La cadena lo envolvía firmemente desde los hombros hasta los tobillos, al mismo tiempo que le amordazaba. Subaru tuvo cuidado de no herir al niño mientras lo desamarraba.
_Subaru: Bueno, ya la he quitado. ¿Puedes ponerte de pie? Si no, puedo llevarte.
_Lusbel: N-No te preocupes… M-Muchísimas gracias... hk.
Lusbel se puso con dificultad de pie, agitando sus rígidas piernas, mientras ofrecía su gratitud. Aunque su rostro estaba manchado de lágrimas, seguía siendo un niño fuerte. Subaru volvió a acariciarle la cabeza.
Y luego, mientras reflexionaba sobre la intensa batalla que estaba teniendo lugar cerca de la torre.
_Subaru: Quedarse aquí puede que sea más seguro, pero probablemente deberíamos salir por si acaso. ¿Puedes caminar? ¿Estás herido en alguna parte?
_Lusbel: Mi mano derecha, sólo un poquito...
Lusbel frunció el ceño y mostró obedientemente su herida a Subaru.
En su extendida mano derecha había una aguda herida que claramente había sido hecha por un arma parecida a una serpiente. Viendo la sangre que brotaba de la herida, Subaru contorsionó su cara con malestar.
_Subaru: Bastarda, atar a un niño tan pequeño, e incluso hacerle esto.
_Lusbel: No, no. Esta herida de repente… el dolor apareció de repente mientras estaba atado.
_Subaru: ¿De repente?
Mientras estaba atado— Subaru ladeó la cabeza al escuchar las palabras de Lusbel.
Al menos, Subaru no debería haberle hecho daño en el proceso de desenredar la cadena. Sus movimientos habían sido cautelosos y, si Lusbel hubiera sufrido una herida tan grave, Subaru se habría dado cuenta.
—Un terrible y siniestro presentimiento apareció en el corazón de Subaru.
_Subaru: …De todas formas, no podemos quedarnos aquí. Vámonos.
Subaru tomó la ilesa mano izquierda de Lusbel y lo condujo hasta la parte inferior de la escalera de caracol, a la salida de la torre.
Cuando Subaru volvió a la plaza, escuchó,
_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!
La turba se había sumergido en un frenesí, esperando ansiosamente la ejecución de esa psicópata capturada, exigiendo justicia.
Ojos llenos de sed de sangre, bocas retorcidas en gruñidos, aullando que la asesinaran.
Desprecio sin límites contra el mal. Increíble aversión a lo antinatural. Querer librarse de la presencia de un enemigo que era fisiológicamente inaceptable. Esta emoción era de intención asesina.
¿Y cómo se llamaba esto?
—Esto era conocido como Ira.
_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!
Una muchedumbre de completos desconocidos se pararon lado a lado como camaradas, moviéndose hacia una misma meta.
_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!
Sus corazones unidos ante la adversidad, enfrentando a los espíritus del bien y el mal.
_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!
Escogiendo la unidad, llevándola hasta el límite, eso era…
_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!
_Sirius: Uniendo sus sentimientos en uno solo… esto es Amor, ¿no crees? Bueno, no hay duda de que esta es una escena que sólo el Amor puede lograr, ¿no están de acuerdo?
Frente a dicha escena que parecía sacada del mismo infierno, Sirius murmuró con una voz colmada de éxtasis.
El héroe estaba presionando a Sirius contra uno de los lados de la torre. La multitud que los rodeaba aplaudía ansiosamente exigiendo la muerte de esa antinatural persona, a sabiendas de que el Santo de la Espada tenía el poder de matar a dicha abominación.
Por lo visto, Sirius también había perdido la cadena de su mano derecha. Con sus dos manos desarmadas, no tenía ninguna forma de defenderse contra la «afilada» mano de Reinhard.
Esto era claramente un callejón sin salida —sin embargo, Sirius llevaba su habitual y plácida sonrisa.
_Reinhard: ¿Deseas decir unas últimas palabras?
