Viggo estaba parado en el borde de un acantilado, mirando asombrado la maravillosa y aterradora bastedad de Muspelheim. A lo lejos, se elevaban las montañas, emitiendo grandes nubes de humo negro que cubrían el cielo y se tornaban amarillas por la luz del sol. Si las nubes eran más densas, los haces de luz las transformaban al color naranja. Al mismo tiempo, de las cimas de las montañas brotaba lava y estas a su vez, se unían a otras corrientes y se transformaban en ríos de lava. Los cuales se transformaban en hermosas cascadas de fuego y bajaban hasta lo más profundo de las montañas para alimentar un gran lago ígneo que escupía a borbotones chorros de lava.
El mundo estaba ardiendo, y la sola visión de ver todo en llamas sobrecogió a Viggo.
-Esto, es el principio de la vida- dijo el viejo Xiao, parado a la derecha de Viggo.
Viggo asintió sin querer profundizar mucho en el tema y se dio la vuelta. Entonces vio un amplio campo de entrenamiento. El lugar tenía una forma ovalada, con más de cien metros de profundidad y treinta de ancho. A la izquierda y derecha de Viggo, había grandes pilares que funcionaban como marcos para una reja. Se le podía ver en el interior la canal por donde pasaría la reja. Después lo seguían amplios muros de diez metros de altura que bordeaban todo el campo de entrenamiento. Al final del campo de entrenamiento había un torrente de lava que bajaba con la velocidad del agua, salpicando y fluyendo con rapidez. Sin embargo, en su base había un agujero profundo que absorbía todo el torrente y evitaba que el campo de entrenamiento se cubriera de fuego. Al lado izquierdo del torrente, se veía una amplia cueva de 5 metros de altura por 10 metros de ancho. Estaba cerrada con largos vigas de hierro que parecían lanzas entrecruzadas. A la derecha del torrente de lava había otras dos cuevas igual de grandes y cerradas de la misma manera.
Sin embargo, pese a la lava, pese al cielo cubierto de nubes oscuras, pese a las misteriosas cuevas selladas, lo que más llamó la atención de Viggo, era una enorme espada clavada en el suelo, a unos 50 metros de él. Solo se veía el mango, el guardamanos y parte de la hoja, pero solo eso ya tenía más de cinco metros de altura. Considerando las espadas que había tomado, Viggo pensó que la enorme espada debe medir 15 metros de largo.
Viggo avanzó por la tierra aplanada de forma poco natural, recubierta de hollín negro como una película de pintura. El aire se sentía demasiado caliente y sucio por el hollín. Sin embargo, Viggo continúo avanzando, sintiendo que a cada paso que daba, la espada en el centro del campo de entrenamiento se volvía más y más grande. Al mismo tiempo, el viejo Xiao lo seguía de cerca y miraba los cielos, como si alguien los estuviera mirando.
Viggo atravesó la distancia y llego frente a la gran espada, con un mango de oro e intrínsecos grabados rúnicos en los costados. En el mango y guardamanos parecían haber diseñado enredaderas entrelazadas. En el centro de la hoja habían grabado una especie de serpiente gigante y en su centro había un círculo convexo.
-¿Estas listo?- pregunto el viejo Xiao
Viggo miró su mano izquierda y vio su hacha. Entonces la paso a su mano derecha y se dio la vuelta para mirar al viejo -me falta un escudo- dijo
El viejo Xiao arqueo la ceja y le pregunto -¿Estás seguro?-
-Sí, este es el mejor momento para dominar el escudo. En medio de la lucha estaré forzado a mejorar a paso rápido o será mi fin-
Xiao asintió e hizo una ademan con la mano. De la nada apareció un escudo cubierto de bronce, un aspís espartano. Como era de base plana, perdió el equilibrio y cayó al suelo generando un tañido metálico. Viggo se agacho y lo tomo con su mano izquierda. Lo acomodo y lo llevo en el antebrazo izquierdo. Xiao arqueo la ceja al verlo, ya que el escudo y el hacha eran demasiado grandes para él.
-Adelante- dijo Viggo con una mirada llena de determinación.
-Bien- dijo Xiao -para empezar la prueba, tienes que tocar el circulo en el centro de la figura de la serpiente de la espada. Una vez que coloques tu mano, grita con todas tus fuerzas "Te desafío Surtr" y el desafío comenzará. Si tienes dudas, este es el momento-
Viggo hizo una sonrisa amable, abrió la boca para decir algo, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta. Tomo una profunda respiración y dijo mirándolo a los ojos -si llego a fallar, quiero que lleves mi cuerpo a mi padre y a mi madre. Esa es mi única petición-
Xiao dejo de sonreír y asintió con una expresión solemne. Viggo le dio la espalda y puso su puño derecho sobre el círculo al mismo tiempo que continuaba sosteniendo su hacha. Por otro lado, Xiao se elevó en el aire hasta alcanzar los 50 metros de altura y vio a Viggo tocar la gran espada desde el cielo.
