Inmediatamente después, seis luces extremadamente brillantes rodearon a Julius.
Eran los seis cuasiespíritus que siempre acompañaban a Julius.
La combinación de esgrima y artes espirituales era lo que convertía a Julius en el más caballero de los Caballeros.
_Roy: Ni el aroma del sentimiento de inferioridad, ni la rica textura de experimentar frustración, ni siquiera la dulzura de un fuerte deseo, o el inusual sabor de la satisfacción luego de haber crecido, ¡no tienes na~da de eso—!
_Julius: —Ricardo, ve con todo lo que tengas desde el principio. Trabajemos juntos.
_Ricardo: Sí, déjamelo a mí.
Agitando sus brazos, Alphard reveló las dagas atadas a sus muñecas. Empuñar dos dagas era el estilo de combate de Glotonería, pero no parecía suficiente para defenderse de la magia de Julius o de los golpes de Ricardo.
Siempre que la pelea no fuera una emboscada, la victoria y la derrota de cada uno ya era previsible.
Aun así, los ojos de Ricardo veían que la actitud de Alphard no parecía la de alguien que iba a afrontar una batalla perdida.
_Julius: Caballero Espiritual, Julius Euclius.
Manteniendo sus modales, Julius anunció su nombre antes de la batalla.
Pero Ricardo, quien cargaba un gran machete y estaba junto a él, no sentía tal obligación moral. Ambos enfocaron sus ojos, esperando que Glotonería diera su identidad.
Ante la intensa mirada de Ricardo, que no le inquietaba en absoluto, Alphard rio.
_Roy: ¡Bien eh, muy bien, creo que bien, tal vez bien, bien ¿no?, bien ¿verdad?, bien ¿no crees?, parece bien eh, creo que parece bien eh, precisamente porque parece bien—! ¡Beber glotonamente—! ¡Comer glotonamente—! ¡Paladar exquisito, paladar vulgar, saciedad, empacho—! ¡Desabrida, con poco sazón, de buen sabor, exquisiteces—! ¡Lo devoraremos todo—! Incluso una vida sin sabor, es un nuevo sabor para nosotros—!
_Julius: —El Clausel.
La intensidad de los seis colores dibujó un círculo frente a los ojos de Julius y una luz extremadamente brillante emanó de la punta de su espada y se dirigió a apuñalar el centro de Alphard.
Múltiples afinidades se mezclaron y el poder destructivo se convirtió en un haz de arcoíris que podría tragarse todo.
Justo detrás de la luz cegadora, Ricardo cargó hacia adelante con tal impulso que rompió el adoquinado. Blandiendo su enorme machete, como si intentara acorralar a Alphard contra la intensa luz.
Un poderoso ataque con el machete y una destructiva luz arcoíris——ante ambas cosas, Alphard mostró sus colmillos atrozmente.
_Roy: —En verdad, nii-sama es tan magnífico como imaginábamos. Qué deleite—.
—Bajo la luna, destellos plateados cortaban a través del viento mientras las chispas saltaban en una sinfonía de espadas.
****
El primer músico era el Demonio de la Espada que blandía un par de espadas gemelas con encrespadas notas.
Su compañera le interceptó; una espadachina cuyos movimientos fluían como la corriente de un gentil riachuelo.
Destellos de metal danzaban por el aire; el choque del acero debía de haber sonado cruel, y sin embargo, de algún modo, esta sinfonía era nostálgica y melancólica. El clamor de precisas y afiladas colisiones recordaba a las gentiles caricias de un par de amantes.
La razón era simple: estos dos espadachines se complementaban el uno al otro a un nivel más allá de la perfección.
_Wilhelm: ¡Haaah!
El Demonio de la Espada exhaló mientras liberaba un sinnúmero de golpes desde todos los ángulos y trayectorias.
Esos precisos arcos eran prácticamente una obra de arte, sus limpios movimientos eran el estándar ideal para todos los aspirantes espadachines.
Su habilidad natural era tan impresionante que cualquiera que se llamara a sí mismo caballero estaría tan cautivado que su derrota estaría garantizada; y sin embargo él, simplemente, como si fuera lo más natural, soltaba incontables olas de ataques una tras otra.
_Thearesia: …
Un único golpe sería más que fatal, en esta lluvia inagotable de muerte.
