No recuerdo cuándo fue la primera vez que escuché ese rumor.
«Cerca de la escuela hay un bosque donde se han registrado avistamientos de un
fantasma. La mayoría de los testigos aseguran que tiene la apariencia de una mujer joven. Algunos dicen que pertenece al cuerpo de una chica que estudiaba en esta escuela hace 20 años. Según parece, su cadáver fue encontrado en medio de la maleza tras una búsqueda de aproximadamente dos meses. Hasta la fecha, los testigos que declaran haberla visto van en aumento.».
Cuando estaba en la escuela media escuchaba ese tipo de rumores en cualquier lado; sin embargo, nunca he creído en ellos. Los rumores tienen la característica de expandirse entre las personas a una velocidad increíble, y en algunas ocasiones, éstos son modificados por las mismas personas que lo transmiten creando así una historia más allá de lo que podría
considerarse «verdadero».
En este pueblo al que pertenezco es común escuchar historias como ésas. También
me he enterado de algunas otras que tratan sobre criaturas que se supone que no existen en este mundo. Me pregunto qué clase de sustancia consumirán aquéllos que originan estos rumores; siento que serían grandes escritores si se lo proponen.
—¿¡Te has enterado!?
Conducido por esa repentina voz, me obligué a mí mismo a levantar el rostro de mi pupitre. Era mi compañero de clase: Alexander. Un chico al que le encanta todo lo relacionado con lo paranormal.
—¡He escuchado que dos estudiantes desaparecieron ayer! —expresó con emoción.
—Déjame preguntar: ¿lo están asociando con el supuesto fantasma del bosque?
—Justo lo que esperaba de ti; nunca me decepcionas.
Alexander dirigió hacia mí un gesto como si estuviera diciendo «estoy orgulloso de
ti», lo que me provocó una sensación de malestar.
—La última vez que los vieron fue antes de que se adentraran al bosque. Después de
eso, nadie los volvió a ver. Intentaron contactarlos a través de sus teléfonos celulares, y, aunque la llamada es aceptada, el único sonido audible es el de los árboles siendo agitados por una brisa. Bastante extraño, ¿no lo crees?
—Me parece aún más extraño el cómo consigues esa información.
—Tú siempre lo andas diciendo, ¿no? «Los rumores se expanden a la velocidad de
la luz», o cosas por el estilo.
—¿Al menos tienes una idea de quiénes son los desaparecidos?
—Mm… no escuché mucho sobre eso, —dijo mientras acariciaba su mentón— ¡pero
estoy seguro de que está relacionado con el fantasma del bosque!
—Sí, ya entendí. Ahora, ¿podrías irte a tu asiento? No falta mucho para que inicie la
clase. —dije mientras soltaba un profundo suspiro— Además, ya te he dicho antes que no me interesan esas cosas.
—¿Qué cosas dices? Es interesante, ¿no? Incluso si fuese falso, no sería mala idea
considerarlo como una probabilidad. Y repito: ¡es interesante!
Conque de eso se trata. Puedo entender que les parezca interesante. Este pueblo tiene
pocos habitantes; y aunque cuenta con necesidades más que básicas, no hay establecimientos con fines de
entretenimiento como lo son los cines, tiendas de ropa, salas de juegos, etcétera.
Es por eso por lo que creo que estos rumores forman parte de la distracción de las personas y surgen a partir de su aburrimiento. Por otro lado, las televisiones y los celulares están presentes en el pueblo, pero por algún motivo no les provoca la misma impresión que a los citadinos. Las televisiones a escala de grises sólo son utilizadas para estar al tanto de las noticias y el pronóstico del tiempo. Los teléfonos son demasiado útiles al facilitar la comunicación; no obstante, usualmente sólo los jóvenes cuentan con un teléfono móvil.
—Creo que entiendo lo que quieres decir. Te compadezco.
—¡No necesito tu compasión!
Un sonido chirriante provino desde la puerta del salón captando la atención de todos
los estudiantes. Es el profesor de matemáticas, ¿cuál era su nombre? Ah, no importa. Es el típico profesor amargado que mantiene a la clase con una serenidad impecable. Si te escucha hablar innecesariamente ten por seguro que te humillará. N-no es como si me hubiera
sucedido a mí, ¿¡entendido!?
