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93.63% Re: zero arco 3, 4, 5. / Chapter 471: Los Grilletes del Amor.

章節 471: Los Grilletes del Amor.

—Para cuando la aurora brillante se desvaneció y la vista de Subaru se recuperó, el estado de la catedral había cambiado por completo.

_Subaru: Aunque sé que dije esto antes…

Al atestiguar esa escena con sus propios ojos, Subaru suspiró suavemente.

Decidió cubrirse la boca con la manga para evitar inhalar el polvo disperso y las astillas.

La catedral ahora estaba desprovista de techo. Envuelto por la brisa nocturna, parado en medio del lugar, Subaru pisoteó el suelo y levantó un dedo en dirección al hombre delante de él.

_Subaru: ¡Ahora estoy seguro de que eres un monstruo! 

_Reinhard: Ya dije antes que me entristece que digas eso, Subaru. Incluso yo tengo un corazón que se hiere con semejantes palabras. 

_Subaru: ¡Ahora no es el momento de quejarte de tu corazón herido, ¿no crees?! ¡Obviamente el mayor problema ahora son tus heridas físicas! ¡¿Qué demonios es esto?! 

Una vez más, Subaru se llevó las manos a la cabeza al confirmarse que Reinhard estaba fuera de los estándares.

Reinhard le devolvió una sonrisa forzada, a la vez que la espada de hielo en su mano derecha se diseminaba y desaparecía. Pese a ser blandida una sola vez, haber podido soportar el poder del Santo de la Espada indicaba que su durabilidad era digna de elogio.

Y quien hizo aquella espada, Emilia, estaba siendo sujetada por el brazo izquierdo de Reinhard.

En ese instante, Reinhard había liberado a Emilia del agarre de Regulus, poniéndola a salvo.

Como resultado, Regulus fue el único que había sufrido aquel poderoso corte.

Para ser el primer ataque, se podría decir que era un buen resultado, pero—

_Subaru: Aun así, salvamos por los pelos. Ey, ¿te encuentras bien? 

_Número 184: … 

—lo que le preocupaba a Subaru era la mujer que había alejado del peligro antes de que el caos iniciara, al igual que hizo Reinhard. Aunque la mujer rubia era bastante hermosa, sus vacíos ojos y rostro carente de expresiones le daba un aire de mal augurio.

Las piernas de ella cedieron, desplomándose en el suelo.

Seguramente aún está en shock por la situación, fue lo que pensó Subaru cuando la miró a los ojos.

_Subaru: Perdón si te sorprendimos, pero era la única manera de obtener una oportunidad. Si estás herida en alguna parte, dilo y haré lo que pueda.

_Número 184: …

Aunque Subaru le hablaba, ella seguía sin reaccionar.

Pese a que esta situación era, de hecho, inquietante, no podía preocuparse únicamente por ella.

Alejándose y dejando atrás a la mujer que permanecía sentada en el mismo lugar, Subaru fue hacia el altar—o, más bien, hacia donde había estado antes.

Esta catedral, que tenía una estructura muy similar a lo que Subaru conocía como una iglesia, había sido completamente derrumbada por un golpe de Reinhard.

La fachada del edificio, donde el altar y el pasillo que dirigía a un lado de la habitación estuvieron localizados, había sido destruida por el poder envuelto en la brillante aurora. Lo único que a duras penas sobrevivió fueron las paredes exteriores y la parte trasera del edificio. Las mujeres que había allí sentadas parecían estar ilesas gracias a la muralla de hielo creada por Emilia.

Subaru corrió hacia donde estaba el derruido altar, donde estaban Emilia y Reinhard parados. Apartándose de los brazos de Reinhard, Emilia de inmediato tosió con dolor.

_Subaru: Emilia-tan, ¿te encuentras bien?

_Emilia: —cof, cof… sí, estoy bien. Es sólo que me duele la garganta…

_Subaru: ¿Qué te ha hecho? ¿Te ha dicho algo raro? ¿Ese tipo que parece gustarle lamer las caras de las mujeres te ha hecho algo desagradable? Ese vestido de boda es hermosísimo, ¿no? Quien te vistió… no puede ser, ¿fue Regulus? Mierda, maldito hijo de perra… no lo perdonaré. Pero creo que ha tenido muy buen ojo con el vestido. Lleves lo que lleves, estás adorable, Emilia-tan.

_Emilia: Cá-cálmate un poco, Subaru. No entiendo lo que quieres decir.

Viendo a Subaru frenéticamente preocupado, Emilia retrocedió suavemente.