Sin embargo, este incomparable huracán estaba siendo interceptando por una espada larga cuya dueña era increíblemente extraordinaria.
Lo que era más: esa espada tenía una característica inusual.
La longitud de la espada, tan alta como su dueña, era demasiado grande para considerarla un arma usable; sin embargo, la delgada espadachina blandía la enorme hoja como si no pesara nada.
Aunque la dueña de la espada estaba cubierta de pies a cabeza en una túnica negra que debería obstruir su visión, la punta de su espada fluía como si danzara a través del agua.
Ya fuera en términos de velocidad o perfección, las espadas gemelas superaban por mucho a la espada larga. Aun así, todos y cada uno de los ataques del Demonio de la Espada eran interceptados y desviados, sin excepción.
Entre las chispas y los fuertes sonidos del metal, con un siseo casi compadecido hacia el Demonio de la Espada, la espadachina saltó hacia atrás. Un paso muy tardío para reaccionar al inesperado movimiento y justo cuando él se echaba hacia adelante, el brillo de una espada se aproximó a su frente.
_Wilhelm: …gh.
Brillando frente a él había un golpe que no podía permitir que le tocara.
Éste era un ataque especializado que destelló más rápido que un parpadeo, lo que ocultaba la hoja que se aproximaba. Si no fuera por su amplia experiencia luchando con ella, él habría sido incapaz de ver a través de la muerte inminente que había estado a punto de recibir, y ese brillo habría atravesado su cerebro, matándolo.
La piel entre sus cejas le ardió debido a lo cerca que había estado. En un instante, el Demonio de la Espada echó a un lado sus recelos y comenzó a perseguir a la mujer que se había detenido en su pose para hacer una estocada.
_Wilhelm: huu, kuu.
_Thearesia: …
Antes siquiera de haberse recuperado lo suficiente como para contraatacar, la mujer hundió sus pies en la piel de él.
Los delicados dedos presionaron sus bien entrenados músculos abdominales e hicieron temblar sus órganos; el peso de su patada dobló el cuerpo de Wilhelm y un destello plateado dibujó un arco, que pasó cerca de su cabeza.
La brillante espada voló firme y directa, como si quisiera cortar la luna.
Habiendo llegado al punto más alto de su vuelo, la espada comenzó a descender de vuelta al suelo, cortando a través de la atmósfera y dirigiéndose a cortar en dos al Demonio de la Espada.
El poder tras ese ataque era incomparable a cualquiera de los anteriores; tanto la mortalidad de la espada en sí misma como la habilidad de su dueña para blandirla, eran más que capaces de partir un cuerpo humano por la mitad.
Aproximándose en el más corto de los destellos, esta muerte segura se acercaba.
_Wilhelm: ¡Deja de menospreciarme!
Todavía doblado, inmediatamente alzó ambos brazos, que temblaron al tiempo que chocaban con la aplastante fuerza sobre su cabeza.
Las espadas del Demonio de la Espada se superpusieron una sobre otra mientras atrapaban la espada larga que caía sobre él, quien apretó sus mandíbulas bajo su increíble poder. Incapaz de repelerlo por completo, sus brazos comenzaron a bajar; levemente, la hoja perforó su frente.
Sangre brotó de ella, tiñendo de rojo su vista. Sin embargo, no había caído de rodillas, y sus espadas no se habían roto.
_Wilhelm: ¡KuuuU—!
Los brazos conteniendo a la espada larga fueron forzados hacia arriba, empujando la espada de nuevo.Lanzando la pesada espada a un lado, el choque residual agitó el cuerpo de la espadachina ante él; y aprovechando el momento, él pateó hacia adelante.
La fuerza que debía haber impactado en el suelo fue, en vez de eso, redirigida hacia el cuerpo de la mujer en el aire. La combinación de la fuerza de la espada en caída y la patada lanzaron lejos a la mujer. El anciano Demonio de la Espada se lanzó hacia el delgado cuerpo que no tenía a dónde huir.
Una apertura.
Contra la espadachina cuyo cuerpo había sido lanzado por el aire, sin una ruta de escape, el Demonio de la Espada bajó su hombro y lanzó un ataque.
Acercándose a su cuerpo volando, el ataque vino simultáneamente desde arriba y abajo. Al unísono, las dos espadas hicieron un arco, cerniéndose sobre el cuerpo grácil de la mujer como la mordida de una bestia salvaje.