La clase fue inevitablemente aburrida. Debo agradecer que mi asiento está fuera del
campo de visión del maestro, así puedo fingir que estoy haciendo lo que él pide cuando en
realidad estoy dibujando un folioscopio. La serie de imágenes trata sobre un gato que
construye un cohete con basura y así viaja hasta la luna. Por cierto, ¿han escuchado sobre el rumor que dice que ningún humano ha pisado la luna realmente? No sé los detalles, ya que lo escuché hace tiempo cuando visité la ciudad. Recuerdo que fue dentro de un establecimiento de comida rápida. Jamás lo olvidaré, fue como un trauma que quedará en mí por toda la eternidad; esa hamburguesa estaba terriblemente asquerosa.
Pasaron las horas, y sin darme cuenta, el descanso ya había llegado.
No pude concentrarme en clase dibujando mi folioscopio. Creo que se debe a lo que
me contó Alexander hoy en la mañana. Si la parte de la desaparición es cierta, ¿por qué no
se ha anunciado oficialmente? La escuela tiene la responsabilidad de informar a los
estudiantes sobre lo peligroso que es el bosque; no obstante, sigo sin creer en el fantasma.
El sonido de la campana que marca el fin del receso había tocado. Cuando caminaba
sobre el pasillo de la escuela para dirigirme al salón de clases, podía escuchar los murmullos de las personas. Ya que eran demasiadas voces, no era capaz de escuchar con claridad, pero apuesto a que la mayoría hablaba acerca de la desaparición de los dos estudiantes.
Abrí la puerta del aula con mucha delicadeza para no provocar algún ruido que
revelara mi presencia. El único capaz de sentir mi débil aura fue Alexander. Nuestras miradas se cruzaron; ¿por qué su cara es tan molesta? Tengo ganas de golpearlo.
—Leo, ¡tienes que saber esto!
—¿Ahora qué sucede?
—Hemos estado discutiéndolo mientras no estabas: decidimos ir hacia lo más
profundo del bosque para ver qué encontramos, ¿te apuntas? —preguntó con una sonrisa tan amplia que me dio un poco de repelús.
—¿Eres idiota? Por supuesto que no iré.
—¿Por qué?, ¿tienes miedo? Ya veo. Y yo que creía que eras la persona más valiente
que había conocido. Por cierto, ahora estás al nivel de mi hermana pequeña. —declaró esa
última frase acompañada de una mirada engreída.
Ésa es una provocación más que obvia.
Decidí ignorarlo y me dirigí a mi asiento. Luego de unos segundos, Alexander se
acercó a mí.
—¡Vamos, Leonardo! Sería muy aburrido sin ti. —suplicó.
—Lo siento, pero tengo mejores cosas que hacer.
Como dormir, por ejemplo.
—Bueno, ¿qué se la va a hacer? —dijo Alexander para después regresar con su grupo de amigos.
La campana que indicaba el final de las clases había sonado. Cuando todos los
estudiantes estaban preparados para salir del salón, la maestra de biología dijo que prestaran atención a sus palabras; por cierto, ella vino aquí desde la ciudad.
—Algunos de ustedes ya saben lo que sucedió con dos de sus compañeros. Así que, hemos decidido advertirles a los estudiantes que tengan cuidado de camino a casa. De
preferencia, vayan en grupo de 4 o más personas si es posible. —hizo una breve pausa para recobrar el aliento— Todavía se desconoce el motivo de la desaparición. Como saben, este pueblo no cuenta con los medios necesarios para realizar una investigación de tal grado. Otra cosa, siempre traigan sus celulares consigo. Bueno, eso es todo. Vayan con precaución.
Cuando terminó de decir esas palabras, la maestra salió rápidamente del salón.
Cuando me percaté de mi alrededor, observé a mis compañeros soltando estupideces; algunos tomándolo con seriedad y otros con gracia.
Al salir del edificio de la escuela, miré hacia arriba. El cielo mostraba señales de
nublarse pronto, quizá hasta llueva. A lo lejos observé al grupo de chicos que irían al bosque.
Alexander también estaba junto a ellos.
