Con tal de mantenerla alejada del peligro, Subaru tuvo que invocar hasta la última gota de su coraje, enfrentándose a la adversidad con un corazón de acero.
Pero en este momento, Subaru tenía miedo. La idea de tener que luchar le causaba terror.
Tres veces.
Tres veces Subaru había perdido contra Sirius, y tres veces había perdido la vida.
Por mucha experiencia que tuviese con la muerte, había muerto demasiadas veces en muy poco tiempo.
Morir era horrible, inaceptable, y por muchas veces que la experimentara, no podía acostumbrarse a ella.
Que tomaran su vida era completamente irrazonable. Era algo que negaba a su propio ser, pisoteaba su existencia e insultaba su alma. Que le arrebataran la vida implicaba todo eso.
Aunque intentaba ocultarlo, Subaru no podía olvidar lo mucho que le afectaba.
A pesar de que obstinadamente mantenía su postura de querer proteger a los demás, era incapaz de deshacerse de su débil corazón que tenía miedo a morir.
Natsuki Subaru, a pesar de todo, no había sido capaz de superar esa debilidad.
_Beatrice: ...Subaru. Deberías rendirte, de hecho.
_Subaru: Beatrice...
_Beatrice: Emilia es testaruda, supongo. No cambiará de opinión, de hecho. Betty también entiende los sentimientos de Emilia, supongo. Betty quiere proteger a Subaru de la misma manera... así que Betty no es capaz de negarle eso, de hecho.
Beatrice era clave en la estrategia y también en la toma de decisiones del equipo. Si incluso ella agitaba la bandera blanca, entonces ni siquiera Subaru podía resistirse.
Emilia miraba con sinceridad a Subaru, y a Beatrice con cariño. Bajo su mirada, Subaru finalmente cedió.
_Subaru: …Los cultistas te atacarán. Si eso sucede, piensa en ti misma como una prioridad.
_Emilia: Sí, entendido. Aunque me atrapen, Subaru definitivamente me salvaría. Creo en ti y lo haré lo mejor que pueda.
_Subaru: No llames a la mala suerte, por favor... Así que, ¿cuánto de nuestra conversación escuchaste?
Tras haber sido aceptada por Subaru, Emilia sonrió relajadamente y se tocó sus labios con los dedos.
_Emilia: Oí lo esencial. El Culto de la Bruja va a causar estragos con magia Nect y Beatrice quiere contrarrestarla con Shamak. Durante ese tiempo, tengo que trabajar duro para increpar a esa mala persona.
_Subaru: Es una forma infantil de entenderlo, pero lo has entendido bien. Emilia, ¿puedo contar contigo?
_Emilia: Déjamelo a mí. Soy muy fuerte.
Emilia hizo una pose de victoria con su puño. Esa encantadora acción mostró una cierta falta de tensión, pero ella parecía haberlo entendido.
Subaru se sintió inquieto e inútil por tener que depender de Emilia.
Además, se le hacía difícil determinar el momento oportuno en que Beatrice debería usar su magia, lo que lo convertía en otro elemento de ansiedad. Pero:
_Subaru: ¡Emilia-tan y Beako están aquí, así que no puedo fallar...!
En lugar de sentirse ansioso, lo usó para alimentar su decisión.
_Subaru: Además, ya casi es hora.
Entre la propuesta de Beatrice y la incorporación de Emilia, habían consumido más de la mitad del tiempo que les quedaba. Tratándose de Sirius, debían de darlo todo.
Si pudieran, sería preferible sacar a golpes a Sirius de la torre y alejarla de Lusbel.
_Subaru: Emilia-tan. Pronto aparecerá una persona extraña en la torre. Ataca entonces con un gran golpe. Lo ideal sería que cayera de la torre. Después, Beako preparará su hechizo, así que cuando llegue la señal empezaremos a pelear.
_Emilia: Sí, entendido. No sé si las cosas irán tan bien, pero lo intentaré.
