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27.4% VIGGO / Chapter 91: De amores y razones 1.89

章節 91: De amores y razones 1.89

Semiramis y el resto de las chicas miraban como Viggo abrazaba a una hermosa mujer pelirroja en medio de un largo pasillo. Ellas miraban el cabello de Viggo, rojo como la sangre, y después miraban a la mujer y entendían de quien lo había heredado. Todas pensaron al mismo tiempo, los ojos del padre y el cabello de la madre. Sin embargo, ella más parecía su hermana mayor, la cual a lo sumo podría tener 25 años. Ella solo era un par de centímetros más alta que Viggo, lo abrazaba con todas las fuerzas que sus delgados brazos le permitían mientras las lágrimas se asomaban a la comisura de sus ojos.

-Viggo, Viggo- decía la diosa Hephaestus cargada de anhelo, feliz por tenerlo cerca y triste por haberlo mandado lejos.

-Estoy en casa, mamá- respondió Viggo mientras respondía al abrazo.

Hephaestus asintió, se alejó un poco y llevo su mano derecha a la cara de Viggo. Ella le acarició la mejilla con un toque suave y cariñoso. Entonces ella lo abrazo de nuevo y le beso la frente varias veces.

-Te extrañe tanto, hijo mío- dijo Hephaestus con una voz agotada por todas las emociones -todas las noches pensando en que algo te puede haber pasado. En que alguien te puede haber lastimado. No sabes lo feliz que estoy de que estes sano y a salvo-

Así pasaron durante cinco minutos, en donde Hephaestus le susurraba todo lo que lo extrañaba, todo lo que sufrió pensando en él, todo lo que se desveló pensando en que, a lo mejor, él nunca volvería.

Semiramis y el resto miraba a la madre y al hijo desde un par de metros, permaneciendo en completo silencio.

Por otro lado, el techo y las paredes estaban pintados de blanco, con maravillosos cuadrados familiares colocados a los costados. En donde aparecía el alto elfo que conocieron hace unas horas, la diosa Hephaestus y un niño que, por su pelo rojo y sonrisa de bribón, debe haber sido Viggo.

-Madre- dijo Viggo tomando conciencia de que había dejado a las chicas esperando -tenemos visitas-

-Está bien, hijo- dijo Hephaestus dejando caer grandes lágrimas de los ojos. Ella se pasó las manos por los ojos y se limpió las lágrimas al mismo tiempo que se le esparcía la pintura dejándole manchas negras.

-Viggo- dijo Semiramis, acercándose a él. Ella tomo la bolsa de abundancia de su cadera, busco un pañuelo y lo sacó como por arte de magia. Viggo volteó hacia atrás, Semiramis le tendió el pañuelo y él asintió mientras tomaba el pañuelo.

-Mamá, un pañuelo- dijo Viggo tendiéndoselo a Hephaestus. Ella lo recibió y se lo paso por los ojos en un gesto suave. Después Viggo se puso al lado de ella, puso su mano en la espalda y miró a las chicas -me gustaría presentártelas-

Hephaestus por fin se dio cuenta de que Viggo andaba con cinco mujeres, todas jóvenes y de hermosa apariencia. Ella soltó un suspiro y pensó en su marido y en lo mucho que Viggo se parecía. Sobre todo, por sus gustos, ya que tres de las cinco mujeres eran de grandes senos.

-Desde la izquierda a la derecha: Sakura y Ana- dijo Viggo con voz suave. Ellas saludaron con las mejillas ruborizadas y una sonrisa nerviosa -después viene Scheherezade, Semiramis y Kiara-

-Mucho gusto- dijeron las tres, mucho mayores y maduras que Sakura y Ana.

-Mucho gusto a todas ustedes- dijo Hephaestus, recomponiendo la calma -soy la madre de Viggo, Hephaestus. Vengan, acompáñenme a una de las salas de estar. Le pediré a Ester que preparé una deliciosa cena para ustedes-

-No es necesario, mamá- respondió Viggo -pasamos por la casa de papá-

Hephaestus asintió con una sonrisa grata -en ese caso le pediré a Ester que prepare habitaciones para todos- dijo

-Sí, te lo agradecería-

-De todos modos, deben acompañarme con una copa en la sala de estar por mientras que preparan sus habitaciones. Quiero conocerlas-

-¿Mamá?- pregunto Viggo alzando la ceja.

