—Entonces, ¿quién es Nesy Katko? —preguntó la señora chismosa en traje frente a mi.
—No tengo ni idea, ni Darío, ni Ana quisieron decir una sola palabra, y Kaori solo bromeaba y decía que era su abuela en estado senil —dije trazando con la punta de mi dedo la costura del cómodo sillón donde estaba sentada.
—¿Planeas investigar quien es Nesy Katko?
—No, ya no quiero que me peguen por investigar —contesté como una niña pequeña a la que habían regañado.
La psiquiatra me miró como a un bicho raro, después de un mes de terapia probablemente ya estaba cansada de mi, y no la culpo, descubrí que el estrés post traumático me hacía mas insoportable que nunca.
—Lo que tu viviste no es algo normal, no siempre se golpea a la gente que investiga —intentó convencerme la doctora Mercedes anotando en su libreta de estampado de gatos—, bien sabes que la violencia nunca esta justificada, es un crimen golpear a alguien por investigar.
Esa respuesta me la había dado miles de veces, y como siempre seguía tratando de hacerla entender que todo era sarcasmo, pero nunca funcionaba.
—Aun así no voy a tratar de averiguar quien es Nesy Katko, estoy herida física y mentalmente, necesito un descanso de mínimamente 10 años para recuperarme de esto —y no mentía, de esto no podría salir fácilmente, los recuerdos de aquella iglesia construida en las entrañas de la tierra todavía me atormentaban por las noches.
—¿Tomaras ese descanso porque estas cansada o porque tienes miedo de que te vuelva a ocurrir lo que sucedió con el asesino de Kathe?
—Creo que las dos razones que mencionó son la causa de que ya no quiera continuar por el camino de detective, me aterra pensar en que vuelva a ocurrir algo así, y también estoy cansada de tratar de averiguar los secretos de los demás, creo que será mejor que me dedique a algo que no conlleve muchos riesgos, algo en lo que pueda lucir bella y no sude por escalar muros para allanar una propiedad.
Le había contado todo a Meche, claro que había omitido los detalles muy ilegales, solo le había mencionado que había conseguido evidencia y que Leonardo nos tenía en la mira gracias a esa evidencia.
Después de mi secuestro la realidad tocó a mi puerta, la mayor parte de las cosas que hicimos fueron ilegales, desde la retención de evidencia crucial de un caso que seguía abierto, hasta el hackeo de un dispositivo electrónico para infringir la privacidad de un civil, Darío me dejó muy claro que si decíamos algo todos iríamos a la cárcel o anularían las pruebas en contra de Leonardo, no iba a ser sencillo que condenaran a Leonardo por el asesinato de Kathe, aun así sabía que teníamos que hacer llegar todas esas evidencias a la corte. La manera mas sencilla que habíamos encontrado de hacer que la justicia llegara a él fue con pruebas de casos anteriores, porque el hombre tenía cola que le pisaran, Darío me contó que Kathe no había sido la única en morir a manos de ese loco, había mas chicas, todas ellas habían sido sus alumnas, esto solo ayudaba a ver mas claramente al monstruo que era mi ex profesor de historia.
Apenas habían pasado dos meses desde que Leonardo me había torturado en aquella cueva religiosa aterradora, todo había cambiado desde entonces, Daniel había recibido una bala la noche en la que me recataron, no estaba muerto pero había faltado poco para que eso sucediera, al parecer le había ayudado a Leonardo debido a su estupidez, bueno, también quería vengarse de mi por haberlo dejado, además de idiota era un macho pecho peludo que creía que la mujer debía soportar las infidelidades de su novio, aun no puedo creer que estuve saliendo con él.
Estando en el hospital Marceline y yo atamos cabos, ahora entendía que el primer día que Rafael apareció después de la muerte de Kathe solo estaba ahí para saber cuanto sabía, Leonardo y él nos estuvieron vigilando desde el día uno. Cuando Rafael desapareció por unos días probablemente fue porque Leonardo estaba usándolo o amedrentándolo, aun no sabíamos esa parte de la historia, Leonardo aun no hablaba.
