Su mente estaba borrosa mientras agarraba su pijama como si fuera la única tabla flotante para sobrevivir mientras se ahogaba. Lo agarró con tanta fuerza que él pudo sentir sus dedos tensos y sus uñas puntiagudas a través de la tela.
La besó de nuevo y continuó con la pregunta: "¿Te gusto, hmm?"
Su voz baja y nasal era tan sugerente en esa silenciosa oscuridad, que ella no pudo evitar estremecerse.
Sus dedos vagaron por su cuerpo, encendiéndola en cada lugar. Tenía ganas de llorar de nuevo, su cuerpo se sentía tan extraño, un entumecimiento pulsante al que no podía adaptarse. Ella inconscientemente lo agarró aún más fuerte y dijo con voz temblorosa: "Te odio".
Él se rió entre dientes y le mordisqueó la oreja. "¿Me amas?"
"N-de ninguna manera..." Ella estaba jadeando.
"Pequeño mentiroso." Metió la mano en su zona privada y ordenó en voz baja. "Relajarse."