Al verlo con esa expresión angustiada mientras se cercioraba cuidadosamente de que ella estaba sana y salva, Emilia suspiró con una sonrisa.

_Emilia: Cierto, gracias por rescatarme. Siempre supe que vendrías.

_Subaru: Yo también sabía que Emilia-tan creería en mí y esperaría por ayuda. Pero me preguntaba qué haría si no llegaba a la boda a tiempo. 

_Emilia: No te preocupes. No me habría casado con él. Si me caso con alguien, tiene que ser con alguien que me guste.

_Subaru: ¡¿Ve-verdad que sí?! Me alegro, eso me tranquiliza. Entonces, la persona que te gusta… 

_Emilia: ¡Ah! ¡Reinhard! Esa herida… ¡¿Estás bien?! 

Justo cuando Subaru intentaba avanzar en su relación, Emilia vio a Reinhard y le habló.

Viendo la preocupación de Emilia por Reinhard, Subaru arqueó los labios y se rascó la cabeza, pero al mirar en la misma dirección que ella, frunció el ceño.

Reinhard, quien había salvado a Emilia, tenía una herida inesperadamente grave.

El frontal de su atuendo blanco había sido teñido abundantemente de rojo. Atestiguando esta explosiva escena, Emilia contuvo el aliento.

_Subaru: ¡Caramba, qué gore! ¡Ey, ¿estás seguro de que estás bien?! 

_Emilia: ¡Sí, es una herida muy grave! ¡Déjame echarle un vistazo, te curaré!

_Reinhard: Muchas gracias; pero no se preocupe por ello. La herida ya se ha cerrado. 

Esbozando una sonrisa al preocupado y nervioso par, Reinhard se limpió la sangre con su manga.

Y en su ahora limpio pecho, los rastros de la herida habían desaparecido. Ya había cerrado completamente, dejando sólo la prístina piel de Reinhard.

_Subaru: No hay ninguna herida… ¿De verdad fuiste atacado? ¿Eh? ¿Qué diablos significa todo esto? ¿Es que acaso llevabas bolsas de sangre escondidas y no me lo habías dicho? 

_Reinhard: ¿Qué es eso?

_Subaru: Deja de presumir, ¿o acaso estás siendo sincero? …Hace un instante, con la situación de los rehenes de Regulus, no sé cómo planeaste lidiar con eso, así que sólo me quedé mirando en silencio, pero… ¿cómo sobreviviste? Dímelo de una vez.

_Reinhard: Bueno… Me vino de perlas que mirases en silencio. Llamar su atención innecesariamente me habría imposibilitado salir airoso de su furia divina.

Reinhard respondió en un tono tranquilo, incluso frente a la impaciencia de Subaru. Al ver que no obtendría respuesta a su pregunta, Subaru suspiró.

_Subaru: Sólo pensé que como se trataba de ti, debía haber algún as bajo tu manga. Pero verte caer en esa lluvia de sangre me hizo pensar que de verdad estabas muerto, fue terrorífico.

_Reinhard: Aun así, reaccionaste a tiempo. Me alegra mucho que tengas tanta fe en mí.

_Subaru: Esa era tu intención al decir, justo antes, todo eso de compensar tus carencias, ¿verdad?

Subaru golpeó suavemente el hombro de Reinhard, respondiendo a esa falta de culpabilidad con palabras que lo maldecían. Escuchando su conversación, los ojos de Emilia se ensancharon con sorpresa.

_Emilia: ¿Les bastó esa breve interacción para trabajar en equipo?

_Subaru: Emilia-tan, le diste la espada de hielo a Reinhard mientras me estaba moviendo; lo hicimos juntos.

_Reinhard: Esa fue una gran ayuda. El no tener un arma en mano y tener que golpearle directamente, por alguna razón, me intranquilizaba. Su dureza era mucho más que suficiente.

_Subaru: El edificio quedó medio destruido, así que hazte responsable de eso. Aunque… esto es una Bandera de supervivencia.

Habiendo tenido numerosos encuentros con Elsa en el pasado, Subaru no podía ser muy optimista.

Incluso ahora, hablando tranquilamente, su alarma contra Regulus no cesaba.

_Subaru: Así que, Reinhard, ¿cuál es la respuesta correcta al misterio de esa escena? ¿Clonación? ¿Duplicación de Cuerpo? Espera, ¿acaso usaste el Jutsu de Sustitución, también conocida como la Técnica del Cambiazo? No me digas que además de caballero eres un ninja.

_Reinhard: Aunque no sé lo que es un "ninja", estoy seguro de que no es un gran misterio. Esta Protección Divina del Fénix simplemente permite volver de la muerte una sola vez. Así que tu observación de que parecía estar muerto era correcta; en verdad, estaba un poco muerto.

