Zhou Zan guardó los frascos para la mermelada que había comprado, momentos después se acercó a abrir la puerta con una sonrisa cuando escuchó un toque suave. El almuerzo ya estaba listo y justo pensaba en cuando llegaría Xiao Ming dado que le había avisado no estaría durante las primeras horas de la mañana.
—Buenos días, Xiao Ming. ¿Dormiste bien?
—Mmm —murmuró, pasando cuando Zhou Zan se hizo a un lado y lo invitó a entrar.
Luego de comer y de que Xiao Ming le ayudará a limpiar, le pidió al niño que esperará mientras iba a la otra habitación por uno de los sencillos conjuntos que le había comprado.
—Xiao Ming —llamó al volver, la ropa amarilla en sus manos, arriba su kit de costura.
Zhou Zan fue a la mesa para sentarse y le indicó a Lu Ming se sentara también.
—Compré ropa para Xiao Ming, espero lo aceptes.
Xiao Ming aceptó la ropa un poco aturdido, sus ojitos muy abiertos debido a la sorpresa.
—Esto… ¿es para mi? —susurró, mirando la ropa en sus manos como si no pudiera apartar sus ojitos aunque quisiera.
Zhou Zan acarició su carita, viendo como se emocionaba por esa ropa sencilla, una parte de él deseó haber comprado la ropa con bonitos bordados para ver cuanto se emocionaría con esa, pero también sabía se sentiría incómodo usando esa ropa elegante.
—Si, pero antes quiero ajustarla un poco y quizás bordar unas pequeñas cosas, ¿hay alguna figura que Xiao Ming quisiera en su ropa? —dejó ir su rostro con un último toque suave.
Los ojos de Lu Ming estaban enrojecidos, miraba fijamente a Zhou Zan como si no pudiera creer hubiera recibido ese regalo.
Realmente Lu Ming se sentía muy feliz y conmovido, nunca había tenido ropa nueva únicamente comprada para él, toda la ropa que alguna vez había tenido había sido la dejada por sus primos, ropa vieja que una familia vecina había arreglado para él al ver le quedaba grande o tenía muchos agujeros.
Zhou Zan era la persona más amable y buena que jamás había conocido, bajó la mirada para contener sus lagrimas, no lo consiguió.
—Yo… yo no sé —dijo con un nudo en su garganta.
Zhou Zan percibió su voz entrecortada, conmovido ante su emoción por un gesto tan trivial para él y lo que eso revelaba de la corta vida de Xiao Ming, le quitó la ropa de las manos dejándola en la mesa para tomar al niño en sus brazos.
—Esta bien… hazlo, estoy aquí —arrulló con voz llena de ternura.
Luego de unos segundos Lu Ming sollozó y se aferró a Zhou Zan, deseando el ger jamás lo dejará de abrazar.
~
Luego de almorzar Lu Ming y Zhou Zan se dirigieron hacia la montaña para llevarle el almuerzo a Lu Wei.
Xiao Ming no estaba usando la ropa nueva, porque Zhou Zan decidió que primero debía darle un buen baño, él mismo también necesitaba un baño.
Afortunadamente la tina que había encargado a Kuang Shui sería entregada por la tarde, le había pedido en privado la hiciera una prioridad dándole un poco de dinero extra.
Además había decidido convencer a Lu Wei para que permitiera a Xiao Ming dormir de ahora en adelante en su casa, esperaba la confianza generada hasta ahora fuera suficiente para que Lu Wei se sintiera seguro dejando a su pequeño hijo con Zhou Zan, técnicamente un desconocido, amable y honesto, pero aún así, un desconocido. Quizás también podría invitar a Lu Wei a quedarse en su casa, ayudaría a su recuperación, un segundo después negó internamente, ese hombre no aceptaría. Suspiró y se preparó para lo reticente que sería cuando le entregará la ropa en el futuro.
Al llegar a la cueva saludó a Lu Wei, revisó su herida y dejó Xiao Ming entregará la comida.
Poco después, mientras Lu Wei comía, sintió la mirada complicada del ger sobre él, incómodo bajó la caja de comida y palillos para enfrentarlo.
—¿Qué pasa?
El ger le sonrió cálidamente, sus bonitos y oscuros ojos con largas pestañas decididos.
—Me preguntaba si dejarías que Xiao Ming duerma en mi casa esta noche… Y todas las noches a partir de hoy, claro hasta que te recuperes y consigas un lugar propio para ambos —aclaró, como si quisiera evitar ofenderlo y que se negara.
Lu Wei abrió la boca para rechazarlo de inmediato cuando vio la expresión esperanzada de su pequeño hijo.
Cerró su boca, sintiéndose complicado, Lu Ming al darse cuenta lo miraba bajó la cabeza.
—¿Estas seguro? —preguntó, en lugar de decir directamente que no.
Zhou Zan asintió con seriedad.
—Si, Xiao Ming me ayuda mucho, pero sobre todo disfruto su compañía, quisiera tenerlo unos días conmigo… La invitación también se extiende a ti.
—No. Yo no. No es correcto —declaró con el ceño fruncido, pensando en lo raro y descuidado que era Zhou Zan al invitar a un hombre soltero a su casa, sobre todo viéndose como lo hacía—, pero… Lu Ming, ¿qué dices?
—Yo… —sus ojos emocionados se dirigieron a Zhou Zan, entonces se atenuaron al mirarlo a él—, tengo que cuidar a papá.
«Este niño», pensó Lu Wei con el corazón afligido.
—Es el padre quien debe cuidar del hijo, eso hasta que sea mayor, si quieres hacerlo ve con Zhou Zan, pero no le causes problemas y ayúdalo con todo lo que te pida. Se un buen sirviente para él.
Lu Ming asintió seriamente.
—¡Si!
—No, Lu Wei —dijo Zhou Zan, su ceño fruncido, «este hombre», pensó con un suspiró cansado—, Lu Ming no irá a mi casa como sirviente, sino como un invitado, claro que aceptaré su ayuda y le pagaré por eso, pero no lo trataré mal y tampoco lo explotaré. Te doy mi palabra, cuidaré bien a tu hijo —estiró su mano para ponerla sobre el brazo del otro.
—Tú… —Luego varios segundos de una mirada cargada, Lu Wei le mostró una pequeña sonrisa agradecida—, gracias por cuidarlo y ser amable con él.
Había visto la tierna amabilidad mostrada por Zhou Zan hacia su hijo, él mismo había recibido su amabilidad, le sorprendía su bondad, en sus veinticinco años de vida nunca había conocido a alguien tan bondadoso; sabía era sincero en sus palabras y únicamente podía aceptarlo por ahora, porque a pesar de sentir abusaba de su amabilidad, él solo quería lo mejor para su hijo. Lu Wei decidió que recompensaría toda su amabilidad en un futuro.
Zhou Zan retiró su mano, su corazón dando un pequeño saltó ante la sonrisa de Lu Wei, cualquiera se vería afectado al ver a un hombre normalmente estoico y guapo sonreír, no obstante su expresión permaneció sin cambios… a excepción de un ligero sonrojo en sus mejillas.
—Bien… bien —declaró, desviando la mirada—. Además Xiao Ming, vendremos todos los días a ver a tu padre, para revisar su estado y traerle comida hasta que se recuperé. No te preocupes, no lo estas abandonando.
Xiao Ming mostró una pequeña sonrisa feliz, ahora que había visto a ambos sonreír, Zhou Zan comprobó padre e hijo tenían la misma sonrisa que tocaba el corazón, cada uno de forma completamente diferente.
Esta historia no esta abandonada, gracias por leer.
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