—Mamá... —La mano de Chu Yanshen se detuvo un instante.
—Miró hacia arriba, fijando la vista en Chu Xiaomeng con asombro, y de repente sintió un nudo en la garganta—. ¿Qué has dicho...?
—¡Mamá, es Mamá! —Chu Xiaomeng señaló el cuadro, pero al ver los ojos enrojecidos de Chu Yanshen, preguntó confundida—. ¿No es esta Mamá?
—...No, no lo es.
—Chu Yanshen bajó su mirada de fénix y cuidadosamente enrolló el pergamino, guardándolo. Entonces, extendió su gran mano y despeinó el cabello de Chu Xiaomeng.
—Chu Xiaomeng frunció su pequeña frente, su cabello suave ligeramente alborotado por la mano de Chu Yanshen de una manera incómoda. Quería esquivar, pero viendo la expresión de Chu Yanshen, solo pudo toser una vez—. Si ella no es Mamá, ¿entonces quién es?
—Era una muy, muy buena... amiga.
—Chu Yanshen pensó mucho tiempo antes de encontrar un término apropiado que usar frente a la niña al referirse a ella.
—Está bien.