_Subaru: ¡No me vengas con que "estaba un poco muerto"! ¿Qué…? ¿Eres estúpido?

Tener que afrontar semejante respuesta inesperada sumergió a Subaru en otro mar de confusión.

Morir bajo la Protección Divina del Fénix, o algo así, podría considerarse una burla hacia la misma muerte. Aunque Subaru no era quien para decir dichas palabras—o, más bien, Subaru era el único que podía decir semejante cosa.

_Subaru: Tú… robándome mi rol…

_Reinhard: ¿—? Lo siento. Pero en ese momento lo vi como la manera más efectiva de lidiar con el Arzobispo del Pecado. Y, de hecho, funcionó bien. Aunque, de ser posible, preferiría no repetirlo.

_Emilia: Me sabe muuuy mal que hayas muerto para salvarme.

_Subaru: —Ugh.

_Emilia: ¿Por qué tienes cara de sufrimiento, Subaru? 

Atrapado por la fuerza de su respuesta, la carga psicológica de esas palabras era bastante grande.

Además, parecía que el diálogo no podría continuar más.

_Reinhard: —Subaru.

_Subaru: Lo sé.

Agudizando sus ojos azules, Reinhard llamó a Subaru.

Subaru levantó la cabeza ante el llamado, y Emilia echó un vistazo hacia donde Reinhard estaba observando.

—En la dirección hacia donde miraba había un villano emitiendo un aura ominosa.

El villano estaba parado sobre los escombros de la catedral, observando fijamente desde arriba a los tres. Cabello y ropas blancas, y una pálida expresión; este villano, vestido de blanco, curvó su boca.

_Regulus: ¿Han tenido una conversación alegre dejándome de lado? Además, ¿no es inhumano que estén tan panchos después de hacer esto? ¿O es que… sienten que acaban de pisar una hormiga o algo así? ¿Acaso golpearme es lo mismo que pisar un gusano? ¡Oigan, ¿qué les parece?! 

Mientras avivaba las llamas de su propia y exagerada indignación, Regulus saltó de los humeantes escombros de la catedral.

Mientras aterrizaba, se ajustó la solapa de su traje blanco, se arregló las mangas de su camisa y prestó atención a sus pantalones, antes de dirigir una mirada afilada sobre ellos.


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章節 472: Los Grilletes del Amor. Parte 2

Su cuerpo no presentaba cambios provenientes del golpe de Reinhard.

Lejos de ser herido, ni siquiera había una arruga en la ropa.

_Reinhard: Ya veo, como dijo Subaru, eres alguien peculiar.

_Emilia: Hace un instante, mencionaron a un Arzobispo del Pecado, Subaru. ¿Es él?

Reinhard y Emilia hablaron mientras miraban a Regulus.

Escuchando esto, Regulus dirigió una mirada de disgusto a Emilia.

_Regulus: Sí, exacto. Soy el Arzobispo del Pecado del Culto de la Bruja, representando a Codicia, Regulus Corneas… Por cierto, no conocer siquiera la identidad de la pareja con la que estuviste a punto de casarte… es un problema que trasciende el no tener consciencia como esposa. ¡Insolente, inmoral, defectuosa! ¡En serio, tu deficiencia como mujer no conoce límites! 

_Emilia: Ni defectuosa ni nada de eso, ¿acaso no fuiste tú quien no me lo dijo? Insolente e inmoral también son disparates. Y si tú eres un Arzobispo del Pecado del Culto de la Bruja… Culto de la Bruja, Culto de la Bruja… ¿—?

Emilia, frente a los insultos del resentido Regulus, estaba a punto de contradecirle antes de repentinamente quedarse en silencio.

Llevándose la mano a la cabeza, sus cejas se levantaron como si se esforzara pensando.

_Emilia: Un Arzobispo del Pecado… del Culto de la Bruja… ¿Alguna vez nos hemos encontrado antes? 

_Regulus: ¿Qué? ¿Cómo podría saberlo? Aunque, ahora mismo, si estabas por decir que nuestro encuentro fue obra del destino, eso no sería más que una ridícula farsa. A pesar de tener un rostro de extraña dulzura, en espíritu eres una puta sin remedio. Alguien así me resulta… ¡Puaj!

_Subaru: Blablablabla cállate, idiota.

Apuntando al rostro del quejica Regulus, Subaru atacó con su látigo. Fruto de este golpe, el rostro de Regulus había quedado de lado. Regulus giró de nuevo la cabeza y gruñó con furia.

Para sorpresa de nadie, su rostro estaba ileso.