_Sirius: Gracias. Entonces, permíteme ofrecerte un consejo. Los demás arzobispos quizás no sean tan dóciles como yo, así que, si intentas pedirles sus últimas palabras, podrías sufrir por ello.
_Reinhard: …Lo tendré en cuenta.
Ante la cálida amabilidad de Reinhard, Sirius hizo una tranquila declaración. Estando de acuerdo, Reinhard asintió y dio un paso al frente, listo para ejecutarla con la espada que era su mano.
_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!
Mientras la voz de la multitud crecía en intensidad, el destino de Sirius había sido sellado.
Esto era obvio, pero entonces, ¿por qué?
De pie, en la entrada de la maltrecha torre, Subaru sintió un palpitante escalofrío que amenazaba con romperle el corazón.
¿Por qué? ¿Qué significaba eso? Quería hablar desesperadamente, pero su boca no se movía. Una vez que empezara a hablar, Subaru sabía que terminaría pronunciando palabras indeseadas.
Subaru ciertamente se uniría a los fuertes gritos de "¡mátala!".
_Sirius: Nos conocemos el uno al otro. Humildad mutua. Reconocimiento mutuo. Nos perdonamos el uno al otro. Esa es exactamente la forma correcta que el Amor debe tomar.
Ignorando al inquieto Subaru, Sirius continuó predicando su retórica.
A primera vista, ella parecía tener razón; pero, teniendo en cuenta que era Sirius quien hablaba, esa proposición y la atmósfera misma se volvieron desagradables.
_Reinhard: …
Reinhard parecía haber llegado a la misma conclusión que Subaru.
Ya no tenía sentido dejar hablar a Sirius, así que Reinhard siguió adelante. Sin embargo, justo antes de que Reinhard la alcanzara, Sirius sonrió y sostuvo sus brazos en el aire.
Inmediatamente, acompañadas de un sonido crepitante, las cadenas fueron expulsadas de los puños de su abrigo. Esas cadenas fueron disparadas a través de sus mangas, se enrollaron alrededor de la torre y, al mismo tiempo, Sirius comenzó a volar una vez más.
Tenía la intención de escapar—pero, justo antes de que pudiera, Reinhard pisó el suelo.
Las ondas de choque se esparcieron hacia arriba, como una explosión.
Su mano se dirigió hacia ella en un fluido y ascendente corte.
En ese momento, la vida de Sirius terminaría.
_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!
Y ese resultado, sería provocado por el grito de la multitud.
El corazón de Subaru estaba lleno de miedo. Y llevado por un impulso repentino.
_Subaru: ¡¡REINHARD!!
Gritó el nombre del héroe, pero, cayendo bajo la influencia de la multitud,
_Subaru: ¡MÁTALA!
Reinhard la cortó.
Una limpia línea se dibujó desde el hombro izquierdo de Sirius hasta su flanco derecho.
Ese exquisito corte era tan agudo que hubo un retraso de varios segundos antes de que el cuerpo de Sirius pudiera reaccionar. Finalmente, la sangre en su cuerpo notó la herida, y su cuerpo colapsó cuando la sangre comenzó a rociar.
_Sirius: …Aah, el mundo es tan gentil.
Sus órganos internos se derramaron, el cuerpo de Sirius había sido cortado por la mitad.
La parte superior de su cuerpo continuó elevándose hacia arriba, derramando sangre e intestinos a través del aire; mientras que la parte inferior de su cuerpo, habiéndose quedado en el sitio, se convirtió en una fuente, rociando sangre a través de la plaza.
Esto era el mismo infierno sobre la Tierra.
Nadie podía soportar mirar directamente a ese horror. Sin embargo, nadie miró hacia otro lado.
Nadie podía apartar la vista.
_Reinhard: …No puede ser.
Después de aterrizar, Reinhard pronunció un murmullo aturdido.
Subaru vio que sus ojos azules temblaban de pena, una sombra desesperada envolvía su bello y hermoso rostro.
—Y entonces, Subaru no pudo ver más.
