Marissa no tenía ropa, así que Rafael le pidió a Emily que le comprara algunas. Todos eran vestidos de verano hasta la rodilla y la mayoría tenían estampados florales.
La joven sirvienta también logró arreglar unas zapatillas junto con un par de ropa interior fresca. Después de cambiarse a un vestido floral, Marissa salió al patio trasero donde Rafael la estaba esperando.
Todavía no podía creer que él la había traído aquí. Se volvió cuando sintió su presencia detrás de él y extendió la mano para tomar la de ella.
—No quiero entrar en el mar —dijo ella. Ya estaba bastante oscuro.
—No tienes que hacerlo —él silbó para llamar a la sirvienta y le pidió a Emily que les trajera mantas. Marissa vio cómo él empezaba a extender la manta sobre la arena e intentó suprimir su sonrisa.
No quería la ayuda de Emily y la había enviado lejos. Cuando Marissa intentó tocar la manta, él le pidió que se alejara porque quería hacerlo él mismo.