Estaría mintiendo si digo que no estoy preocupado. Si Alexander desaparece, ¿quién será mi objeto de burla? Sin mencionar que en ocasiones consigue información que puedo utilizar a mi beneficio.
Saqué mi teléfono celular para verificar la hora. Veintisiete minutos pasados de la
una, ¿eh? Opté por esperar 10 minutos. Es tiempo suficiente para caminar detrás de ellos sin que me descubran.
Para asegurarme de que se dirigían al bosque, le envié un mensaje de texto a
Alexander. La respuesta fue instantánea y positiva. Aunque me parece algo extraño. El
territorio dominado por árboles y arbustos era tan extenso como para perderse con facilidad si no se iba bien preparado.
Mientras pensaba en eso, ya habían transcurrido los 10 minutos. Aún con dudas,
continué la idea de seguirlos al bosque.
De acuerdo con lo que dijo la maestra de biología, visualicé a varios estudiantes
caminando en numerosos grupos como si fuesen manadas. En cambio, yo estaba solo.
Seguí caminando mientras aplicaba mis técnicas ninja para evadir a los demás
estudiantes. Mis pasos eran apresurados, pero, de alguna forma, alguien logró alcanzarme.
—¡Leo!, ¿qué pasa?, ¿por qué vas solo?
Era una chica de cabello castaño y ojos cafés, era de una clase diferente. Su nombre
es Lillie. Estuvimos juntos el semestre pasado, y aún hablamos de vez en cuando. Es linda pero no es mi tipo.
—¿Cómo decirlo? Simplemente estoy solo.
—¿Mm…? Bueno, ¿quieres que te acompañe?
Mierda, mi plan ya está presentando algunas adversidades. Incluso si me niego será
complicado que me quite los ojos de encima. Verá fácilmente cuando desvíe mi camino.
—Claro. Espero que no te moleste realizar un pequeño desvío.
Se lo diré directamente; no puedo mentirle a esta chica. Hasta hace poco me di cuenta
de que posee una gran perspicacia. A estas alturas, ya ha de saber de qué se trata; pero siempre actúa como si no supiera nada.
—Muy bien. Te acompaño.
—¿Qué? Ni siquiera preguntaste hacia dónde voy.
—¿Eso importa? Sólo quiero pasar tiempo contigo. —dijo esas palabras acompañadas
de una dulce sonrisa; fue un ataque tan mortífero que estuve a punto de morir. ¡Sé fuerte, Leonardo!
—Si insistes tanto dejaré que me acompañes. —dije mientras rascaba mi mejilla
izquierda— Pero, no vayas a quejarte más tarde, ¿entendido?
—¡Sí, entendido! —expresó con felicidad.
Después de todo, mi plan no salió tan mal como esperaba. Pero me distraje demasiado
con Lillie, no creo alcanzarlos a tiempo. Además, dudo que Lillie me acompañe hacia el interior del bosque. De hecho, creo que tratará de detenerme.
Ella camina hacia mi costado derecho. Por alguna razón, aún contiene esa sonrisa en
su rostro.
Nuestro caminar era tranquilo; ni muy lento ni muy rápido. Este silencio me parece
algo incómodo, pero ella tiene una expresión de estar disfrutándolo.
Decidí romper el silencio con una pregunta.
—Oye, Lillie, ¿tú crees en los fantasmas?
—¿Mm…? No sabría qué decirte —respondió a medida que colocaba su dedo índice en su labio inferior. —Ya que nunca he visto uno, no sé qué decir. Pero, aunque no haya visto
algo como eso, no significa que no existan, ¿verdad?
—Conque así es, ¿eh?
«Este mundo está lleno de secretos. La realidad que algunos ven es distinta a la de
otros. Lo real y lo irreal coexisten en él. Pero: ¿cómo confirmamos que lo que nuestros
sentidos perciben forma parte de la realidad?».
Esas palabras llegaron a mí repentinamente. No puedo recordar dónde las escuché o
a quién pertenecen.
Poco a poco nos acercábamos a la entrada del bosque. Creo que debería decirle a
Lillie, incluso si ya lo adivinó. —Por cierto, Lillie —solté esas palabras en un tono casi inaudible. Cuando me di cuenta de eso, elevé la intensidad de mi voz— Iré al bosque, ¿aun así me acompañarás?