La expresión de Emilia se puso seria, y tanto Subaru como Beatrice asintieron con la cabeza el uno al otro. El plan estaba listo.
_Subaru: —¡Ya está aquí!
Se podía ver la silueta de la psicópata moviéndose en la ventana de la torre del tiempo.
Su cuerpo estaba envuelto en un abrigo negro, y su cabeza estaba envuelta en vendas. Los extremos de su cadena, que colgaban de sus manos, golpeaban el suelo con sonidos de traqueteo mientras miraba hacia la plaza, donde había gente que aún no había notado la presencia de la psicópata.
Sirius se paró en su escenario, sacudiendo su cuerpo y abriendo los brazos como si admirara a la gente que no estaba preparada para la inminente amenaza.
Y entonces, ella aplaudió — la gente que oyó el sonido, se fijó en ella y Sirius se preparó para empezar su discurso.
_Subaru: …
Tragando saliva, Subaru presenció el momento a cámara lenta.
Con gestos imponentes, Sirius levantó el tórax para hablar con firmeza.
_Emilia: ¡Ul Hyuuma!
Un enorme carámbano apareció frente a la torre, levitando en el aire cerca de Sirius y a su misma altura.
El grueso carámbano, del tamaño de cinco personas, golpeó la torre con un violento choque, atravesando la parte delantera de la torre, y las paredes se separaron. La mandíbula de Subaru se quedó abierta de lo atónito que estaba.
_Subaru: ¿E-Emilia-tan?
_Emilia: Dijiste que teníamos que golpear primero, así que así lo hice... ¿es que acaso lo arruiné?
_Subaru: No, good job. Es sólo que no esperaba que atacaras antes de su presentación.
Subaru todavía no había hecho ningún gesto para que ella actuara, y se sorprendió de que Emilia hubiera determinado a la amenaza con una sola mirada.
Ya que Sirius tampoco estaba preparada, a lo mejor el golpe la había lanzado lejos. Además, la multitud en pánico todavía estaba bien, así que, probablemente, Sirius efectivamente había sido incapacitada.
Eso fue enteramente gracias a la gran contribución de Emilia.
_Subaru: Beako, ¿qué opinas?
_Beatrice: En primer lugar, deberías pensar en una manera de abordar el malentendido de la gente que nos rodea, de hecho.
Cuando la sorpresa de Beatrice se convirtió en orgullo, Subaru quiso preguntar si habían derrotado a Sirius.
Emilia observó la destrucción de la torre mientras Subaru se volvía lentamente para enfrentarse a la inquieta multitud. El hombre bestia y la mujer con los ojos vendados estaban allí— Subaru quería aliarse con ellos, pero desafortunadamente parecía que no sería así.
_Subaru: Uh, bueno, ¿qué hago ahora? ¿Explicar que no pretendíamos causar ningún daño?
_Emilia: —No. Será mejor que des un paso atrás, Subaru.
Mientras Subaru se rascaba la cabeza, pensando en una explicación, Emilia repentinamente lo tomó de los hombros, poniéndose ella frente a la multitud.
En ese momento, una serie de chasquidos resonaron en el aire, y una espada azul de hielo apareció en las manos de Emilia, quien asumió una postura de batalla, encarando a la multitud.
_Subaru: ¿Emilia-tan? No hace falta que vayas tan lejos...
_Emilia: No es eso. Mira atentamente, Subaru. No hay señales de cordura.
_Subaru: —¿Eh?
Asustado por la firme voz de Emilia, Subaru observó a la multitud a su alrededor y no pudo evitar contener el aliento. Como dijo Emilia, sus ojos no tenían ni una pizca de cordura.
Las personas que los rodeaban estaban rojas como un tomate del cuello hacia arriba, con los vasos sanguíneos de sus rostros a punto de estallar y ojos inyectados de sangre que miraban fijamente al grupo de Subaru.
Sus miradas estaban llenas de furia.