La noche en que Darío y yo vimos a alguien entrando a la preparatoria no nos habíamos topado con otro que no fuera Leonardo, la policía le dijo a Darío que Leonardo había usado un túnel que comunicaba su casa con las instalaciones de la escuela, el psicópata había estado acondicionando los pasadizos quien sabe con que motivo, Román aseguraba que lo hacía porque pensaba seguir asesinando jovencitas, Amando fue la primera que me vino a la cabeza cuando Román mencionó aquello.
También habíamos sacado conclusiones del atentado contra Darío, Marceline obtuvo fotos del oso de felpa que dejaron junto a Darío con aquella amenaza, yo sabía a quien pertenecía aquel peluche, era de Kathe, Leonardo debió de entrar en su habitación sin que nadie se diera cuenta para robarlo, aun no me explicaba como podía tener el alma tan retorcida para hacer aquello. Rafael había muerto a manos de Leonardo, hasta Kaori era consiente de ello aun sin conocerlo, la ultima vez que lo vi probablemente creyó que ya sabía que tenía algo que ver con la muerte de Kathe, esa fue la razón por la que murió, tal vez le contó a Leonardo pensando que él le ayudaría a esconderse, pero solo firmó su sentencia de muerte, se deshizo de él como lo hizo con mi amiga y las otras chicas a las que asesinó.
Al final me di cuenta de que había tenido un montón de suerte, si nunca hubiera conocido a Darío tal vez ahora estaría muerta, y no es por demeritar el trabajo que hizo mi novio para sacarme de ese infierno poniendo a la suerte como el factor numero uno de que todo saliera tan bien ese día, hay veces en las que por unos minutos la gente no logra sobrevivir.
Darío me contó que la policía había llegado a la iglesia en ruinas donde me habían torturado mucho mas rápido de lo habitual después de que me sacaran de ahí, se notaba que alguien muy interesado en este caso había estado tratando de ocultar la culpabilidad de su hijo ilegitimo. Darío también me había hablado del padre de Leonardo, el lado bueno era que no había servido enviar a policías corruptos a la escena del crimen, los padres de Marceline habían sido informados de todo lo sucedido gracias a Pedrito, y usando sus contactos habían logrado enviar gente con mas poder que los corruptos para poder encarcelar a Leonardo. Una guerra de poder, eso fue.
—¿Te sientes segura al saber que Leonardo esta en la cárcel? —preguntó mi psicóloga sacándome de mis pensamientos.
—No, después de la muerte de Kathe sé que nunca me volveré a sentir segura en este mundo —dije recordando a Kathe, ella siempre estaría atrapada en aquel lugar del que yo si logré salir con vida.
—¿Sigues teniendo pesadillas?
—Si, con el medicamento estoy un poco mas tranquila, pero aun así tengo el mismo sueño, las cruces iluminadas por esa luz amarilla y las bancas viejas amontonadas enfrente de mi —sabía que el daño que Leonardo me había provocado durante un día y medio dejaría secuelas que probablemente siempre tendría, el insomnio era el más inofensivo de entre todos los problemas que me había generado aquel desagradable accidente.
—¿Haz pensado en la universidad? —Meche tocó un punto que había terminado por ser de poca importancia para mi en este momento.
—En lo único en lo que he pensado es en como ir al baño sin ayuda, además de las terapias para poder volver a caminar sin dolor en la pierna —el pica hielos de Leonardo había hecho mas daño de lo que me imaginaba cuando vi mi pierna por primera vez en el hospital, me era difícil caminar sin estar drogada con algún analgésico, y las costillas rotas solo empeoraban el dolor por cualquier movimiento que hiciera, las primeras semanas después del accidente habían sido las peores.
—Creo que sería muy buena idea comenzar a pensar en tu futuro, ir a la universidad después de tu recuperación física te sería de mucha ayuda.
—Ni siquiera se que quiero hacer con mi vida, pero creo que es buena idea empezar a pensar en un futuro donde no haya casos de homicidio que esté investigando —lo decía en serio, se sentía bien pensar en un futuro normal, uno en el que no tuviera que buscar justicia para mi amiga asesinada porque ya había alguien cumpliendo una sentencia.
—No pienses demasiado en que estudiaras, solo escoge algo que te llame la atención y si no es lo tuyo puedes cambiarte las veces que sean necesarias, solo así podrás conocerte y saber que es lo que quieres —las palabras de la psicóloga nunca se hacían sentido tan bien, podía notar que trataba de no presionarme como usualmente lo hacen nuestros profesores—, creo que ya es hora de que vayas a casa.
