Nunca pretendí que este libro fuese por este camino. Yo suponía que invertiría algunos capítulos en llevar a Ender de Eros a Shakespeare y luego a Ganges. Pero descubrí que la verdadera historia en la que se fundamentaba la confrontación en Ganges tenía lugar antes y, para mi consternación, acabé con una novela que prácticamente transcurre entre los capítulos 14 y 15 de El juego de Ender.
Pero mientras la escribía, supe que era la historia real, y que faltaba contarla. La guerra termina. Vuelves a casa. Luego tienes que afrontar todo lo sucedido en la guerra. Sólo que Ender no regresa a casa. Y eso es algo más a lo que tiene que enfrentarse.
Sin embargo, ese material no estaba «ausente» de la novela original, de la misma forma que no estaba ausente de la novela corta que existió antes de escribir la novela. Si al final del capítulo 14 hubiésemos tenido a continuación Ender en el exilio, ninguna de las dos historias hubiese podido funcionar. Para empezar, Exilio es en parte una continuación a La sombra del gigante... donde quedan pendientes las historias de Virlomi, Randi y Achilles/Randall/Arkanian, esperando su resolución. Además, El juego de Ender termina como debe terminar. La historia que acabas de leer funciona mejor de este modo: en un libro independiente. El libro del soldado tras la guerra.
Excepto por un pequeño problema. Cuando en 1984 escribí El juego de Ender, mi intención en el último capítulo, el 15, fue dejarlo todo preparado para La voz de los muertos. No se me había ocurrido la idea de intercalar un libro entre esos dos. Así que fui bastante descuidado con lo que conté sobre el periodo que Ender pasó en la primera colonia. Fui tan descuidado que olvidé por completo que en todos los planetas insectores, excepto en el último, habría personal humano con vida, pilotos y tripulación. ¿Adónde iban a ir? Evidentemente, iniciarían la colonización de los mundos insectores. Y los que los enviaron habrían al menos considerado la posibilidad de enviar a gente preparada para ocuparse de los trabajos que suponían que serían necesarios.
Por lo tanto, aunque el contenido del capítulo 15 de El juego de Ender era totalmente correcto, los detalles y los periodos temporales no lo eran. No eran lo que tendrían que haber sido en su momento, y desde luego no lo que precisaban ser ahora. Desde que escribí ese capítulo he escrito cuentos como «Consejera de inversiones» (en First Meetings), donde Ender conoce a Jane (un personaje importante
en La voz) cuando él alcanza la mayoría de edad legal en un planeta llamado Sorelldolce; pero eso contradice la secuencia temporal reflejada en El juego de Ender. Teniéndolo todo en cuenta, comprendí que era el capítulo 15 el que estaba mal, no las historias posteriores, que contenían más detalles y desarrollaban mucho mejor la historia.
¿Por qué tenía que cargar ahora con decisiones tomadas descuidadamente hace veinticuatro años? Lo escrito desde entonces es correcto; esos detalles contradictorios pero sin importancia de la novela original están mal.
Por tanto, he reescrito el capítulo 15 de El juego de Ender y en algún momento del futuro habrá una edición de la novela que incluya el capítulo revisado. Mientras tanto, el texto completo está en Internet para cualquiera que haya comprado alguna vez, o compre, un ejemplar de mi revista Orson Scott Card's InterGalactic Medicine Show (oscIGMS.com). Lo he enlazado con esa revista porque cada número contiene una historia del universo de El juego de Ender. Mi esperanza es que, si compras un ejemplar para leer el capítulo revisado, también leerás las historias de ese número y descubrirás al excelente grupo de escritores que publican en la revista.
Pero garantizo que ese capítulo no cambia nada importante. Si no lo lees no te has perdido nada.
De hecho, el propósito principal de ese capítulo revisado es evitar que la gente me escriba señalando las contradicciones entre la versión original del capítulo 15 y esta novela. Por tanto, si aceptas mi palabra de que todas las contradicciones ya están resueltas, no te hará falta consultar la versión en Internet.
Durante la preparación de esta novela, tuve que aventurarme por antiguos territorios. No sólo debía encajar con El juego de Ender (si eso era posible). Esta historia debía encajar también con todas las decisiones despreocupadas que tomé en La sombra de Ender, La sombra del Hegemón, Marionetas de la sombra, La sombra del gigante, La voz de los muertos, Xenocida e Hijos de la mente, por no mencionar todos los cuentos.
De ninguna forma tenía tiempo, ni ganas, de releer todos esos libros. Simplemente me deprimiría viendo todo lo que hay en esos libros que ahora, siendo un escritor mejor, o al menos más experimentado, me gustaría cambiar.
Por suerte, dispuse de la ayuda de gente que ha leído mi ficción con más cuidado que yo y también más recientemente.
Primero y ante todo, de la de Jake Black, que escribió hace poco The Ender's Game Companion, en el que detalla todos los acontecimientos, personajes, entornos y situaciones de todas las novelas y cuentos de Ender. Fue mi asesor en este libro (igual que lo es en la adaptación de El juego de Ender para Marvel Comics) y dio su aprobación a todos.
