Pero su volátil oponente contaba con unas 50 rehenes a su alcance. Si ambas paredes se derrumbaran al mismo tiempo, ni siquiera Reinhard sería capaz de evitar que hubiera víctimas.
_Subaru: …
Si esto continúa así, la situación se quedará en un punto muerto— No, esto está yendo exactamente como Regulus quiere.
Pero justo cuando Subaru pensó eso—
_Emilia: ¿Es que ya te olvidaste de mí?
_Regulus: ¿Eh?
—Luces celestes comenzaron a danzar al lado de Regulus.
En un instante, la catedral se inundó de luz, a lo que le siguió un agudo sonido. Luz y sonido se encadenaban, entrelazados y resonando, una simple y clara melodía llenaba la catedral.
Al mismo tiempo, un inmenso encantamiento de hielo brilló en el centro de la habitación.
Aquel celeste encantamiento se extendió desde el altar hacia las paredes, formando una cúpula de hielo alrededor de las mujeres a quienes Regulus había tomado como rehenes.
Adicionalmente, el hielo había congelado las piernas de Regulus, dejándolo pegado al suelo. Una espada de hielo fue presionada contra su cuello descubierto— una espada que se extendía desde la mano de Emilia.
_Emilia: Fuiste demasiado descuidado. Ni siquiera yo podría imaginar enfrentarme contigo, así que me preparé de antemano para poder congelarte de esa manera. Has perdido.
_Regulus: …¿Sabes?, quizás eres incapaz de leer el ambiente. ¿Acaso no estaba a punto de forzar que ellos dos retrocedieran? Ésta es una escena importante, una que demostraría que soy perfectamente capaz de enfrentarme con firmeza a enemigos despreciables. Y mis esposas también, claramente todas creen y rezan por mi victoria… ¿Qué crees que estás haciendo?
_Emilia: Libéranos a todas ahora mismo. Aunque ninguna lo ha dicho, estoy segura de que algunas de ellas sólo se quedan contigo porque te temen. Aun siendo ese el caso, deberías atesorarlas, ya que ellas se esfuerzan por ayudarte…
_Regulus: —En serio, ¿con quién crees que hablas? Parece que no hacerte mi esposa fue una decisión sabia.
_Emilia: ¿Eh?
_Subaru: ¡Emilia, no! ¡Eso no lo detendrá!
Normalmente, ahí habría acabado todo. La decisión de Emilia no estaba errada.
Sin embargo, su oponente simplemente no era normal.
_Emilia: ¡—gh!
Con un suspiro, Regulus comenzó a mover suavemente sus piernas congeladas; ese ligero movimiento comenzó a desintegrar el hielo que atrapaba sus piernas.
El hielo congelado se rompió en pedazos tan fácilmente como despegar hielo derretido. Frente a esta escena, Emilia no tuvo tiempo ni siquiera de respirar antes de que Regulus la agarrara por el cuello y la levantara, sosteniéndola sólo por su mano.
_Regulus: Tal violencia… sin ni siquiera saber cómo mantenerte digna para un hombre. No importa que seas física y mentalmente virgen, tu espíritu impuro te define. Puta. Sucia ramera. Como si no hubiera sido suficiente jugar con mi corazón puro, y para colmo me amenazaste; no puedo creerlo. Nunca había conocido a una mujer tan imperdonable.
_Emilia: Kka, hggg, uu…
_Regulus: Me pregunto a cuántos hombres ha engañado tu lindo rostro. Sólo una breve sonrisa y encenderías sus corazones. Sólo un pequeño sonido y te llevarías toda su atención. Sólo un ligero toque y recibirías regalo tras regalo. Ah, ah, qué mujer tan sucia.
_Subaru: ¡Detente! ¡Quítale las manos de encima, imbécil!
Suspirando para sí mismo, la voz de Regulus estaba llena de desprecio mientras le hablaba a Emilia, a quien mantenía en su agarre. Subaru levantó la voz en protesta, pero los fríos e inhumanos ojos de Regulus cortaron la furia que sentía por aquellas atroces palabras.
_Regulus: Aquí el único imbécil eres tú. ¿Acaso no ves la situación? ¿O es que eres uno de esos que ya ni siquiera intentan entender? Yo estoy aquí, tratando y tratando de explicar, pero gente como tú, que no piensa en perfeccionarse a sí mismo y abandona todo pensamiento consciente, ¿no crees que estás derrochando toda esta generosidad? Trata de ponerte en la piel de otro, ¿es que no puedes hacer siquiera eso? Actuar de esa manera es un poco… ¿qué te pasa como ser humano?
_Reinhard: Suelta a Emilia-sama y escucharé tus condiciones.
Al lado de Subaru, quien no podía hablar de la rabia, Reinhard le habló a Regulus.
El villano alzó las cejas al oír eso. Aparentemente juzgó que la conversación fluiría más suavemente con Reinhard que con el ahora furioso Subaru, y entonces sus mejillas se torcieron.