En el aire, con su espalda vuelta hacia él, ella no podría contraatacar.
Sin embargo, la convicción tras ese ataque se vio perturbada.
_Wilhelm: …gh.
La capucha que cubría la cabeza de la mujer, incapaz de ignorar la gravedad que tiraba de ella mientras la mujer giraba su cuerpo, se echó atrás, revelando lo que había estado ocultando.
Un largo cabello del color de una hermosa y fiera llama.
_Wilhelm: …
Cuando eso entró en su campo de visión, el ataque del espadachín acarreó una imperfección que existió por menos de un solo instante.
Un error, una ligera desviación de la perfección, increíblemente sutil. Aun así, nadie más sería capaz de bloquear este ataque.
Sin embargo, considerando al oponente actual del Demonio de la Espada, este error era fatal. Esa turbia hoja nunca podría alcanzar a una existencia que una vez consiguió el favor del Dios de la Espada.
_Wilhelm: …
Al ver la escena frente a él, un escalofrío trabó la garganta del Demonio de la Espada.
Ese certero golpe había sido interceptado a medio camino, justo antes de alcanzar a la mujer.
No había sido nada especial. La mujer simplemente alzó su espada larga en el aire y la situó entre las espadas gemelas que venían de arriba y abajo. Tan fácil como poner un palo entre las mandíbulas de una bestia.
La hoja y el mango de su espada larga atraparon por completo el avance de las dos espadas. Lo que hizo que el Demonio de la Espada se estremeciera fue ese mordisco del acero con el acero que sonó sólo una vez.
Haber detenido las dos espadas con sólo un estridente sonido significaba que ella había calculado hasta los milisegundos del momento exacto en que ambas chocarían con su propia arma.
Lo realmente terrible era la claridad de visión necesaria, habilidad y nervios de acero necesarios para intentar siquiera hacer algo así sin el más mínimo temblor.
_Wilhelm: —kuu.
La hazaña, tan alejada de lo que el sentido común consideraba posible, robó un suspiro a la garganta del Demonio de la Espada.
En ese instante, la pierna de la mujer aún atrapada entre las espadas surcó el aire en un amplio arco, pateando las manos del Demonio de la Espada, que aún descansaban donde su ataque había sido detenido.
El impacto le hizo soltar las armas en sus manos y en ese momento, se encontró a sí mismo completamente indefenso.
Inmediatamente después, la espada larga se deslizó por el aire horizontalmente como para segar al enemigo, acabando la agonía presente en la atmósfera.
Era tal la velocidad a la que la espada se aproximaba —y sobre todo el alcance—, que, aunque tuviera un poco de tiempo y distancia, el espadachín con las manos vacías no tenía forma de evitarlo.
La espada larga atravesando su piel y perforando sus órganos y cercenando su columna vertebral, entrando por su lado derecho en un solo movimiento y partiendo su cuerpo por la mitad—derramando sangre y órganos internos, el cuerpo ya castigado por la avanzada edad rompiéndose con el golpe. Ese era el destino que le esperaba.
Ese era el inevitable final, la conclusión de aquel encuentro.
Llegado el fin de su vida, habiendo perdido todo, no podía siquiera aferrarse a una oportunidad de redención.
—Esa clase de conclusión era simplemente inaceptable.
_Wilhelm: ¡¡RAAAAAAAAAAAAH—!!
Se rebeló contra el sangriento final que por un segundo atravesó su mente.
La garganta del Demonio de la Espada ardió con la escena final de esa ilusión, la vitalidad de sus años de ocaso estallando desde su interior. Rompiendo los límites de la concentración de tal modo que incluso el paso del tiempo se detuvo, sólo él y su oponente existían en ese momento, el sonido y los colores del mundo perdiendo nitidez.
La inminente hoja trazó una inesperada órbita para clavarse en su cuerpo.
Lentamente sintiendo cómo la hoja laceraba su frágil piel, junto al dolor y calor del sangrado y como si la fuerza natural de la gravedad se hubiera incrementado diez veces, concentró toda su fuerza en la planta de sus pies.
Enterrando sus talones con la fuerza suficiente como para quebrar el adoquinado, redirigió la fuerza del balanceo de sus brazos hacia la derecha, creando un movimiento de reacción.