Mercedes miró su reloj de muñeca y me mostró una sonrisa brillante, se podía respirar la paz y tranquilidad cada vez que venía a terapia con ella.
—Bien, nos vemos después, gracias por no transferirme directamente con un psiquiatra en todo este tiempo —solté usando una voz dulce y llena de agradecimiento.
—No te enviaré a que te suministren drogas, se que lo disfrutarías mucho mas de lo que cualquier otro lo haría —Meche no mentía, seguro disfrutaría de no sentir como si mi vida estuviera a punto de acabar cada que algo me recordara mi feo trauma.
—Como sea las conseguiría si tuviera las ganas suficientes —murmuré en voz baja para que Mercedes no me escuchara mientras intentaba ponerme de pie.
Apenas abrí la puerta del consultorio vi a Darío casi correr hacía mi, sentía innecesario que me ayudara a caminar ya que usaba una muleta para ayudarme, pero Darío era un delicado cuando se trataba de mis heridas.
—Darío, yo puedo caminar, no hace falta que me ayudes, de una vez te lo digo —dije mirándolo con los ojos entrecerrados, esperaba que comprendiera que no estaba bromeando.
—Esta bien, ve tu sola —se hizo a un lado y me dejó caminar por mi misma hasta la puerta de la entrada principal.
Las nubes negras que invadían el cielo me hacían sentir mas miserable de lo normal, parecía que en cualquier momento comenzaría a llover y el frío infernal de la temporada agudizaba el dolor en mi pierna.
Darío abrió la puerta de su auto para que subiera, mi mirada lo hizo mantenerse alejado mientras subía al auto, estaba siendo una total perra, pero actuaba de tal manera debido a dos meses llenos de cuidados que me hacían sentir como una paciente terminal, al principió no me dejaba dar un paso por mi misma e incluso llegó a tratar de conseguirme una silla de ruedas para que no diera ni un solo paso, mi doctor le había dicho a Darío que no había problema con que usara muletas, pero el señor justicia que se encargaba de mi bienestar no se quedaría de manos cruzadas, el hombre me llevaba y traía a todas partes, incluso se quedaba en mi casa cuando mi mamá le llamaba para decirle que otra vez había tenido pesadillas, si, mi madre y Darío ahora se contaban todo y eran tan cercanos que parecería que le cae mejor mi novio que yo misma.
—Ten —dijo Darío de repente colocando una cobija en mis piernas.
—¿De donde sacaste eso? —lo miré confundida.
—Se que te duele la pierna con este frío, así que puse una cobija en el auto para cuando la necesites —mi corazón casi se derrite al escucharlo decir aquello, tal vez estaba siendo muy dura con mi chico, él solo quería cuidarme y yo solo lo regañaba por ello.
Me acerqué a él tanto como pude, lo jalé para acabar con el espacio que quedaba entre nosotros, luego lo besé en la mejilla.
—Sigo creyendo que no merezco a alguien tan bueno como tu, perdón por ser una idiota cuando solo quieres ayudarme —me disculpé haciendo puchero y a punto de llorar.
Los brazos de Darío me rodearon y su calor me transmitió tanta paz que incluso Meche se quedaba corta.
—Te mereces esto y mas, eres el tipo de persona que arriesga su vida para meter a la cárcel al asesino de su amiga, tan valiente que incluso le gritaste sus verdades cuando amenazaba tu vida.
—Creo que mas bien estoy tan loca como para gritarle a un asesino estando totalmente indefensa.
—He conocido a gente loca, y tu no lo estas —dijo Darío besando mi cabello.
De regreso a casa comenzó a llover, las gruesas gotas de agua caían en el parabrisas del auto de Darío por montones, era difícil ver el camino frente a nosotros, estábamos seguros de que sería mejor detenernos junto a la carretera hasta que dejara de llover tan fuerte.
Darío apagó las luces del auto y solo dejó las luces preventivas del auto, apenas lo hizo pudimos ver las luces de un auto aproximándose a nosotros desde atrás, no le dimos mucha importancia hasta que se estacionó frente a nosotros.
