—¿Te gustó el helado?
—Sí, ¡son súper deliciosos! Gracias, Abi —su sonrisa era tan brillante que Abi no pudo evitar apretar a la pequeña niña súper adorable en sus brazos—.
—Me alegra. ¿Hay algún otro lugar al que quieras ir o algo más que quieras hacer?
—Creo que me gustaría tener una cita contigo en el parque —dijo ella con ternura—.
—¿Eso es todo? ¿Estás segura? —Abi la animó.
—Mn —la pequeña niña dijo asintiendo—.
Abi solo pudo sacudir la cabeza ante el sencillo pedido de la niña. Se preguntaba si Pequeña Betty tenía sueños más grandes mientras tomaba la mano de la niña y se dirigía hacia el parque.
Abi fue llevada de vuelta al presente cuando la pequeña niña comenzó a hablar de este libro que el cuidador del orfanato le leyó anoche. La historia era de Caperucita Roja. La pequeña niña continuó con su monólogo mientras lamía el helado derretido en su mano hasta que encontraron un banco en el parque.