Mientras los Amaneceres continuaban su viaje por el camino, Sia miraba a lo lejos, sosteniendo firmemente al dormido Archer.
El sol comenzó a ponerse, lo que hizo que el grupo buscara un lugar adecuado para hacer campamento. Durante este tiempo, Archer despertó, frotándose los ojos y soltando un bostezo.
Sia notó su despertar y lo abrazó, hablando con calidez —¿Dormiste bien, Arch? Pronto montaremos el campamento, y compartirás mi tienda conmigo, como un buen esposo debería.
Archer sintió ganas de protestar, pero cuando se giró y vio su radiante sonrisa y sus cautivadores ojos azules que brillaban como diamantes, no pudo rechazarla.
En lugar de eso, simplemente asintió con la cabeza, lo cual llenó a Sia de alegría, provocando que ella le plantara un beso suave en la frente, haciendo que él se sonrojara.
Al ver su reacción, ella se rió y pensó para sí misma —Se ve tan guapo cuando es tímido.