Y durante la preparación de su libro, también dispuse de la ayuda de Ami Chopine, una autora por derecho propio, que también ha sido la madre superiora y/o niñera de PhiloticWeb.Net, y de la de Andy Wahr (alias Hobbes en mi sitio web Hatrack.com), que me ayudaron directamente respondiendo a muchas preguntas que se me plantearon cuando me preparaba para escribir este libro. Espero no tener que escribir nunca una novela de Ender sin su ayuda. Mientras tanto, los considero buenos amigos.
También conté con el beneficio de las amables personas y amigos de http://www.hatrack.com, a los que exploté sin piedad como recurso. Al disponerme a escribir esta novela, se me plantearon varias preguntas que precisaban respuesta. Si nunca había tratado ese tema en ningún libro, debía saberlo; si lo había hecho, necesitaba saber qué había dicho para no contradecirme.
Aquí está la petición original que dejé en Hatrack.com:
No confío en mi memoria en lo referente a los detalles de El juego de Ender y los libros Sombra, y me temo que al escribir Ender en el exilio contradiga algunos aspectos del universo de JE. Quizás alguien pueda ayudarme con estas preguntas:
1. ¿Quién decidió que Ender no podría volver a la Tierra? Peter estaba implicado, pero creo que ofrece motivos diferentes a los dados por Valentine y/o el narrador de JE.
2. Creo que ya hay una contradicción entre JE y los libros Sombra (¿gigantesca?) sobre las circunstancias del periodo de Ender como gobernador y la persona que comandaba la nave colonial. Pero, ¿ya se resolvió por completo? Es decir, se anunció que Mazer sería el comandante de la nave, pero luego ¿no lo fue? Recuerdo que ese detalle se resolvió en una conversación con Han Tzu (después de que los ciudadanos de Hatrack me ayudasen señalándome originalmente esa contradicción).
He recurrido a ese último capítulo de JE, pero lo que no puedo hacer es extraer los detalles de los cuatro libros Sombra o cualquier referencia dispersa por JE o la serie de la Voz. Agradecería cualquier cosa que pudieseis recordarme sobre los detalles de ese periodo de tiempo: desde el final de la última batalla de Ender hasta la llegada a su colonia; no sólo lo que le sucede a Ender, sino lo que pasa con Peter, Valentine, Mazer, Graff y el mundo en general.
Esa petición sincera recibió las respuestas de C. Porter Bassett, Jaime Benlevy, Chris Wegford, Marc Van Pelt, Rob Taber, Steven R. Beers, Shannon Blood, Jason Bradshaw, Lloyd Waldo, Simeón Anfinrud, Jonathan Barbee, Adam Hobart, Beau Pearce y Robert Prince. Gracias a todos ellos por sumergirse de nuevo en los libros y dar con las respuestas.
Además, Clinton Parks dio con un asunto que no se me había ocurrido y le envió una carta a mi personal:
Sé que probablemente ya lo sepáis, pero quería hacerlo explícito por si acaso. ¿Recordáis que en La sombra del Gigante hay una discusión donde se revela que la primera colonia se llama Shakespeare? Se me quedó grabado porque me pregunté por qué iba Ender a ponerle ese nombre a su colonia. En cualquier caso, quería ser riguroso y enviar este recordatorio.
¡Cuidaos!
Se trataba, efectivamente, de una verdadera contradicción... en otro lugar había dejado claro que la primera colonia se llamaba Rov. Eso se debe a que, cuando escribía esos primeros libros, no disponía como recurso de una comunidad de lectores generosos o no se me ocurrió pedirles ayuda, como debería haber hecho, y por tanto pensaba en nuevas ideas interesantes para asuntos que ya había tratado en libros anteriores, olvidándolo por completo en los años siguientes.
Esto también está resuelto.
En su época fui corrector de pruebas profesional. Sé por experiencia que incluso los lectores más atentos e inteligentes, trabajando en equipo para que todos puedan corregir los errores de los demás, pasarán por alto alguna equivocación. En un mundo tan complejo, como éste, en el que transcurren tantas historias, es inevitable que se den otras contradicciones que nadie ha descubierto todavía. Por favor, indica las que encuentres (exceptuando las derivadas del antiguo capítulo 15 de El juego de Ender) en Hatrack.com, y quizá posteriormente encuentre la forma de corregirlas.
O podríamos aceptarlo con filosofía y comprender que, si éstas fuesen historias reales o biografías en lugar de obras de ficción, aun así habría contradicciones entre ellas: porque incluso en los relatos de hechos verídicos se dan contradicciones y hay errores. Hay muy pocos hechos de la historia que reconstruyan de forma idéntica todos los testigos. Finjamos, por tanto, que las contradicciones presentes se deben a errores en la transmisión histórica. Aunque se trate de una «historia» situada a cientos de años en el futuro.
