—Presidente Huo, lo lamento, esta mujer estaba demasiado nerviosa y no pude detenerla —dijo la asistente, disculpándose repetidas veces.
—Está bien, puedes irte.
Huo Siqian hizo un gesto con la mano, indicándole que se marchara.
—Huo Siqian…
—Oye, pero si no es mi hermanita, Mian. ¿A qué le debo este placer? Ven, siéntate.
—Deja de decir estupideces. ¿Estás detrás de la demolición y reubicación?
—Hermanita, cálmate. Ven, deja que te cuente todo. Pero primero siéntate, ¿de acuerdo?
Huo Siqian era extrañamente paciente con Huo Mian. Huo Mian lo miró con una expresión gélida y luego se sentó sin muchas ganas.
—¿Quieres té o café?
—No vine aquí a tomar té contigo.
—No cualquiera puede venir aquí y tomar té conmigo, ¿sabes? —dijo Huo Siqian y luego rio.
—Deja de irte por las ramas. ¿Estás haciendo esto contra mi familia a propósito?