Viggo cerró los ojos por un momento, recordando todo lo que vivió y cada cosa que aprendió de su maestro. Después pensó en su padre, su madre, sus tías y sus hermanos. Tomo una profunda respiración y abrió los ojos llenos de determinación. Miró su puño puesto sobre el círculo de oro y vio el reflejo de su mirada. Sonrió con nerviosismo, junto aire en sus pulmones y grito -TE DESAFIO SURTR-
Al instante siguiente, se escucharon varios volcanes a lo lejos estallando en llamas, lanzando sedimentos y lava por los cielos. Los ríos de lava se rebalsaron y la tierra tembló. La espada frente a Viggo emitió un brillo dorado y desapareció en partículas.
Viggo abrió los ojos amplios, pero antes de asustarse escucho a su maestro rugir en su cabeza -¡prepárate!-. Entonces Viggo reforzo su agarre sobre el hacha y el escudo. Al mismo tiempo escucho rugidos bestiales y el rechinar de los fierros. Miró hacia atrás, vio como una reja de 10 metros de altura en cada lado cerraba la salida. Por otro lado, después sonó otro chirrido por delante de Viggo. Miró y vio que las compuertas que parecían lanzas entrecruzadas bajaban. Desde el interior oscuro de la cueva se dilucidaron varias siluetas humanoides emitiendo un fuego ígneo por todo el cuerpo.
Viggo estaba a 50 metros de ellos, así que solo los pudo ver desde lejos. Sin embargo, y sin duda alguna, eran draugrs, pero diferente de los otros que ocupaban espadas rotas y escudos de madera partidos (lo más probable que de sus vidas pasadas). Estos draugr tenían espadas hechas de metales que absorbían su fuego corporal. Al mismo tiempo, tornaban las espadas, martillos y hachas de guerra de un brillo rojo ígneo.
-¿En qué me he metido?- se preguntó Viggo sobrecogido por la cantidad de siluetas. Por lo menos puedo contar diez a simple vista.
Sin embargo, Viggo careció del tiempo para quejarse, ya que los draugrs de muspelheim, además de verse más intimidantes, corrían como una persona normal. El primero en salir de la cueva fue un draugr portando dos hachas de mano. Corrió a toda velocidad y de tal manera, que Viggo pensó que no era un muerto viviente. Viggo apretó el agarre sobre su escudo y lo esperó preparado, con una postura fuerte y estable. El draugr llego a dos metros de Viggo, levantó ambas hachas y las descargo en un solo movimiento. Viggo se movió hacia adelante, levanto su escudo y pego un golpe de revés que envió las hachas de vuelta. El draugr retrocedió un paso y Viggo le lanzó un hachazo a la mandíbula. Después continuo con un hachazo al cuello y después tomo el escudo y le dio en la cara con el borde inferior. Eso mando al draugr por los suelos. Viggo avanzo, levantó el hacha y la descargo contra la cabeza. Al instante siguiente, el cuerpo del draugrs se apagó y comenzó a quemarse por el intenso calor natural del ambiente. Era como madera seca prendiendo fuego.
Por otro lado, Viggo tuvo que dejar de mirar el fenómeno. En su dirección venían más draugrs y todos se movían a paso rápido. Viggo soltó un grito de guerra y corrió a su encuentro.
Desde lo alto del cielo, el viejo Xiao miraba a Viggo bloquear y golpear con todas sus fuerzas. Los diez primeros Draugrs los pudo manejar con relativa facilidad, pero cuando empezaron a salir de las cuevas los que tenían hachas y martillos de guerra, fue sobrepasado. Tuvo que dedicarse a esquivar, evitando que las grandes armas lo aplastaran o lo cortaran en dos. La pelea se prologaba minuto a minuto, aumentando el número de draugr en el campo de entrenamiento de forma que se pudieron contar 15 al mismo tiempo. Para ese entonces, Viggo había acabado con 20 de ellos, pero aún estaba lejos de alcanzar el límite que había acordado el viejo Xiao con Surtr.
Viggo siguió bloqueando, golpeando, quebrado y cortando. En este momento solo importaba su hacha y su escudo. Lo estaba haciendo bien, se dijo en su mente, hasta que el cansancio lo distrajo. Viggo jadeaba sintiéndose mareado, desconocía si era por el calor o por el aire contaminado. Sin embargo, ese breve instante de descuido lo dejo desprotegido. Viggo escucho un rugido bestial a sus espaldas y vio a un enorme draugrs, de cuerpo robusto e intimidante martillo de guerra. La punta rectangular del martillo brillaba al rojo vivo. Viggo levantó su escudo y lo único que pudo hacer fue ponerse lo más firme que pudo. El golpe fue tremendo, sintió que le estaban descolgando el brazo. Cayó a tierra, pero en vez de preocuparse por el dolor. Rodo hacia atrás, soltó el escudo y se puso de pie.