Por un segundo creí que sería una persona que estaba haciendo lo mismo que nosotros, o que al menos sería alguien que creía que estábamos teniendo algún problema con el auto, pero nada de eso estaba ocurriendo.
Darío prendió las luces del auto para ver lo que ocurría, y lo vimos.
Leonardo.
Aun usaba la ropa de prisión y llevaba un arma en la mano, estaba listo para dispararnos.
—¡No!, ¡esto no puede ser real! —grité tan pronto pude distinguir quien era. El miedo comenzó a crecer en mi estomago, estaba a punto de empezar a hiperventilar. Un escalofrío me recorrió la espalda, el terror que me había consumido en aquella iglesia subterránea estaba de regreso, mis peores miedos se habían hecho realidad después de salir de esa pesadilla.
—¡Salgan o disparo! —gritó a todo pulmón mientras al agua corría por su cara, no parecía percatarse de que estaba diluviando ahí fuera.
Ni siquiera tuvimos tiempo de salir del auto, una bala impacto en una pierna de Leonardo.
¿De donde había venido eso?, no parecía haber nadie en unos cuantos kilómetros y quien pasara por aquí no sería capaz de ver el arma que Leonardo empuñaba contra nosotros.
Una silueta delgada y bajita caminó desde detrás de Leonardo, quien ahora se encontraba de rodillas en la grava mojada.
—¡¿Quien es esa persona?! —pregunté a Darío que ahora sostenía su arma y parecía estar mudo.
Mi miedo colapsó, y la intriga surgió de inmediato.
La persona detrás de Leonardo ahora era mas visible, una chica rubia vestida de negro apuntaba directamente a la cabeza del asesino frente a ella.
—¡Suelta la pistola! —le gritó la chica a Estrada.
La bazofia en el piso tiró el arma y la chica la pateó lejos de ellos.
—Quédate aquí —me ordenó Darío quitándose el cinturón de seguridad. Él iba a salir a confrontar a Leonardo.
—¡No salgas, por favor! —le dije aferrándome a su brazo.
—¿Recuerdas a Nesy?, ¿la chica que te llamó cuando estabas en el hospital? —me cuestionó—, pues esa de ahí es Nesy, y parece que vino a deshacerse de ese imbécil.
El tono de llamada de mi teléfono me hizo dar un brinco, Marceline me estaba llamando.
—¿Hola? —pregunté nerviosa al teléfono.
—Alexis, ¿donde estas? —Marceline me distrajo de su hermano provocando que el susodicho saliera del auto—, Leonardo escapó.
—Ya lo sé, lo estoy viendo justo ahora —dije vislumbrando a Leonardo, Nesy y Darío bajo la lluvia.
—¡¿Que?!, ¡¿estas bien?!, ¡¿donde estas?! —definitivamente había asustado a Marceline.
—Apareció frente a nosotros mientras regresábamos del consultorio de Meche, pero no te preocupes, Nesy controló el asunto, ahora mismo Leonardo esta de rodillas y sometido por la chica —dije tratando de convencerme a mi y no a Marceline de que todo estaba bajo control.
—Eso no es posible, le acabo de llamar para que viniera, ¿como llegó tan rápido? —esa pregunta no la podía contestar, pero si podía hacer mas.
—¿Le llamaste a Nesy?, ¿como tenías su número?
—Le llamé hace 2 minutos, en cuanto me avisaron que Leonardo había escapado, y sobre lo otro, lo tomé de tu teléfono mientras tomabas una siesta en el hospital hace dos meses —Marceline era mas astuta de lo que parecía, cualquiera debería tener cuidado con esta mujer si intentaba tomarle el pelo.
—Ahora mismo doy gracias a tu gran cerebro por tener la idea de robar el número de Nesy de mi teléfono, pero aun así no tiene sentido que llegara tan rápido hasta Leonardo —dije viendo como Nesy amarraba a Leonardo, parecía que la chica estaba dando un paseo por la pradera, no lucía ni un poco alterada o nerviosa.