_Subaru: En serio, si no podemos resolver el misterio de su invencibilidad, no podremos asegurar la victoria.

_Reinhard: No le afecta ni los ataques de espada ni los de látigo. Ni siquiera le afecta la magia de Emilia-sama. Debe haber algún truco para derrotarlo. Subaru, espero que lo resuelvas. 

_Subaru: ¿Qué es lo que estás farfullando desde hace rat—? ¡¿—?! 

Reinhard palmeó rápidamente los hombros del confundido Subaru—y luego, desapareció.

En el siguiente instante, Reinhard impactó directamente en el cuerpo del villano, mandándolo a volar hacia atrás.

_Regulus: ¡Ngh, ¿qu—!? 

Con un grito, Regulus, quien no tuvo tiempo de estabilizarse, se estrelló contra una montaña de escombros, causando que los mismos colapsaran y se desintegraran.

_Reinhard: Yo seré su oponente. Subaru, quiero que resuelvas el misterio de su invencibilidad. Te conseguiré tiempo.

_Subaru: Bien, conseguir tiempo pinta bien… ¿pero no sería mejor vencerlo de una vez por todas?

_Reinhard: Si pudiera, ya lo habría hecho. Pon a salvo a estas mujeres. Si siguen aquí, acabarán envueltas en el campo de batalla.

_Emilia: Espera, Reinhard. Aunque probablemente no sea muy efectiva, usa esto.

Sosteniendo una espada de hielo limpiamente encantada con magia, Emilia le pidió a Reinhard que se detuviera un momento.

_Emilia: Me concentré muuucho para hacer esta espada; debería ser más duradera que la última.

_Reinhard: Lo agradezco.

Aceptando la espada de hielo ofrecida, Reinhard inclinó el cuerpo en señal de profunda gratitud.

Luego se giró y saltó lejos de las ruinas de la catedral hacia Regulus. En un solo paso, desapareció de la vista de Subaru, recorriendo una distancia absurda.

Inmediatamente después de su desaparición, una onda de choque impactó en la piel de Subaru.

Mientras era envuelto por esa sensación, se giró para mirar a Emilia.

_Subaru: ¡Emilia-tan! Por el momento, ayudemos a llevar a estas mujeres a un lugar seguro para evitar que acaben envueltas en la batalla de Reinhard. Todas tienen que irse… por cierto, ¿todas están casadas con Regulus? 

Tanto ahora como antes, la homogeneidad de las mujeres protegidas por la muralla de hielo se sentía anormal.

Ser las esposas de Regulus las hacía miembros del Culto de la Bruja. A simple vista, había más o menos cincuenta. Si atacaran a la vez, ¿cómo podría Subaru combatirlas sin la ayuda de Beatrice? Sólo ahora había comenzado a preocuparse por eso.

Sin embargo, Emilia agitó su cabeza, negando esa preocupación de Subaru.

_Emilia: Descuida. Aunque son sus esposas, creo que muchas de ellas probablemente están aquí a la fuerza y bajo presión. Así que no te preocupes.

_Subaru: Ya veo. Me lo imaginaba. Si fueran una amenaza, Reinhard no las habría ignorad—gah, ¡cuidado! ¡Justo ahora unos escombros volaron hacia nosotros! ¡Qué peligroso!

Fuera de la catedral, Reinhard y Regulus estaban teniendo una batalla que superaba los límites de la humanidad.

Los escombros y fragmentos de piedra fueron propulsados debido a múltiples impactos, surcando el aire como balas. Si uno pasara justo al lado de su oreja, quizás sufriría daños.

Pese a que Reinhard tenía una absoluta ventaja ofensiva, en tanto la naturaleza del poder de Regulus siguiera siendo un misterio, esta ventaja se desvanecía poco a poco. Subaru tenía que idear una contramedida antes de que el villano pudiera sobrepasarlo.

_Emilia: Ey, ¿te encuentras bien? ¿No tienes heridas? 

Mientras Subaru reflexionaba, Emilia había comenzado a sacudir por los hombros a la mujer rubia.

Esa era la misma mujer que Subaru había rescatado hace un momento con su látigo. A juzgar por su ubicación delante del altar, su estatus parecía diferente al de las demás mujeres. Como siempre, la expresión en su rostro no mostraba ni rastro de entusiasmo.

Alzando la vista para ver a Emilia, la mujer sacudió su cabeza lentamente.

_Número 184: Yo… nosotras tenemos que permanecer aquí. Si quieres huir, por favor cuídate.