Hephaestus hizo una sonrisa astuta y le pellizco la mejilla -es necesario que conozca a mis nueras- dijo

-Si todavía no te he dicho que son tus nueras-

Hephaestus bufo con desdén y dijo -la sangre es más espesa que el agua, Viggo. Conozco a tu padre desde hace muchos años y a ti desde siempre ¿acaso no me voy a dar cuenta?-

Viggo se sonrojo al ser leído con tanta facilidad y se rasco la cabeza, avergonzado.

De esa manera, Hephaestus los condujo a todos a una sala de estar, donde todas las chicas se presentaron con mayor detalle. Por su parte, Hephaestus se mantuvo neutral, escuchando y haciéndose una idea de la personalidad de cada chica. Puede que, por su juventud o ternura, Sakura y Ana se convirtieron en sus favoritas de inmediato. Por otro lado, ella mantuvo cierta distancia de Semiramis, Scheherezade y Kiara (lo mismo ellas de Hephaestus). Puede ser porque ellas ya eran mujeres maduras o que no estaban dispuestas a mostrar un lado dócil delante de otra mujer, pero el hecho es que la conversación se llenó de preguntas y las respuestas se tornaron un tanto espinosas.

-Madre, no las molestes- dijo Viggo sentado en el mismo sillón que ella

-Vaya ¿te pones de su lado?- preguntó Hephaestus con una sonrisa que no lo era

-No, solo quiero mantener las cosas en buenos términos. Así que deja de husmear en sus cosas. Ni siquiera yo lo hago-

-Eso está mal, deberías saber lo que ellas quieren. Cuando yo me case con tu padre ambos nos conocíamos a fondo-

-Bueno, eso se llama confianza. Así que independiente de lo que ellas quieran, yo las apoyare y te pido que tu hagas lo mismo-

-Eres tan joven-

-¿Quieres decir confiado?- preguntó Viggo con una sonrisa burlesca

Hephaestus lo miró, frunció el ceño y extendió su mano para apretarle la mejilla -esa sonrisa descarada igual a la de tu padre. Ustedes dos están cortados por la misma tijera- dijo

-Madre, deja de jalarme el mejilla- dijo Viggo tratando de gesticular

Sakura y Ana estaban sentadas en un sillón de dos cuerpos ubicado a la derecha de Viggo. Ellas, al ver a Viggo tan indefenso se largaron a reír. Al mismo tiempo, Semiramis y Scheherezade sentadas en sillones individuales a la izquierda de Hephaestus, estuvieron conformes con la respuesta que él dio. Por su parte, Kiara sentada en contraposición a Hephaestus, solo separadas por una larga mesita de vidrio, la miraba con una sonrisa en el rostro. Para ella era un gran logro que tal persona hubiera sido madre de Viggo. Después de todo, el haber reencarnado no garantizaba que tengas una buena familia, ni que todo vaya a salir bien.

-¿Y tú Kiara?- pregunto Hephaestus -¿A qué te dedicabas antes de venir aquí?-

Semiramis sostenía su copa hecha cristal cuando escucho esa pregunta. Ella hizo una sonrisa astuta y miró a Kiara, quien parecía totalmente segura de sí misma. Semiramis llevo la copa a su boca y bebió un poco de vino

-Era una sacerdotisa- respondió Kiara

Y Semiramis se atraganto con el vino y comenzar a toser al escuchar la respuesta. Scheherezade desde el otro sillón a su lado le acarició la espalda. Al mismo tiempo, Hephaestus entrecerró los ojos mientras miraba a Kiara. Sin embargo, está última solo formo una sonrisa en sus labios que decía "eso es todo lo que te voy a decir". Hephaestus soltó un suspiro, pensando en que ella le podría haber conseguido mejores partidos a su hijo, pero ya que él había decidido, lo dejo ser y ver hasta donde llegaban. Sin embargo, aunque esquiva, Kiara le pareció mucho más confiable que las otras muchachas. Sakura y Ana eran inexpertas en su mente, pero aportarían la dulzura de la juventud a su hijo. Por otro lado, Scheherezade parecía el tipo de mujer que traería problemas por su gran atractivo. No obstante, la más problemática sería Semiramis, alguien que tenía una personalidad tajante y fuerte como esa mujer, Hera.

