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98.4% Re: zero arco 3, 4, 5. / Chapter 495: La Firma de un Divorcio. Parte 4

章節 495: La Firma de un Divorcio. Parte 4

Recordó que, al principio de todo esto, fue Número 184 quien habló con Emilia.

No sólo porque Regulus le había ordenado que se hiciera cargo de Emilia. En lugar de Emilia, ella había ofrecido sus opiniones a Regulus, se puso de pie en nombre de otras esposas, y ahora mismo ella pretendía recibir las palabras lanzadas a todas ellas.

Esta clase de posición la colocaba como la confidente de Regulus, lo que podría crear la sospecha de que estuviera manipulando oportunamente a Emilia y a las esposas.

 _Emilia: Pero, no creo que ese sea el caso. No eres el "corazón" de Regulus. Me gustaría creer esto.

Emilia había sido salvada numerosas veces por Número 184.

No la protegía de forma visible a simple vista, ni tomaba sus manos para guiarla.

En cambio, se aseguró de que Emilia estuviera preparada para seguir adelante frente a una incomprensible malicia.

Alguien que se preocupaba tanto por los demás…

 _Emilia: No te imagino siendo la verdadera esposa de alguien así.

 _Número 184: …Tal vez te hablé porque quería que creyeras eso, ¿sabes?

 _Emilia: Bueno… Mi cabeza no es tan buena, así que si estabas tratando de engañarme, puede que me hayas engañado al instante. Pero…

Emilia no sabía si ella era vista favorablemente.

Actualmente, los compañeros de Emilia la apoyaban no porque Emilia los hubiera elegido ni porque hubiera esperado que ellos fueran sus compañeros.

Había sido porque todos los compañeros de Emilia la habían elegido.

Pero, tampoco es que se sintiera especialmente bien por haber sido elegida.

Más bien, siempre se había sentido incómoda, temiendo tener que cumplir con las expectativas.

Sin embargo, quería responder y ser capaz de responder a las expectativas depositadas en ella. Eso esperaba.

 _Emilia: Quiero creer en ti. Eso es lo que elegí.

 _Número 184: …

 _Emilia: ¿Por qué das la cara por aquellas que callan? ¿Por qué, a pesar de la rendición en tus ojos, me ayudaste? ¿Por qué estás—?

 _Número 184: —Sólo haces preguntas.

Interrumpiendo la pregunta de Emilia, Número 184 sacudió la cabeza.

Entonces, por primera vez desde que Emilia llegó aquí, levantó la vista lentamente y la miró.

Sentimientos congelados en una expresión rígida.

Ojos secos y labios cerrados.

Este sentimiento de pena llevó el ya hermoso rostro de la mujer a otro nivel.

Sin embargo, lo que ella estaba pensando era—

 _Número 184: Por favor, vete tan pronto como puedas. Si el Honorable Esposo nos ve, todas moriremos.

 _Emilia: Escúchame…

 _Número 184: No tengo ninguna razón para responder a estas preguntas. Ya no eres la esposa del Honorable Esposo. No como nosotras.

 _Emilia: —Yo… soy una semielfa.

 _Número 184: ¿Eh?

Frente a la confesión de Emilia, la mujer se quedó en silencio.

Al darse cuenta de que había hecho algo inesperado, Emilia sonrió levemente. Por otro lado, la mujer finalmente entendió el significado de la confesión de Emilia.

Ella entendió que, de pie frente a sus ojos, estaba una semielfa de cabello plateado.

 _Número 184: Cabello plateado… semielfa…

 _Emilia: En realidad, hasta ahora, tú y yo hemos sido diferentes. Situaciones diferentes, orígenes diferentes, diferentes incluso en nuestras cualidades más básicas. Pero, nunca pensaría en algo como "somos tan diferentes que, por lo tanto, no tenemos ninguna conexión".

 _Número 184: …

 _Emilia: Las cosas que tú y yo vemos son seguramente las mismas. Cuando estés triste, querrás llorar; cuando encuentres algo que no puedas resolver, te enfadarás; cuando encuentres algo feliz, reirás con alegría. Es lo mismo, ¿verdad?

 _Número 184: ¿Qué es exactamente lo que intentas decir?

Ante las apresuradas palabras de Emilia, Número 184 suspiró.

Emilia se encontró confundida ante esa pregunta. Qué quería decir exactamente, si quería decirlo o no, ella misma no podía entenderlo.

Esto demostró que se estaba volviendo demasiado emocional, pero eso le hizo olvidar el tema y salirse del camino. Ella debería aprender de Subaru, y decir lo que quería más directamente…

 _Emilia: Es decir, yo…

Había cosas que ella quería saber. Había cosas sobre las que quería preguntar.