Además de a esos útiles amigos, mostré los capítulos, a medida que los escribía, a mi grupo habitual de amigos increíblemente pacientes. Recibir una novela por entregas es una antigua tradición; los fans de Charles Dickens siempre tuvieron que leer sus novelas publicadas por fascículos en el periódico. Pero recibir un capítulo cada pocos días y tener que responder con rapidez porque mi calendario de trabajo es muy apretado es pedir más de lo que debería exigir razonablemente a los amigos.
Jake Black fue, por primera vez, uno de esos primeros lectores, de modo que pude hacer uso de su conocimiento enciclopédico del universo de Ender. Kathryn H. Kidd, mi desde hace tiempo sufrida colaboradora en la «muy retrasada totalmente por mi culpa» continuación de Lovelock, llamada Rasputin, hace años que es una de mis primeras lectoras. Erin y Phillip Absher hace tiempo que son mis prelectores, y Phillips tiene el honor de haberme hecho tirar a la basura varios capítulos para poder seguir una trama que yo había considerado secundaria y que él me convenció de que
formaba parte del corazón y el alma de la novela. Tenía razón, yo me equivocaba, y el libro fue en consecuencia mejor. En esta ocasión, por suerte, no me obligó a rescribir grandes partes del libro. Pero su apoyo, así como el de Erin, Kathy y Jake, me ayudó a sentir que estaba contando una historia en la que valía la pena invertir el tiempo.
Sin embargo, mi primerísima lectora sigue siendo mi esposa, Kristine, que además soporta la carga de la familia cuando me pongo a escribir. Es posible que ella considere que sus consejos son de poca importancia, pero para mí son muy importantes, y si ella tiene alguna duda, yo rescribo hasta que se disipa.
Kristine y nuestro hija menor, Zina, la última de los hijos que queda en casa, deben tratar con un padre que, cuando se pone a escribir un libro, recorre la casa como un fantasma distraído e irritable. Pero nos quedan esas noches viendo Idol y So You Think You Can Dance, en las que habitamos el mismo universo durante una o dos horas.
También conté con la ayuda de Kathleen Bellamy, la directora editorial de The InterGalactic Medicine Show —que no lee mis libros hasta que no están en galeradas, momento en que lo hace por primera vez—, como última correctora antes de que el libro llegase a la imprenta. Eso la convierte en la última línea de defensa. Y nuestro encargado de la web y la informática, Scott Alien, mantiene en funcionamiento Hatrack y oscIGMS para que yo tenga una comunidad a la que recurrir.
En este libro, Beth Meacham, mi editora en Tor, tuvo un papel más importante del que habitualmente solicito a mis editores. Como el libro era tan raro —una
«continuación en medio» que se solapa con mis novelas más populares—, ¡no quise seguir sin tener la garantía de que el libro era realmente algo que Tor quería publicar! Sus propuestas y advertencias resultaron inteligentes y útiles durante todas las fases de redacción del libro.
Y doy las gracias al equipo de producción de Tor por todos los sacrificios que hicieron debido a que entregué el manuscrito tan tarde. Que este libro saliese cuando debía fue debido a su trabajo extra y a su gran preocupación por la calidad. Incluso cuando tienen prisa, hacen su trabajo con orgullo y, por tanto, yo acabé teniendo en las manos un libro del que me puedo sentir orgulloso. ¿Dónde estaría yo si otras buenas almas no compensasen mis limitaciones?
El personaje de Ender reflejado en la novela original surgió en gran parte de mi hijo Geoffrey, que tenía cinco y luego seis años cuando yo escribía el libro. Ahora tiene treinta y es padre de dos hijos (con la notable colaboración de su esposa, Heather, Heavener de soltera). Para mi gran alivio, Geoffrey nunca fue llamado para servir a su país en la guerra.
Por tanto, para analizar cómo sería la situación de Ender, he recurrido a la lectura, claro, y también a la correspondencia y las conversaciones con buenos hombres y mujeres que sirvieron a nuestro país en Afganistán, Irak y otros lugares
problemáticos donde cumplimos nuestra responsabilidad como única nación con la fuerza y la voluntad de ayudar a los oprimidos y luchar contra la tiranía. Lleváis una pesada carga por todos nosotros y yo os lo agradezco.
Lloro por los caídos, o los que, sobreviviendo con graves heridas o el corazón roto, han quedado privados de buena parte o de todo el futuro con el que soñaban. Como ciudadano de los Estados Unidos, comparto parte de la responsabilidad de haberos enviado a donde habéis ido, y desde luego que disfruto de los beneficios. Al igual que Ender, es posible que yo no haya sabido lo que se sacrificaba en mi hombre, pero reconozco la conexión entre nosotros.
Y en cuanto a los que estáis visiblemente completos después de vuestro periodo militar, pero que soportáis cambios internos que nadie puede apreciar, y tenéis recuerdos que nadie comparte, sólo puedo esperar haber representado adecuadamente, en la figura de Ender Wiggin, una parte de lo que sentís, pensáis y recordáis.