—¿Eh?, ¿para qué vas? —preguntó intranquila.
—Mm… no sabría decirte con exactitud. ¿No quieres? No me molestaré si no aceptas.
De hecho, creo que preferiría que no lo hicieras.
—Pero, tampoco quiero dejarte solo… además, parece que lloverá pronto. ¿No puede
ser otro día?
—Lo siento. Tengo que ir ahora mismo.
Es cierto que puedo ir otro día. Pero, siento que no conseguiré otra oportunidad.
—Si quieres, puedo acompañarte lo más cercano posible hasta tu casa, —sugerí— ¿te
parece bien?
—¿En serio? —preguntó aún intranquila— No tienes que preocuparte por mí, puedo
ir a casa sola. Sólo que, cuando llegues a tu casa envíame un mensaje, ¿sí?
—Por supuesto. —le respondí con una sonrisa y ella hizo lo mismo.
—Entonces, hasta mañana. Ten cuidado.
—Sí, tú también cuídate.
Cuando nos despedimos, ella se fue caminando hacia la dirección contraria a la que yo me dirigía. Su silueta fue desapareciendo eventualmente. Nunca creí que conseguiría una amiga tan amable como ella; siento que no merezco su amistad. Ahora que lo pienso, ¿cuándo nos convertimos en amigos? Es más, ¿cuándo consideras a alguien tu amigo? Me pregunto.
Se suponía que iría 10 minutos detrás de Alexander y los demás, pero comienzo a
creer que es demasiado tarde. Aun así, me veré obligado a ir.
El cielo estaba cubierto de nubes; pronto iría a llover. Mientras caminaba, no sentí la
presencia de ninguna otra persona.
Al fin había llegado a mi destino. Por cierto, se dice que el bosque está cerca de la
escuela, pero en realidad toma casi unos 25 minutos en llegar.
Sin dudar, me adentré al bosque. Caminé por el sendero que estaba marcado en la
tierra. En él, se encontraban algunos deshechos orgánicos. Seguí caminando sin detenerme, no identifiqué nada fuera de lo usual. Y cuando menos lo esperaba, una niebla espesa cubrió totalmente mi entorno dejándome incapaz de ver lo que había alrededor. Me pregunto si sólo será mala suerte.Vacilaba ante las pocas opciones que tenía. Seguir caminando, esperar a que la niebla desaparezca o retractarme y volver otro día. Si tomo la segunda opción, nada garantiza que la niebla desaparezca, inclusive puede que empeore si la lluvia se desata. Ya que estoy aquí tomaré la primera opción. Avancé paso a paso con mucha precaución. Ahora que lo pienso, muy pocas veces me ha tocado caminar a tientas.
En el momento en que sentí un árbol, hice
lo posible para extraer una rama de él y así utilizarla como guía. Mis pasos no se detenían. La niebla no mostraba señales de esfumarse. Y para empeorar la situación, gotas de lluvia cayeron del cielo.
Caminé desesperadamente en busca de un refugio. Quizá sólo me estaba esmerando.
Pero, noté que la densidad de la niebla había disminuido. Gracias a ello, vislumbré algo que tenía la figura de aparentar una pequeña cabaña. Sé que parece extraño, incluso sacado de una película de terror, ¡pero no quiero atrapar un resfriado!
Me acerqué a la cabaña, observé su interior a través de la ventana que contenía un
vidrio empañado. No había rastros de vida humana. Giré la perilla de la gastada puerta y
empujé hacia dentro para abrirla. Como había dicho, no parece que una persona haya estado aquí. Inspeccioné el lugar, pero no había nada que me llamara la atención en sí.
Cuando buscaba un trapito con el cual secarme, escuché un sonido viniendo de la puerta. No sabía qué hacer.
La puerta se abrió completamente, lo que dio paso a la imagen de una chica. Su piel
era blanca como la porcelana; su rostro tenía facciones lindas y suaves; su cabello largo y
sedoso fluía hasta el final de su espalda; sus ojos negros emitían una sensación indescriptible, como si en cualquier momento fuese a ser consumido por un abismo oscuro e interminable.
Quedé absorto ante tal figura.
—¿Quién eres? —preguntó mirándome directamente a los ojos.
No pude responder.
No pude razonar.