_Subaru: ¡Beako! ¡¿Qué hay de Shamak?!
_Beatrice: ...No funcionó, supongo.
_Subaru: ¿Qué?
_Beatrice: Esta magia no se parece en nada a Nect... no, es malévola, de hecho. Esto no es nada como la magia, supongo. Es… ¡Es un maleficio, de hecho!
Beatrice alzó la voz enfadada, y Subaru únicamente pudo responder frunciendo el ceño.
No estaba seguro de los detalles, pero el Shamak de Beatrice no había funcionado. Entendía el problema, pero no tenía solución.
Entonces, la multitud fue completamente envuelta por la locura.
_Multitud: Apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta, apesta.
Era un sonido terrible y viscoso que maldecía al mundo.
" —— "
Con un fuerte ruido, la pared exterior de la torre se derrumbó.
El enorme carámbano de hielo incrustado en la torre comenzó a resquebrajarse, hasta romperse en mil pedazos en un instante. Y entremedio del hielo dispersado que brillaba bajo el sol, comenzó a escucharse débilmente el ruido de unos pasos.
Eran los pasos de una psicópata.
No estaba ilesa. La mitad de los vendajes que tenía alrededor de la cara estaban manchados de sangre, la cual también goteaba de su brazo izquierdo y de su cadena.
El ataque preventivo de Emilia sin duda tuvo efecto.
Pero, también había causado algo indeseable.
_Sirius: Asqueroso, el hedor de esa mujer, sucio y detestable, el hedor de la que me robó a mi marido, el hedor de los gusanos, la suciedad sin fin. Odio, la odio tanto, que convertirla en cenizas no sería suficiente.
_Subaru: ...¿Qué estás diciendo?
_Sirius: Y esa otra mujer, obviamente no es esa persona, pero tiene un hedor similar. ¡Qué desvergonzado, el hedor de los insectos podridos! ¡Aah, ¡aaaah!, ¡AAAAAH! ¡Qué irritante! ¡Qué infuriante! ¡Qué odioso!
La psicópata se agarró la cabeza sangrante con un fuerte grito. Su saliva salió despedida de su boca mientras caminaba sin piedad. Subaru conocía este extraño comportamiento. Era tan salvaje como siempre, pero en un sentido obviamente diferente.
_Sirius: ¡A mí! ¿¡Es que te atreves a ponerme a prueba a mí y a mi amor por mi marido, espíritu!? ¿¡¡Y tú, no te conformaste con robarme a mi esposo, PERRA MITAD BRUJA!!?
Apretando los dientes, emitió un grito de ira mientras saltaba hacia delante.
Sirius, que estaba cayendo de la torre, se cruzó de brazos frente a su cara y llamas rojas cobraron vida saliendo de ambos brazos, y formaron una línea de llamas cuando ella aterrizó en la plaza.
Ejercitando sus extremidades y armada con su llama, la psicópata levantó la cabeza.
Emilia tenía su espada de hielo lista mientras se paraba en frente de Subaru y Beatrice, protegiéndolos. Girando la mirada de uno a otro, Sirius gritó con una voz furiosa.
_Sirius: ¡Yo! ¡Soy la Arzobispa del Pecado del Culto de la Bruja! ¡¡REPRESENTANDO A IRAAA!!
Con llamas rojas brotando de ella, bañó a la multitud en calor mientras elevaba sus brazos.
En una crisis frenética completamente diferente de la que Subaru había esperado, la psicópata se presentó.
_Sirius: —¡¡SIRIUS ROMANEE CONTI!! ¡¡MALDITA SEMIELFA Y ESPÍRITU, CALCINARÉ SUS CUERPOS Y ESPARCIRÉ SUS CENIZAS EN LA TUMBA DE MI ESPOSO!!
Las crecientes llamas carmesíes permanecían unidas a sus brazos mientras la demoníaca expresión de furia de Sirius no hacía más que empeorar.