Viggo frunció la nariz y apretó los dientes tratando de aguantar el dolor. Aunque le dolía la mano izquierda, se obligó a tomar el pomo del hacha. Al mismo tiempo, los draugrs rugieron y corrieron en su dirección. Viggo se sintió intimidado ante la avalancha de no-muertos. Sin embargo, en vez de sentir miedo, grito con una furia y corrió a su encuentro. Entonces sin preocuparse por el estado de su cuerpo, comenzó a atacar como le había enseñado su maestro. Fuerza, precisión y sin dudar. Él era el hacha y su función era matar. Él era una máquina de matar, ya habría tiempo para pensar en lo que estaba haciendo. Ahora solo importaba sobrevivir.
Por otro lado, gracias al excesivo esfuerzo y la acumulación de heridas internas, le empezaron a salir machas rojas por todo el cuerpo, las que poco a poco comenzaron a tomar tintes rojos oscuros y pasando a morado. Sin embargo, Viggo en la euforia del combate, fue indiferente a su propio dolor. Seguía gritando con una furia animal y descargando el hacha hasta que solo quedo un solo draugr en pie.
Alrededor de Viggo habían más de 20 cuerpos tirados en el suelo, todos calcinándose como leña seca y transformándose en cenizas. Viggo estaba ido de sus pensamientos, ni siquiera se acordaba de quien era. Solo era él, un ser vivo, que luchaba por matar a su enemigo. El draugr delante de él tenía un casco con dos cuernos, un escudo y una espada. Se le veía un taparrabos desgarrado atado a la cintura. En sus ojos brillaba el rojo ígneo de todos los no-muertos. Su cuerpo se veía escuálido y gracias a los años, había perdido su estómago. De algún modo, todo el torso se sostenía solo en la espina dorsal.
Viggo respiraba con dificultad y gracias al humo volcánico, estaba comenzando a toser. Al mismo tiempo, se sentía mareado por la escasez de aire limpio. Sin embargo, nunca soltó su hacha y mucho menos se preocupó por su estado de salud. Estaba totalmente ido en su estado de concentración. Por otro lado, su cuerpo se había llenado de grandes manchas moradas, producto del desgarre de sus músculos. Sin embargo, pese a todo el dolor, nada lo detuvo y en vez de esperar el ataque del draugrs, se lanzó a su encuentro. El draug avanzó con paso torpe, sosteniendo el escudo y preparando su espada para el ataque. Viggo llego frente al draugrs, lanzó un hachazo y el draugr lo repelió con el escudo. Viggo se vio obligado a retroceder, el draugr levanto su espada y lanzó un corte horizontal. Viggo aprovecho el impulso de su retroceso y se dejó caer de espaldas al mismo tiempo que rodaba hacia atrás. Entonces la espada paso por encima, Viggo rodo y se reincorporo, avanzó, el draug levanto su escudo para protegerse, pero Viggo le dio una potente patada frontal que le levanto la guardia. El draugr quedo desprotegido y Viggo tomo su hacha a dos manos y lanzó un poderoso corte al pecho. El hacha quedo incrustada en el pecho y el draugr aprovecho de lanzar un corte. Viggo se agacho, paso por debajo de la hoja y tacleo al draugr. Ambos cayeron a tierra y Viggo le quito el escudo al dragur. Con un pie le aplasto el otro brazo, levanto el escudo apuntando con el borde y lo descargo sobre la cabeza. Una y otra vez, hasta que el casco se deformo y se hundió. El draugr perdió su fuego, dejando claro el fin de la lucha, pero Viggo en la locura del momento, continuaba dándole de golpes con el borde del escudo. Solo una vez que vio que el cuerpo de la criatura se empezaba a encender por el intenso calor, se apartó para evitar quemarse.
-¿Ha terminado?- pregunto Viggo entre jadeos, parado en el centro del campo de entrenamiento de piedra obsidiana. Con los volcanes echando lava y sedimento a sus espaldas.
Sin embargo, pesé a sus deseos, escucho un rugido bestial, poderoso y gutural, que le erizó la piel. Viggo miró hacia la cueva de la derecha y vio a un enorme ogro emerger de la oscuridad. De color rojo y con la cara pintada como si fuera una calavera. Sus largos colmillos sobresalían de su boca, con una mirada intensa y llena de furia animal.
De la sola impresión, Viggo casi deja caer su hacha.
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