_Subaru: —
Subaru, y el resto de la multitud, yacían dispersos en la plaza que se había convertido en un charco de sangre.
Desde sus hombros izquierdos hasta sus flancos derechos, todos habían sido claramente divididos en dos partes.
_Subaru: —
La sangre y las vísceras se derramaban, la conciencia de Subaru no tuvo tiempo de entender nada antes de ser arrastrado por las garras de la muerte. Pero, justo antes de que eso ocurriera, sintió algo más.
La mano izquierda de un chico, agarrándose a la suya, cuyo dueño también había sido cortado por la mitad, apretando con fuerza, mirando a Subaru en busca de salvación.
Parecía que algo así ya le había ocurrido antes, en otro lugar.
_Liliana: Después de que termine la canción y ellas vuelvan a hablar, ¿no deberíamos prepararles comida y bebida? Saborear unos dulces sin duda creará un estado de ánimo que reducirá la distancia entre ellas, ¿no crees?
_Subaru: —¡ghk!
_Beatrice: ¡Ay! ¡Ay, eso duele! ¡¡Duele, de hecho, SUBARU!!
Parpadeando rápidamente, Subaru se sorprendió por lo que acababa de oír.
El repentino cambio de conciencia le hizo aferrarse a la mano de Beatrice con la misma fuerza con la que apretaba antes de su Retorno por Muerte.
Beatrice pateó con lágrimas la pierna de Subaru después de sufrir esa repentina atrocidad, quien retrocedió de dolor y aflojó el agarre de su mano.
_Liliana: ¿P-P-P-Por qué hiciste eso? ¿Por qué atacarías tan repentinamente las encantadoras manos de Beatrice-sama? Vas a arruinarlas... pero está bien, yo... l-l-las besaré y las haré sentir mejor para ti, ja... jaja.
_Beatrice: ¡No hace falta, supongo! ¡Eso es bastante asqueroso, de hecho!
Beatrice entró en pánico mientras Liliana agarraba su mano, escondiéndose detrás de Subaru. Incluso si él mismo le había lastimado la mano, la confianza en su contratista no había disminuido en absoluto.
_Emilia: Subaru, ¿estás bien? Ahora mismo, de repente te pusiste pálido…
_Subaru: E-Emilia-tan…
Una preocupada Emilia se había acercado a su lado, poniéndole una mano en su frente. Subaru se vio reflejado en sus ojos amatistas y suspiró.
Había regresado.
Se dio palmaditas en el hombro y en su costado, siguiendo con sus dedos la línea imaginaria por la que había sido cortado. En el pasado le habían abierto el abdomen, destrozado la cabeza y también había sufrido de otras muchas muertes horribles. Aunque Subaru confiaba en su experiencia con la muerte, esta había sido la primera vez que moría cortado por la mitad. Una sensación de sorpresa y pérdida prevalecían sobre su dolor y, el hecho de haber muerto de nuevo, pesaba sobre el espíritu de Subaru. Sin embargo, ésta era una muerte que Subaru —un consumado catador de asesinatos— podía aceptar.
_Subaru: ¿Por qué, no puedo encontrar una conclusión simple…?
Una vez más, pensando en los recuerdos que había heredado, esta muerte le había enseñado la realidad del poder de Sirius.
Aunque no había registrado mucho dolor, la sensación de pérdida y shock golpeó a Subaru uno tras otro. Su comprensión parcial del fenómeno aumentó.
Es decir, la causa de su muerte.
_Subaru: Eso es trampa…
Obviamente por fin lo había entendido.
Subaru fue cortado por la mitad diagonalmente de la misma manera que Sirius. En otras palabras, y diciéndolo sin rodeos, Subaru había compartido la misma muerte que Sirius. Treinta minutos atrás, antes de morir por primera vez, Subaru sólo había visto la muerte de Lusbel con alegría y luego murió. La causa de la muerte, antes desconocida, por fin había sido identificada.
—Sirius podría transferir muertes mientras alguien muriera en su cercanía.