Cosas sobre el «corazón» de Regulus. Cosas sobre ponerse de pie y tomar el papel principal de las esposas. Con su expresión totalmente derrotada, habiendo protegido a la casi derrotada Emilia.

Esperaba que ella le dijera todo eso.

Y una cosa más, algo que necesitaba saber primero.

Eso era…

 _Emilia: ¿Podrías… decirme tu nombre?

 _Número 184: …

 _Emilia: Me llamo Emilia, sólo Emilia. Aunque soy una semielfa con circunstancias diferentes a las tuyas, seguramente comparto similitudes contigo.

 _Número 184: Jmf…

 _Emilia: Si podemos ver las mismas cosas, sentir las mismas cosas, compartir las mismas esperanzas… Ciertamente, hablar no carecerá de significado.

Hace mucho tiempo, ella se presentó así.

Cuando su corazón se había desbordado por la inquietud, cuando se había convencido de que no tenía a nadie en quien apoyarse, cuando sentía que había sido tragada por las adversidades.

En ese entonces, ella había sido atraída por las mismas palabras.

—Incluso hoy en día, pensó.

En ese entonces, eso la hizo muy feliz.

El chico que tampoco conocía el linaje de quien tenía delante de él simplemente reconoció su existencia, y eso la había hecho muy feliz.

Cuando ella pensó que estaba a punto de ser rechazada pero de repente le lanzaron palabras como esas, ella no pudo evitarlo.

 _Número 184: …

Una vez más, tuvo que pedir prestada la fuerza de Subaru.

Ella estaba pidiendo prestado de todos lados, y luego juntó todo desesperadamente.

Pero fue suficiente.

 _Número 184: Deja… de bromear… ¿Por qué… a estas alturas…?

Frente a Emilia, la mujer Número 184 se llevó las manos a la cabeza, sacudiéndola como si no pudiera aceptarlo mientras exhalaba con fuerza.

Su cara estaba llena de agonía, su voz de resentimiento, y sus ojos daban la impresión de que estuvieran mirando algo que odiaba.

Ésta era la primera emoción genuina que Emilia había sacado de ella.

 _Número 184: ¡¿Por qué después de todo eso, de repente dices algo como que podemos ser humanos de nuevo?!

Como para liberar el flujo de la emoción largamente reprimida, gritó en lamentos.

 _Número 184: No es que no ser humano sea importante, ser una muñeca está bien. Ese hombre… está satisfecho si simplemente actuamos como muñecas obedientes. Si jugamos como muñecas, nuestras vidas permanecerán sanas y salvas. Perduramos hasta hoy sólo porque pudimos creer esto… ¡así es!

Materializando la fuerza de sus sentimientos, se enfrentó a Emilia.

Semejante forastera que no sabía nada, ¿qué podía saber de personas como ella que luchaban desesperadamente por mantenerse con vida?

 _Número 184: ¡¿Qué sabes de nosotras?! 』

 _Emilia: Sé que ustedes son increíblemente amables.

_Número 184: ¡¿Qué es lo que, sabes de nosotras?!

 _Emilia: También sé lo duro que han trabajado para aguantar.

 _Número 184: ¡¿Qué sabes… siquiera… de nosotr—?!

 _Emilia: —Sé que todas ustedes están pidiendo a gritos ser salvadas.

Al oír las palabras de Emilia, la mujer levantó la cara, como si se recuperara de repente.

Con los ojos abiertos y redondos, con los labios luchando y moviéndose débilmente.


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章節 496: La Firma de un Divorcio. Parte 5

Ni una sola palabra, no podía pronunciar nada en absoluto.

Porque, hasta ahora, si alguna de ellas lo hubiera dicho, sus corazones seguramente se habrían rendido.

La desesperación del deseo de ayudar y la esperanza de encontrar la salvación son dos caras de la misma moneda.

Hasta ahora, albergar tales esperanzas había estado prohibido. Para evitar que sus mentes se quebraran, esos pensamientos fueron suprimidos en sus corazones.

Y el resultado de esto era el estado actual de ellas, con el más simple de los gritos de ayuda sellados en el fondo de sus corazones.

 _Emilia: "Quiero ser salvada"; todas ustedes lo dicen. Así que las salvaré. Las liberaré de las manos de Regulus. Y para lograrlo—

 _Número 184: …

 _Emilia: Por favor, préstenme su fuerza. Por favor, ayuden a los que ahora mismo están todavía en la batalla; por mí, y por ustedes.

Emilia bajó la cabeza.

Con sinceridad, habiendo declarado sus esperanzas, Emilia bajó la cabeza.

Ella miraba fijamente al suelo.

Su corazón latía dolorosamente, y la atmósfera apenas perceptible que la rodeaba se sentía como si fuera un huracán.

Ella sostuvo su cuerpo, ahora al borde del desmoronamiento, apretando los dientes para fortalecer su corazón.