_Regulus: Nada mal, no está nada mal esa actitud modesta. Es precisamente porque las personas cuentan con todo tipo de formas de comunicarse que, si quieren que un tema fluya en la dirección que desean, tienen que aprender a utilizar estas formas de manera efectiva. Aquellos que no entienden esto, la mayoría, sólo pueden recurrir a la fuerza bruta para hacerse oír. Qué desagradable. ¿No debería ser obvio que los asuntos que puedan resolverse mediante la negociación no requieren una demostración de fuerza? Bueno, gente como esa no es impresionante en lo más mínimo. Pero no es como si personas así fueran a tener alguna oportunidad frente a un pacifista como yo.
_Reinhard: No hace falta un discurso tan largo. Permíteme escuchar lo que pides. Ver a Emilia-sama sufriendo es doloroso, tanto para mi amigo como para mí.
_Regulus: Está bien. Entonces lo diré sin dilaciones. —Suelta esa vaina en tu cintura y acércate frente al altar.
Cuando el rostro de Emilia se puso pálido y azul, Regulus deliberadamente la elevó aún más. Sus pies colgaban en el aire, y su espada de hielo cayó al suelo.
Ante tal escena, Reinhard no dudó: soltó la Espada del Dragón de su cintura y se la dio a Subaru.
_Subaru: …Llegado el momento, desenvainaré esta espada y acabaré con ese bastardo.
_Reinhard: Interesante idea; pero, lamentablemente, creo que tú tampoco podrías desenvainarla. No te preocupes, rescataré a Emilia-sama.
Terminando su conversación a susurros, Reinhard cumplió con las órdenes de Regulus.
El Santo de la Espada se ubicó, desarmado, en el medio de la catedral, deteniéndose cuando Regulus ordenó "Detente ahí". Sólo había 5 metros de distancia entre los dos, una distancia que Reinhard podía cubrir en un parpadeo.
Sin embargo, el problema yacía en que Regulus sujetaba a Emilia por el cuello y la destrozaría en el instante en que Reinhard se acercara. Además, aún no podían comprender la verdadera naturaleza de la invencibilidad de Regulus.
Se liberó de la congelación de Emilia y creó un camino de destrucción. En alguna parte de esas acciones yacía el principio tras su Invencibilidad.
_Subaru: …
Conteniendo el aliento, Subaru vigilaba atentamente los movimientos de Reinhard.
En ese momento, siendo incapaz de encontrar una oportunidad de salir de ese punto muerto, sólo podía confiar en Reinhard. Por muy ansioso que estuviera de entrar en escena, sabía que no había nada que pudiera hacer.
_Reinhard: Como desees; me detendré aquí. ¿Ahora qué?
_Regulus: Déjame matarte. Sencillo, ¿no? Un poco cliché, lo sé. Pero, ¿estás aquí por mis esposas, o por esta prostituta? No logro sentir ninguna sinceridad en tus pensamientos. No es que quiera obligarte. Simplemente no quiero ser malentendido como una persona egoísta y egocéntrica. Tan sólo soy un hombre normal, satisfecho con los placeres simples de mi día a día. Espero que logres entenderlo.
_Reinhard: …
_Regulus: Así que sólo tengo una condición para liberar a las rehenes. Que te pares ahí y recibas un golpe. Sin defenderte y sin esquivar. Si haces esto, las liberaré a todas. ¿No sería una buena disculpa por el injusto ataque de antes?
_Reinhard: Un golpe, ¿correcto?
Ante la propuesta de Regulus, Reinhard rascó su barbilla mientras lo meditaba.
Observando su pensativa silueta, Subaru sacudió la cabeza mentalmente ante lo irracional de la propuesta. Independientemente del aspecto de Regulus, el poder tras sus ataques era obvio.
Un absurdo poder que aparentemente podía desintegrar cualquier cosa, ni siquiera Reinhard sería capaz de soportar un golpe así. Aun si lograba aferrarse a la vida, si quedaba incapacitado, esa batalla no podría continuar.
_Reinhard: Entiendo, acepto.
Sin embargo, contrario a la disputa interna de Subaru, Reinhard aceptó la condición fácilmente. Aturdido, Subaru vio a Regulus asentir con aprobación.
_Regulus: Una sabia epifanía, por lo que veo. Tienes mi respeto. Aunque seas un enemigo que trató de matar a mis esposas, por lo menos pareces tener un mínimo de humildad humana.
_Subaru: Usando rehenes, incluso siendo invencible y ni siquiera cree que está haciendo algo malo…
Regulus y sus palabras, floridas y melosas, eran evidentemente desagradables. Sin embargo, parecía que Regulus no escuchó el desprecio de Subaru, ya que mantuvo su mano en el cuello de Emilia mientras giraba su mano derecha hacia Reinhard.
_Subaru: Re-Reinhard… ¿qué es lo que estás pensando?
