Xia Ling bajó la cabeza y sintió las palabras doradas con sus dedos blancos. ¿Cuántos años habían pasado?
Habían pasado muchos años turbulentos, pero la primera reunión seguía siendo la primera. Estaba claramente impreso en su corazón, y no podía olvidarlo ni siquiera en su próxima vida. Se dio la vuelta, levantó la cabeza y miró un pequeño edificio cercano. El segundo piso era el del jefe de la oficina del orfanato. La luz del sol se reflejaba desde las ventanas del piso al techo. Detrás de la ventana había un espacio amplio y tranquilo. Nadie estaba allí.