La razón por la que destacaba tanto la colérica ira en la mirada de Sirius era precisamente porque el resto de su cuerpo estaba completamente vendado.
En condiciones normales, podría incluso decirse que sus ojos lucían como los de alguien cuerdo, pero dadas las llamas en sus brazos, su ojo tomaba un color rojizo cuyo enojo amenazaba con consumir a Subaru y al resto.
_Sirius: Apestas. ¡¡Apestasapestasapestasapestasapestasapestasapestas, maldita zorra!!
Para Sirius, la presencia de Subaru era tan insignificante como el polvo.
Simplemente miraba con un odio apasionado a las dos que estaban paradas frente a Subaru — es decir, Emilia y Beatrice.
_Subaru: ¿Qué le pasa? No está actuando igual que antes…
Subaru no pudo ocultar su vacilante confusión ante la ira de Sirius.
En el corto período de tiempo en que se la había encontrado, Subaru había conocido tres veces a una Sirius relativamente normal. Entre esos encuentros, aunque Sirius no había actuado de una manera esperable dentro del sentido común, ella no era alguien irracional que se dejaba llevar por la ira.
De hecho, ella siempre había estado intentado justificar las palabras que usaba para manipular a otras personas.
Por lo que, la Sirius que se encontraba frente a ellos era completamente extraña.
Había perdido su racionalidad, cayendo presa de la ira. En términos simples, ahora parecía totalmente apta para su título de Ira.
_Sirius: Son como larvas, como malditas moscas, no importa cuánto las queme y las queme, nunca dejan de salir… ¡¿Qué tanto me odias, eh?! ¿Es que acaso ni en mis momentos más tristes tengo el derecho de estar de luto?
_Emilia: …No sé de qué estás hablando.
_Sirius: ¿¡Qué!?
Emilia respondió sin miedo a las enfurecidas acusaciones de Sirius, incluso ante las feroces reacciones de ella.
Emilia apuntó con la punta de su espada de hielo a la multitud detrás de Sirius.
_Emilia: Si te sientes enojada conmigo, te escucharé. Después de todo, la repentina provocación vino de nosotros, así que, por supuesto que te enojarías. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con las otras personas de aquí. Por favor, libéralos.
_Sirius: ¡Esa es la actitud equivocada! ¡Si quieres liberarlos a todos, ¡entonces hazlo bien! ¿Que por supuesto que estaría enojada? ¡Pues muéstrame la actitud correcta! ¡Discúlpate, arrepiéntete, llora e implora por perdón, y luego deja que te dispare llamas por el trasero y queme tus órganos internos!
_Emilia: Dejar que mis órganos se quemen sería problemático. —Así que, resolvamos esto con algo más simple.
Sirius ladeó la cabeza al escuchar la voz baja de Emilia.
Emilia inmediatamente inclinó ligeramente la parte superior de su cuerpo y se abalanzó hacia adelante. Sus pálidas muñecas empuñaban su espada de hielo como si no tuviera peso.
Los rayos del sol se reflejaban en la afilada punta de la espada mientras ésta se dirigía hacia el hombro de Sirius.
_Subaru: ¿¡Emilia-tan!?
_Sirius: ¡Gah!
La exclamación de Subaru sonó a la vez que el gruñido de Sirius.
Frente a ese tajo, Sirius enseguida levantó su muñeca izquierda, llevando las llamas hacia la espada. Sin embargo,
_Sirius: ¡Maldita semibruja!
_Emilia: Por favor no digas eso tantas veces. Te vas a sentir sucia.
A pesar de que la espada de Emilia estaba bañada por las llamas de Sirius, no se evaporaba.
La punta plateada de la espada venció al calor, encontrándose con la muñeca izquierda de Sirius, que estaba en llamas—sólo que la cadena de Sirius también estaba envuelta alrededor de su muñeca.