No sólo se trataba de un lavado de cerebro con cambios emocionales. Incluso los cambios ocurridos en el cuerpo podían ser compartidos. No era lavado de cerebro, sino un lavado de cuerpo. ¿O podría llamarse lavado de alma?
En otras palabras, matarla significaba matar a toda la gente en la plaza.
_Subaru: ¿Qué se puede hacer?
Derrotar a Sirius con fuerza bruta podía lograrse llamando a Reinhard.
Sólo que eso sería a costa de la vida de todos en esa plaza. En ese caso, el resultado no sería diferente de las atrocidades que Sirius pretendía cometer.
Invocar a Reinhard no era más que una solución concisa y la más fácil de entender a primera vista, pero era, en realidad, la respuesta equivocada. En ese caso, ¿qué podía hacer?
_Subaru: ¿Llamar a Reinhard, y decirle que se la lleve viva...?
Eso era improbable, pero quizás no imposible.
Como Reinhard era capaz de matar a Sirius, también debería ser capaz de detenerla. El problema era que, si la capturaban viva, no habría manera de terminar con su control espiritual.
Subaru había entrado en contacto con Sirius y Lusbel, se volvió loco y murió. Si esa insidiosa e insana infección se repitiera, entonces capturar a Sirius sería infructuoso.
Si la mataban, todos serían enterrados con ella.
Si la atrapaban, existía la posibilidad de que propagara su contagio.
El solo hecho de existir la convertía en una amenaza para los demás, era una especie de bomba. Realmente merecía su título de Arzobispo del Pecado.
_Subaru: ¿Cómo podríamos…?
Incapaz de encontrar una solución, Subaru se encontraba en un dilema.
Si llamaban a Reinhard, definitivamente sería capaz de matar o contener a Sirius. Pero, ¿estaría eso bien, ignorando la posibilidad de caer en la locura?
_Subaru: …
El tiempo se agotaba mientras Subaru reflexionaba.
Emilia y Liliana parecían inquietas mientras veían al silencioso Subaru. Ya sea para evitar que se preocuparan o para mantenerlas en la ignorancia, Subaru tuvo que contrarrestar esa impresión.
Rápidamente cambió la expresión de su rostro y anunció,
_Subaru: Ah, no pasa nada. Es sólo que... sí, de repente sentí que vomitaría el panqueque daisukiyaki de esta mañana. Mi pecho estaba un poco incómodo.
_Liliana: Ah, te entiendo perfectamente. Yo también siento a menudo náuseas, que van acompañadas de muchos gases—
_Subaru: —No sigas. A pesar de tu forma de ser sigues siendo una chica, así que jamás acabes esa frase.
Subaru interrumpió la broma de Liliana con una sonrisa y se volvió hacia Emilia. Al ver eso, Emilia bajó la mirada.
_Emilia: Creeré en Subaru ya que eres tú quien lo dice, pero… este es un caso especial, ¿de acuerdo?
_Subaru: Sí, gracias. …Entonces, iré a comprar dulces, como sugirió Liliana. Emilia-tan, por favor, sigue disfrutando de la canción.
Gracias a la amabilidad de Emilia, Subaru pudo hacer ese anuncio después de su vacilación.
Entonces, cogiendo la mano de Beatrice otra vez,
_Subaru: Beako. Ven de compras conmigo. Demos un paseo y bromeemos como siempre hacemos.
_Beatrice: ¿Qué haces de repente…? No. Entendido, de hecho.
Beatrice dejó de lado su actitud habitual cuando vio la cara de Subaru. Para decirlo más apropiadamente, ella aceptó su oferta después de notar su expresión de súplica.
Subaru tomó la mano de la confundida Beatrice y se fue del parque por cuarta vez.
Esta vez, en lugar de dejar atrás a Beatrice, traería a su compañera de confianza con él. A pesar de que aún no había alcanzado ningún tipo de avance.
_Priscilla: …Jmm.
—Con una expresión pensativa, la mujer vestida de rojo miró fijamente a las siluetas de Subaru y Beatrice mientras se alejaban.