No pude hacer nada.
Fui invadido por un congelamiento, mi cuerpo estaba paralizado. Quería gritar de
manera desesperada, pero no reaccionaba por más que lo intentaba. Podía sentir la mirada contundente de aquella chica a medida que mi garganta mostraba un ardor inimaginable. Ella se acercó lentamente y postró su dedo índice en mi pecho llevándolo hasta mi garganta, como si tuviera la intención de cortarla.
—Deberías ver tu rostro ahora. Eres tan patético.
Hizo una interjección con sus dedos. Por fin pude recuperar la movilidad de mi cuerpo, pero, estaba aterrorizado. Caí sobre mis rodillas. Mi corazón latía tan fuerte que creí
que si seguía así podría explotar.
Levanté el rostro, mis ojos colisionaron con los de la chica. Nunca había sentido la
sensación de miedo y odio mezcladas en una sola mirada.
—Si cumples con lo que te ordeno dejaré que te vayas, ¿entiendes?
Asentí con la cabeza, pero no podía pensar con claridad en absoluto. Todos mis
pensamientos se derrumbaron; no quedaba nada.
—Primero: ¿quién eres?
Ella preguntó por mi nombre. Eso lo capté, pero, las palabras no salían; el ardor en
mi garganta permanecía. Tratando de liberarlas me provoqué a mí mismo un tosido infernal.
—¿Eh?, ¿no hablas?
Volvió a acercarse a mí. Extendió sus brazos hacia mi dirección y tomó mi rostro por
ambos lados, casi acariciándome. Sentí como si vertieran nitrógeno líquido a través de mi espalda y se esparciera por todo mi cuerpo.
—¡Leonardo!, ¡me llamo Leonardo! —grité, aún con dificultades para pronunciar las
palabras.
Alejó sus manos de mi rostro y sonrió.
—Vaya, entonces sí hablas después de todo.
Ella se quedó en silencio, como si esperara a que dijera algo.
—¿Tú quién eres? —pregunté en un tono despectivo.
—¿Yo? —colocó su dedo índice en su labio inferior e inclinó un poco su cuerpo hacia
su izquierda— ¿Has escuchado sobre el fantasma del bosque?, ¡pues soy yo! —expresó con alegría.
Eso lo sabía desde el principio, pero no quería admitirlo. Esa figura que vi con mis propios ojos; a pesar de parecer hermosa, presentía que no formaba parte de la humanidad. En especial esos ojos oscuros que reflejan el eterno vacío que se encuentra entre nosotros.
Apreté mis puños con fuerza a medida que trataba de regular mi respiración. No podía
mantenerme calmado.
De un momento a otro, su figura apareció frente a mí. Mi cuerpo tembló
inevitablemente.
—¿Tienes miedo? —me preguntó en un tono como si estuviese afligida.Acercó su rostro al mío. Observé sus hermosas pupilas. Sus dulces labios rosas cautivaron mi mirada. Aun con el miedo, no puedo negar que ella es terriblemente hermosa.
Ella hizo un chasquido con la lengua y en su rostro se formó una expresión llena de
ira. Luego de eso, posó su dedo índice en mi pecho y me lanzó hacia el suelo. Estaba esperando el impacto contra la madera vieja, no obstante, la sensación del golpe era en realidad otro material. Mis oídos captaron el sonido de un cristal siendo destrozado por mi cuerpo que caía sobre él. No tenía idea alguna de lo que estaba pasando. El autoproclamado fantasma ya no se encontraba en ningún lugar.
Cuando el cristal se rompió, fui sumergido a lo que parecía ser agua. Mi alrededor
estaba completamente oscuro, pero era fácil reconocer esta sensación. Estaba aterrado, sabía que iba a morir. No podía respirar, mis pulmones se llenaron rápidamente de agua dulce y mi respiración fue acortándose poco a poco. Mi visión fue tornándose borrosa y rojiza.
«Así que voy a morir de esta forma, ¿eh? Jamás había imaginado que algo como esto
volvería a sucederme».
Dejé de forcejear cuando me percaté de que mis movimientos eran inútiles y nadie
vendría a salvarme. Y llegado a ese punto, cerré mis ojos lentamente, hasta que mi respiración se detuvo por completo.
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