Con un sonido afilado, la espada y la cadena chocaron con un brillante destello de maná. Después de sólo un momento de pelea, la espada de Emilia se rompió con un crujiente chasquido.
_Sirius: ¡Maldita…!
Con cara de tener la victoria a su alcance, Sirius usó su muñeca para apartar a Emilia de un golpe. Si la cadena llameante hacía contacto, Emilia estaría en aprietos.
El hermoso rostro de Emilia estaba a punto de llenarse de quemaduras—
_Emilia: ¡Jahh!
—pero, en ese momento, la muñeca de Sirius rebotó de vuelta, la espada de hielo de Emilia la había desviado.
_Sirius: Aah, ¡aaaah AAAAAH! ¡Muérete de una vez!
Los gritos de ira de Sirius atravesaban el aire mientras ella balanceaba ambos brazos sobre su cabeza. El centro del área a la que estaba apuntando estaba siendo ocupado por Emilia.
La cuchilla de hielo de Emilia se extendió desde la empuñadura, cambiando de forma a un martillo. Sirius recibió el golpe con ambas manos, retrocediendo, solo para ser perseguida por Emilia.
_Emilia: ¡Jah! ¡Yah! ¡Toma! ¡Jaah!
_Sirius: ¡Asquerosa! ¡Semibruja! ¡Gusano! ¡Mosca! ¡Insecto! ¡Bicho repugnante!
Aprovechando la fuerza centrífuga y el control sobre su propio cuerpo, Emilia desplegó una demostración de combate inimaginable.
Contra el martillo de hielo, la llama que empuñaba Sirius se había reducido a una forma de defensa. Observando el ataque unilateral de Emilia, Subaru, como observador, juzgó que ella ganaría. Aun así,
_Subaru: ¡Éste no es momento de estar ensimismado! ¡Emilia, no!
_Beatrice: ¡Subaru, no puedes distraerte ahora mismo, de hecho!
Si Emilia mataba a Sirius, la última Muerte sin duda se repetiría.
Aunque Subaru tenía prevista esta crisis, Beatrice le llamó la atención rápidamente. Subaru, preguntándose qué había sucedido, siguió la mirada de Beatrice.
_Multitud: —Sucio insecto.
_Subaru: —Rayos.
Detrás de Sirius, la multitud estaba llena de ira.
La multitud miró a Subaru y Beatrice e hicieron gestos de maldición que se parecían a los de Sirius —de hecho, estaban compartiendo su Ira.
Esa ola de ira se centró en Subaru.
_Subaru: No es sólo compartir sentimientos, sino que también les lava el cerebro a las multitudes para que actúen a su voluntad.
_Beatrice: Identificar la situación es algo bueno, supongo. Si no existe una solución, ¡lo único que podemos hacer es escapar, de hecho!
Cuando Subaru gimoteó considerando sus problemas, Beatrice inmediatamente saltó sobre su espalda. La multitud avanzó hacia Subaru.
_Subaru: ¡Emilia, trata de ganarnos algo de tiempo!
_Emilia: ¡No prometo nada!
Al recibir su fuerte respuesta, Subaru se echó a correr, huyendo de la multitud. Afortunadamente, el ritmo de las masas que habían perdido su racionalidad estaba lejos de ser normal.
Persiguieron a Subaru con las manos extendidas y una ira vacía en sus miradas, como zombis. La principal diferencia era que, en lugar de querer comerse a Subaru, querían despedazarlo con las manos.
_Subaru: Si seguimos así, alguien podría venir...
_Beatrice: Aunque venga alguien, si no averiguamos cómo derrotarla, no serviría de nada, de hecho. Incluso si Reinhard viniese, la situación no cambiaría, supongo.
_Subaru: En resumen, nuestros problemas no terminarán incluso si él viene...
En cualquier caso, quien podía convocar a Reinhard, Rachins, era actualmente parte de la multitud que amenazaba a Subaru. Era una de las personas que empujaba hacia adelante, tratando de ser el primero en llegar a Subaru.