Pero ella no era la única que sentía miedo.

Porque, ciertamente por mucho más tiempo del que ella imaginaba, estas mujeres habían vivido una pesadilla de la que no podían despertar.

Y entonces…

 _Número 184: …Por favor, espera un momento.

 _Emilia: …

Mordiéndose el labio, la mujer le habló a Emilia, quien había mantenido la cabeza baja.

Luego, con una respiración profunda, ella movió la mirada hacia otro lugar: hacia las esposas que habían observado el diálogo manteniéndose en línea y en silencio.

 _Número 184: Me gustaría hacerles una pregunta. Una que hasta ahora no le he formulado a nadie.

La mujer hizo una pausa por un momento, y las esposas en silencio mostraron expresiones rígidas.

Emilia tampoco podía formar una sola frase y así esperaba el resultado.

En semejante mar de miradas que podrían detener la respiración de cualquiera, la mujer que siempre hizo de líder de las esposas habló.

 _Número 184: ¿Hay alguien a quien le guste ese hombre?

La pregunta que planteó la mujer ladeando suavemente la cabeza, se extendió por toda la catedral.

Emilia quedó desconcertada, mientras que las esposas que habían permanecido en silencio simplemente se miraron unas a otras. La confusión acompañó a la débil emoción que se elevó en sus mentes.

Como una onda, se extendió.

 _Esposa: …Lo odio.

Quien dijo eso no fue Emilia ni la mujer que actuaba como representante de las esposas, sino una de las esposas sentadas en las filas: una mujer de pelo corto.

Esas palabras, que apenas habían sido exprimidas, sorprendieron no sólo a Emilia.

 " Yo también lo odio. " " Lo odio. " " Siempre lo he odiado. " " Lo odio, realmente lo odio. " " Es muy raro. " " Le falta un tornillo en la cabeza. " " ¿Le ha gustado alguien antes? " " Sólo se quiere a sí mismo. " " No sé cuántas veces lo he rechazado en mi cabeza. " " Quiero llorar. " " Pero no puedo. " " Lo odio. " " Debería morir. " " Lo odio más que nada. " " Lo odio odio odio, realmente lo odio. " " Su mirada es odiosa. " " La forma en que enfatiza las palabras es odiosa. " " La forma en que camina es odiosa. " " Su carácter es odioso. " " Es imposible amarlo por naturaleza. " " Lo odio más que ayer. " " Lo odiaré más mañana. " " Asqueroso. " " Pervertido. " " Tiene el cerebro de un niño. " " Incluso un niño sería mejor. " " Incluso un dragón sería mejor. " " Nadie podría ser un buen partido para él. " " Lo rechazo visceralmente. " " Lo odio odio odio. " " Me da ganas de vomitar. " " No sé cuántas veces he pensado en matarlo a golpes. " " Lo peor. " " Lo peor de lo peor. " " Estar cerca de él me da náuseas. " " Su toque me hace sentir como si me estuviera pudriendo. " " Mi corazón murió. " " El enemigo de mi familia. " " ¿Cómo podría gustarme si me secuestró por la fuerza? " " ¿Es posible una malicia tan inconsciente? " " Quiero que sufra y muera. " " Habla y habla como un loro; me dan ganas de matarlo con cada sílaba que le oigo decir. " " Espero que sus entrañas se pudran. " " Devuélveme a mi amante. " " Quiero ir a casa, quiero ir a casa… " " No quiero que me ayudes, asesínalo a él. " " Escoria bastarda. " " Verdaderamente odioso, ¡lo odiaré siempre! " " No existe una mujer a la que le gustaría él, ¿verdad? " " Ni un hombre. " " Ningún humano lo querría nunca. "

Como si una presa se hubiera roto, las esposas derramaron las palabras que habían sido suprimidas en sus corazones hasta ahora.

Las palabras que se desbordaban eran de resentimiento y asco que habían acumulado durante demasiado tiempo en sus corazones, llenos de años de odio y sufrimiento; ciertamente no eran sentimientos que pudieran traer alegría.

—Aun así, sus expresiones al soltar esas palabras se volvieron positivamente radiantes.

_Número 184: Han sido unánimes, aun siendo la primera vez que dicen a alguien sus opiniones.

 _Emilia: Tú también, ¿hay algo que quieras decir?

 _Número 184: Sí, lo hay.

Después de escuchar las confesiones de las esposas, la mujer se dio vuelta para encarar a Emilia.

Acariciando su largo pelo rubio y sonriendo ampliamente ——dejó de lado la orden que le prohibía sonreír y, por primera vez, reveló su hermosa sonrisa.

 _Número 184: Odio a ese hombre. —Por favor, ayúdanos.

Y con una leve sonrisa, se firmó la declaración de divorcio.


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