Volteando su cuerpo con la distancia más corta y el mejor ángulo, girando hacia un lado como si estuviera acercándose a la hoja que rozaba su cuerpo, se trataba de una forma de evasión que le permitía moverse junto a la hoja que se deslizaba por su costado.
_Thearesia: …
Habiendo frustrado su ataque, la continuación del ataque de la espadachina fue demorado por un breve momento.
En esos instantes, el Demonio de la Espada retrocedió varios pasos, atrapando sus espadas gemelas en el aire. Con un suspiro, puso la palma de su mano en su costado, revisando la profundidad de la herida.
Ciertamente no era un simple arañazo.
Después de todo, se había girado mientras la espada invadía su cuerpo. Girarse mientras sufría un corte naturalmente abriría una herida.
Afortunadamente, había logrado impedir que la hoja alcanzara sus órganos, apenas por un pelín de distancia, pero la cantidad de sangre que salía de la herida que estuvo a milímetros de tocar sus entrañas no era ignorable.
Para una persona ordinaria, ésta sería una herida severa. Y aunque lo normal sería recibir tratamiento y descansar—
_Wilhelm: —Ya sabía desde el inicio que no duraría mucho en esta batalla.
Si ya de por sí tenía el tiempo contado, ahora ese lapso se había vuelto aún más corto.
El Demonio de la Espada —Wilhelm— se quitó la camisa y detuvo violentamente el sangrado de su cintura, exponiendo su saludable piel durante este tratamiento de emergencia; y mientras tanto, por alguna razón, no fue atacado.
La mujer frente a él simplemente observó en silencio, con su mirada carente de emoción.
Ante su propia anticipación de cualquier vacilación o cambio sutil en aquellos ojos, Wilhelm sonrió amargamente. Presionando su herida abierta, se despertó a sí mismo con el dolor.
_Wilhelm: No hay tiempo para debilidades. Deja de soñar. Ya tendremos nuestra sagrada reunión un día, en los cielos.
_Thearesia: …
_Wilhelm: No creo estar alucinando. Ni tampoco espero un milagro. Mi esposa fue una mujer reacia a seguir el camino de la espada, pero ni una sola vez le impuso a otros la responsabilidad de empuñarla.
Una sombra sin emociones, nada más que un cadáver que sabe lo que en vida una vez supo.
Cabello carmesí, largo y sedoso, una suave piel blanca y transparente, ojos hermosos como gemas; cerrando los suyos, Wilhelm recordó ese bello rostro del que nunca se cansaría.
Todo eso se encontraba frente a él, y todo eso no debía encontrarse frente a él.
_Wilhelm: Oh, Thearesia, cuán hermosa eres. —Y justo por eso, no puedes quedarte aquí.
Wilhelm empuñó con más fuerza sus espadas, asumiendo una vez más una postura de combate.
En este momento, quien se encontraba aquí de pie no era el esposo de Thearesia van Astrea. Aquel que había pedido venir aquí no era Wilhelm van Astrea.
El único que se encontraba aquí era el Demonio de la Espada Wilhelm.
—Enfrentándose a su difunta esposa, Wilhelm endureció su espíritu, su mirada volviéndose clara y despejada.
Incluso si su sangre hervía, no permitiría que su odio hacia la siniestra figura lo quebrara.
Ya que, justo ahora, en ese momento, en ese instante, nada más importaba.
Su vieja amiga, su compañera de armas, su esposa, le había dicho a Wilhelm una vez: "No permitas que el calor mancille la hoja, no permitas que tu sangre arda, debes aprender a amar el frío del acero".
¿Qué tal ahora? ¿Está ardiendo?
_Wilhelm: No, está helada. Como la hoja de la espada.
Bajo la luna, el Demonio de la Espada atravesaba a su oponente con una mirada firme.
La talentosa espadachina que era su oponente también alzó la punta de su espada larga de manera impecable una vez más.
En un instante, sus espadas volvieron a destellar una contra otra.
Los sonidos del acero se entrelazaban entre sí como un lamento, una súplica, un cortejo.
Deseando un final y deseando que un final nunca llegue.
Como si se tratara de una interminable conversación sin necesidad de palabras, el incesante eco de las espadas podía escucharse en la distancia.