_Reinhard: Subaru, como prometimos. Mis carencias, encontrarás un modo de compensarlas, ¿verdad?
_Subaru: No seas tan negativo…
"Incluso la batalla más dura se puede ganar", esa era la respuesta que Subaru esperaba oír. Pero, antes de que tuviera tiempo para responder, Regulus movió su brazo hacia Reinhard.
No lo pudo ver. Las puntas de sus dedos cortaron el aire, como si hubiera lanzado algo a Reinhard, Sin embargo, el proyectil era invisible. Ese ataque bien pudo haber sido algo como una Mano Oculta.
Si esa suposición era cierta o no, era algo que quedó sin respuesta.
_Reinhard: …
La silueta de Reinhard, que había estado de pie frente a Subaru, colapsó mientras su sangre brotaba.
El ahora biseccionado cuerpo de Reinhard cayó al suelo, como si hubiera sido cortado en diagonal, completamente ausente de su usual apariencia refinada.
_Subaru: ¿Eh—?
Una gran cantidad de sangre salía del cadáver de Reinhard, tiñendo la alfombra, de por sí carmesí, de un rojo mucho más oscuro. Su cuerpo temblaba como un resorte, convulsionando en agonía.
Finalmente, llegó el momento en que incluso esos movimientos pararon, el cuerpo que yacía allí estaba verdaderamente muerto.
Ésta fue la muerte definitiva de Reinhard van Astrea.
_Regulus: Sin importar cómo sea una persona, a todos les llega la muerte de manera abrupta y decepcionante. Aquellos que alcanzaron grandes cosas, aquellos que cometieron terribles pecados… la muerte los trata por igual, robándoles la vida de la misma forma. En este terriblemente injusto mundo, ésta es una de las pocas partes de la vida verdaderamente justas.
Habiendo matado a Reinhard con sólo un movimiento de su brazo, Regulus simplemente sacudió la cabeza.
El asesino tenía una mirada serena, como si todo eso no tuviera nada que ver con sus acciones.
_Regulus: Precisamente porque los vivos saben que el final va a llegar de una forma u otra, no deberían buscar demasiada felicidad mientras viven. Por tanto, estoy extremadamente satisfecho con mi pequeño umbral de felicidad. Aunque soy Codicia, es sólo porque siempre estoy con ganas de apreciar lo que tengo y lo que tendré. Si no estuviera satisfecho con la cantidad que tengo, nunca sería feliz en mi vida. Pero, afortunadamente, nací con un don único. La sensatez para encontrar satisfacción en los placeres simples.
Llevándose el brazo que había matado a Reinhard cerca de su pecho, Regulus comenzó a reír.
Entonces—
_Regulus: Mi satisfecho ser quisiera saber, ¿moriste satisfactoriamente? Si es así, felicitaciones por morir. Si no, entonces mis condolencias.
_Subaru: ¡¡AAAAAAAAAAAAAAUGHHH!!
Antes incluso de que el eco de las ridículas palabras de Regulus se hubiera desvanecido, Subaru saltó a la acción con un rugido.
Agarró una silla y la lanzó contra Regulus. Ante ese proyectil, Regulus dio un simple manotazo, haciéndolo a un lado como si de un insecto se tratara. Decir que el impacto partió la silla habría sido una subestimación. Regulus puso cara de desagrado.
_Regulus: En comparación a aquel elegante, en verdad eres ruidoso y bruto.
_Subaru: ¡Ocurre que ser un caballero sin una pizca de caballerosidad es mi especialidad!
Pisando la alfombra manchada con la sangre de Reinhard, Subaru se llevó una mano detrás, desancló el látigo de la cintura y dirigió su punto hacia Regulus.
En respuesta, Regulus simplemente hizo el acto de apretar su agarre en el cuello de Emilia mientras la levantaba.
_Regulus: ¿Es que tienes los ojos de adorno? ¿No ves que tengo una rehén?
_???: —Me parece muy raro esto. Según lo que prometiste, ya deberías haber liberado a las rehenes.
_Regulus: —¡¿Gh?!
En el instante en que escuchó ese sonido, el rostro de Regulus se llenó de horror.
Apartando su mirada lejos del centro de la catedral, Subaru vio una silueta esbelta manchada de sangre, y su garganta se cerró del shock.
_Regulus: ¡¿Qu—?!
_Reinhard: —La Protección Divina del Fénix.
Con brevedad, Reinhard respondió al tambaleante Regulus y tres siluetas se movieron a la vez.
Subaru saltó hacia el altar, usando su látigo para poner a una mujer de pelo rubio a salvo.
Aunque seguía siendo ahorcada, Emilia pateó su espada de hielo hacia Reinhard.
Reinhard, quien saltó rápidamente, atrapó la espada y la apuntó hacia Regulus.
Con ninguna mujer en su línea de fuego, el portador de la espada no dudó.
En el siguiente instante, se hizo el silencio; y una brillante luz azul acompañó la onda de choque que se tragó la catedral.