_Emilia: ¿Permanecer? ¿Por qué? ¿Tus pies están lesionados? En ese caso te curaré de inmediato. Esta pared por sí sola no es suficiente para mantenerte a salvo. ¡Apresúrate, tenemos que irnos! 

_Número 184: Por favor, permite que me rehúse. Sólo tú puedes irte de este lugar. 

_Emilia: ¡¿Por qué?! ¡Quedarte aquí hará que te veas envuelta en la pelea! Regulus atacará indiscriminadamente todo lo que le sea necesario, sin importar tu presencia. Si no huyen—

_Número 184: —Honorable Esposo no dio instrucciones de irnos.

La persuasión desesperada de Emilia fue interrumpida por la terriblemente fría voz de la mujer, transmitiendo sentimientos igualmente desprovistos de calidez.

Su penetrante y clara mirada se dirigió a los ojos amatistas de Emilia.

_Número 184: No escuchar al Honorable Esposo lo hará enojar. Si eso sucede, sólo hay un único resultado posible.

_Emilia: Eso… no…

Al igual que Emilia, Subaru no sabía qué decir ante eso.

Estaría mal considerarla rebelde, ya que no poseía voluntad. Y también estaría mal considerarla obstinada, ya que no poseía convicción.

Sus declaraciones y actitud únicamente albergaban una resignación que ya nunca desaparecería.

Ella— o más bien, ellas, todas ellas, se habían rendido hace mucho tiempo.

Esos corazones, destruidos por Regulus, ya no podían considerar otra cosa que no fuera él.

Esa era una increíble brutalidad, la cual ya no necesitaba palabras o acciones.

_Subaru: El oponente de Regulus es el Santo de la Espada, Reinhard. Sé que él te aterra, pero Reinhard no tendrá ningún problema en matarlo. Así que, no te quedes aquí. No hace falta poner en peligro sus vidas. 

_Número 184: No importa quién sea el oponente. ¿Santo de la Espada? Por favor, no me hagas reír. ¿Cómo podría alguien hacerle frente al Honorable Esposo… Regulus Corneas?

La mujer desestimó todas las afirmaciones de Subaru con nada más que desprecio.

Esa era su primera vez en mostrar una emoción genuina.

El despectivo rechazo de un adulto ante la ignorante ilusión de un niño.

—Sólo entonces, Subaru comprendió la verdadera naturaleza de esa distorsionada relación.

Las esposas de Regulus Corneas tenían absoluta fe en la fuerza de su esposo.

Incluso el saber que su oponente era el Santo de la Espada, Reinhard no significaba nada para el grillete de la maldición que nadie podía deshacer.

Aquel abrumador poder, aquel poder sin igual que poseía Regulus mantenía un firme agarre en el corazón de sus esposas.

Las esposas confiaban en su esposo, y éste no soltaría su agarre sobre los corazones de las esposas. En cierto modo, ese era el estado ideal de una relación.

Pero esa superficie serena daba lugar a distorsiones internas.

_Subaru: Mierda…

Subaru llegó a la dolorosa conclusión de que meras palabras no las moverían.

La opinión de la mujer que tenía delante de sus ojos reflejaba lo que creían las demás mujeres que había aquí. La falta de discordia y silencio muerto eran prueba de ello.

La única manera de forzarlas a irse era dejándolas inconscientes a todas y moverlas una a una; pero nadie de los presentes podía permitírselo.

_Subaru: —¡Reinhard! ¡Cambio de planes! ¡Empieza la Operación I! 

Descartando la idea de persuadir a las mujeres, Subaru escaló a lo más alto del derruido altar y llamó a Reinhard, quien se encontraba desafiando la ley de gravedad mientras corría por la pared de un edificio de la ciudad bajo el cielo nocturno que empezaba a caer. Desde esa distancia, él miró a Subaru.

" Reinhard: ¿Operación I? Subaru, ¿has puesto a salvo a las mujeres? "

_Subaru: ¡¿—?! ¡¿Qué demonios?! ¡Oye, ¿desde dónde oigo tu voz?!

" Reinhard: Ésta es la Protección Divina de la Telepatía, la cual puede enviar mi voz a aquellos amigos en mi campo visual. "

_Subaru: ¡¿Podrías dejar de ser un superhumano?! 

Incluso para Subaru, que apenas podía ser considerado un combatiente, lo que hacía Reinhard superaba la comprensión humana.

Corriendo y pateando desde una pared, Reinhard surcó el aire y giró rápidamente.

Justo antes de aterrizar, dejó que su ropa se esparciera, reduciendo el impulso, y una de sus esbeltas piernas hizo una patada en el aire, creando una cuchilla de viento hacia el suelo.


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