-Pueden quedarse en esta casa todo el tiempo que quieran- dijo Hephaestus tomando su copa de cristal de la mesita de centro. Ella bebió un poco de vino y después la devolvió a la mesita -En esta casa solo hay una regla, y es que nadie se puede acercar a mi oficina ni mucho menos a mi taller. Tengo muchas cosas delicadas y de alto valor y no quiero malentendidos-

-Entendemos- dijo Sakura y Ana de forma obediente

-Entiendo- respondió Kiara manteniendo su sonrisa astuta

-Entiendo- dijo Semiramis en un tono neutral mientras Scheherezade solo asintió con una expresión cortes y política.

Hephaestus las quedo mirando a todas durante un largo tiempo hasta que alguien golpeo la puerta y ella respondió -adelante-

La puerta se abrió y una mujer mayor, con algunas canas en su cabeza y vistiendo un traje de sirvienta, se asomó -las habitaciones ya están preparadas- dijo

-Gracias, Ester- respondió Hephaestus, miró a las cinco mujeres y después volvió a mirar a Ester -por favor, acompáñalas a sus recamaras- después miró a las chicas y continuo -para que lo sepan, las habitaciones están en el extremo del ala Este, mientras mi habitación está en el ala Oeste- entonces ella le guiño un ojo a las chicas y Sakura y Ana se pusieron coloradas al instante. Kiara solo asintió al ofrecimiento al igual que Scheherezade mientras Semiramis fue indiferente.

Por otro lado, Viggo solo pudó soltar un suspiro al ver el ambiente tensó que habían generado su madre y Semiramis. Después él miró a las chicas y les dijo -vayan con Ester, por favor. Quiero conversar de algo con mi mamá-

Las chicas asintieron, se pusieron de pie y se despidieron de la forma más educada posible. Después ellas salieron de la habitación y cerraron la puerta. Cuando el eco de los pasos se volvió suave, Viggo miró a su madre y ella le devolvió la mirada.

-Mamá, no quiero que pelees con ellas- dijo Viggo en un tono suave mientras ponía su mano sobre la mano de Hephaestus

-Yo no he peleado- respondió Hepahestus gesticulando una sonrisa divertida -es solo que…-

-¿Solo qué?- pregunto Viggo

-No lo sé- respondió Hephaestus mirando hacia otro lado de forma evasiva

Viggo soltó un suspiro y dijo -bueno, sea como sea, me gustan, yo las elegí, así que no andes peleando con ellas. No te pido que sean amigas, pero trata de no llevarte mal con ellas-

-Yo no soy la que esconde cosas- dijo Hephaestus volteando su rostro y mirándolo a los ojos con seriedad -ellas tienen secretos y eso no me gusta-

-Bueno, creo que todos tenemos secretos y cosas que no queremos decir a los demás. Mamá también debe tener sus secretos que solo le ha confiado a papá ¿cierto?-

Hephaestus hizo una mueca similar a una sonrisa, pero dejo la pregunta sin contestar. Después de todo, su ojo derecho de color negro era un vivo recuerdo de algo que oculto por un largo tiempo y que solo Kain logró ver, junto a otra amiga. Ellos fueron los únicos que realmente la amaron tal cual como se veía.

-Bueno, de todos modos- continuo Viggo -te molestaremos por un par de días. Así que trata de llevarte bien con ellas-

-Está bien, no es ninguna molestia- dijo Hephaestus, estiro su mano y le acarició la mejilla -eres mi hijo-

-Gracias- respondió Viggo con una sonrisa amable y le dio unas palmaditas en la mano que le sostenía. Después él se puso de pie y la miró -una última cosa-. Hephaestus también se puso de pie, lo miró y Viggo continuo -sé que viene la gran subasta ¿Nos podrías colar en tu palco privado?-

-Claro, siempre sobran asientos. No le veo el problema-

-Gracias- dijo Viggo, le dio un abrazo y un pequeño beso en la mejilla -buenas noches-

-Buenas noches, hijo- respondió Hephaestus -descansa-

Viggo asintió y le dio la espalda para salir primero. Sin embargo, cuando iba a llegar a la puerta Hephaestus le hizo una pregunta incomoda.

-¿Cuándo me vas a dar nietos?- pregunto Hephaestus en un tono burlón.

Al escuchar esa pregunta, Viggo se tropezó con sus propios pies y se dio un cabezazo contra la puerta. Después del fuerte golpe, él se agarró la cabeza y miró hacia atrás, solo para mirar a su madre muerta de la risa. Viggo pensó que al final, su padre y su madre estaban hechos el uno para el otro.


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