Puso un poco de la pomada sobre la herida de Xia Ling. La pomada estaba fría, por lo que alivió el ardor de su herida. Bajo la tenue luz de cristal, ella lo miró a la cara en silencio. Había un moretón en sus labios y algunas manchas de sangre que se secaron. Se veía diferente de su habitual imagen tranquila y gentil. En cambio, salió como violento y feroz.
Esta fue la primera vez que Xia Ling lo vio perder el control de sí mismo. Incluso cuando se peleaban o cuando él la castigaba con arrogancia, siempre mantenía el control, a diferencia de la forma en que lo ignoró todo recién. Era como un niño que comenzó a interesarse en el amor y se peleó por su primera novia. Inconscientemente, ella entró en trance.
—¿Qué estás mirando? —preguntó Pei Ziheng mientras aplicaba el ungüento sobre ella.
Xia Ling evitó su mirada. —Nada.
No investigó más mientras la ayudaba a acostarse y la cubría con una manta. —Duerme temprano.