hermosa. Sin embargo, en estos momentos tenía la nariz torcida y con un hilillo de sangre que se secado. Viggo quiso pensar que eso paso cuando aquel guerrero del martillo le dio el golpe que le quito el casco. Bueno, para no estar en malos términos, esa sería la versión oficial. No le iba a decir que él de repente la tomo y la tiro a una cueva con un piso de roca y le había enchuecado la nariz.
Viggo soltó un suspiro y reviso si ella tenía más heridas. Sin embargo, no parecía tener más secuelas que la nariz torcida. Eso sorprendió a Viggo, ya que ella resistió dos poderosos golpes. El primero con toda la fuerza del lanzador y el segundo de revés y a quemarropa ¿Estaba hecha de acero? Se preguntó.
Viggo le arreglo la nariz, haciendo que el hueso crujiera. Después desato la bolsa de cuero de su cintura, busco la botella de Estus que su padre le había dado para casos de emergencia. También paños, algunas vasijas con agua limpia y mantas gruesas. Viggo no le iba a limpiar la cara personalmente, pero le dejaría a mano las toallas para que ella lo hiciera cuando se despertara. No obstante, sí iba a hacer que ella bebiera Estus para que cualquier daño interno sea contrarrestado. Viggo soltó un suspiro, al ver el barro sobre esos labios tan bonitos. Tomo una profunda respiración, después tomo una toalla y la empapo en agua limpia. Le tomo el rostro con delicadeza y le limpio el barro con mucho cuidado. Una vez limpio el rostro, quedó una mujer con la apariencia dulce y joven. No perdía en belleza contra la diosa Freya o contra su propia madre. Viggo negó con su cabeza y pensó que no era momento para pensar en ese tipo de cosas. Si el guerrero del martillo los encontraba, estarían muertos. Eso aparto la mente de Viggo de los pensamientos extraños y se dedicó a cuidar de la guerrera alada.
Por otro lado, recordando un poco las historias de Midgar, Viggo recordaba que existían seres alados llamadas valkirias. Se suponía que ellas servían al dios Odín. Seleccionaban a los muertos y se llevaban a los más fuertes para que fueran el ejército de Odín y prepararlos en el Valhala.
¿Por qué esta jovencita alada había atacado a un dios Aesir?
Una vez que Viggo termino de cuidar de la guerrera alada, la dejo recostada sobre una manta. Busco carne seca y se sentó mirando al enorme Lago de los Nueve Reinos mientras comía.