—Perra, ¿¡qué has dicho!?
Al ver que su jefe estaba a punto de ser humillado, algunos de sus seguidores se exaltaron.
—Ey, no hace falta ponerse así. Esta chica es graciosa, me gusta.
El hombre calvo estaba acostumbrado a mujeres aduladoras, falsas, con voces chillonas. Una mujer tan joven y madura como Huo Mian lo tomó por sorpresa; era refrescante. Él no estaba molesto con ella para nada.
—Lindura, esta es la cosa... No vas a irte de aquí, independientemente de que yo beba algo o no, ¿por qué pelearlo?
Las palabras amenazantes del hombre calvo no se ganaron nada más que una sonrisa de Huo Mian.
—No quiero problemas. Solo quiero estar sola con mis bebidas. Ustedes deberían irse. Si siguen molestándome, se encontrarán en graves problemas.
—Ja ja, eres muy tierna. ¿En qué clase de problemas crees que nos encontraremos?
Sin responder, Huo Mian tomó su cerveza y continuó bebiéndola, calmada e imperturbable.
—Jiang Chengyong.