Pei Ziheng llevó a Xiao Ling dentro de su Rolls Royce.
Al hospital. Instruyó al conductor con una voz profunda.
Xiao Ling aún se revolcaba de dolor en sus brazos. Su mano izquierda sostenía su abdomen y su cara estaba cubierta por una expresión de dolor.
Pei Ziheng la miró antes de apresurar al conductor: —Apúrate —bajó su cara para mirarla otra vez y cubrió su fría y delgada mano sobre su abdomen con su cálida y amplia palma. Estarás bien.
Su voz parecía tener el poder milagroso de la consolación.
Suavemente Xiao Ling respondió con un "mmmm" y se quedó en silencio.
Pei Ziheng dijo: —Eres tan tonta.
—¿Ump?
Estaba confundida.
—¿Por qué lo molestaste si sabias que no podrías vencerlo? —dijo Pei Ziheng—. No eres quien eras antes. Li Lei no te está protegiendo y cuidando. Mantente alejada de esos malditos ricos bastardos, ¿comprendes?
Al escuchar sus palabras, Xiao Ling sintió que había reaccionado estúpidamente.