—En realidad fue un poco extraña esa llamada, le dije que Leonardo se había escapado y ella solo contestó "no te preocupes, ya estoy en eso", no creí que hablara en serio cuando dijo que ahora mismo estaba tratando de atraparlo, y ¿como sabía que se iba a escapar de la cárcel hoy?, nada de esto tiene sentido —dijo mi amiga derrumbándose mentalmente.
—No se que demonios esta sucediendo, pero me alegra que Nesy esté aquí —confesé en un suspiro mientras veía a Darío levantar a un maniatado Leonardo del suelo con ayuda de Nesy.
—Alguien me está llamando, tengo que colgar —dijo de repente Marceline—, no hagas alguna estupidez y llámame si algo sucede.
Mi amiga colgó, y ahora estaba sola en el auto, las gotas de lluvia golpeando contra la carrocería no hacían mas que ponerme nerviosa, si no salía de ahí me volvería loca.
Abrí la puerta del auto para salir a la lluvia, y luego abrí la puerta trasera para sacar mi muleta, Darío y Nesy parecían no haberme escuchado debido al agua proveniente del cielo, sin que se dieran cuenta caminé hacia ellos.
Leonardo ahora estaba sentado en la parte trasera del auto en el que había llegado, Darío lo vigilaba manteniendo la puerta abierta y sus ojos bien puestos en el monstruo en el auto.
Nesy hablaba por teléfono en el asiento del conductor, parecía que mas bien alguien mas hablaba, no la veía mover los labios.
—¿Que haces aquí?, te dije que te quedaras en el auto —me reprochó Darío apenas me vio junto a él.
—No podía quedarme en el auto, no cuando la escoria que le hizo daño a Kathe y a mi está atado e indefenso —contesté mirando con desagrado a Leonardo que llevaba la boca tapada por cinta gris.
—Alexis, no solo es peligroso que estés aquí, tu pierna no esta en la mejor condición para resistir el frío, regresa al auto y prende la calefacción —Darío tratando de cuidarme no era lo que necesitaba ahora mismo.
—No —me negué tajante.
—Déjala que se quede, estoy segura de que quiere liberar su furia contra esa cosa —dijo Nesy a lado de nosotros mientras apuntaba a Leonardo.
¿Cuando se había bajado del auto y había llegado hasta nosotros sin que nos diéramos cuenta?
—¿De que hablas? —le preguntó Darío a Nesy incrédulo.
—Mis compañeros llegaran en 10 minutos, tiempo suficiente para un par de puñetazos, y si puedes incluso una patada —me alentó Nesy con voz burlona.
—Bien, si me permiten —dije caminando hasta el otro lado del auto para entrar junto a Leonardo en la parte de atrás.
Tenía miedo, pero Nesy y Darío estaban aquí, confiaba en que no dejarían que me pasara nada.
Apenas estuve al lado de Leonardo lo saludé con un zape, el zape mas fuerte que había dado en mi vida.
Una de sus manos tenía una cicatriz muy prominente y reciente, deduje al instante que era la mano en la que Jakub le había disparado cuando me rescataron
—Hola de nuevo, ¿como te trata la cárcel, pequeña escoria? —parloteé mientras escuchaba como Nesy y Darío subían a la parte de adelante del auto.
—Solo quería decirte un par de cosas antes de que regreses a la cárcel —dije con una sonrisa.
—No va a regresar a la cárcel —declaró Nesy mirándonos por el espejo retrovisor—, no pienses mal, esa cosa junto a ti no volverá a mezclarse con los seres humanos, al menos no con los vivos.
Nesy daba miedo, mucho miedo.
—Si yo fuera tu ya me hubiera meado —le dije a Leonardo dándole un codazo—, pero bueno, eso es lo que pasa cuando asesinas a inocentes por diversión, porque no te creo un carajo eso de los pecados y Dios enviándote a acabar con las no dignas de su paraíso lleno de angelitos tocando arpas, mereces todo lo que Nesy te haga, espero que tu muerte sea lenta y dolorosa, espero que recuerdes a cada una de tus víctimas y te atormenten hasta el ultimo segundo de tu vida.
Me desahogué, sabía que este momento no se volvería a repetir, si no lo decía ahora no lo diría nunca.
—Oh casi lo olvido —dije despistada quitándome un zapato, Leonardo claramente no sabía lo que estaba por venir—. Antes de que te vayas debo de hacerle un bien a la humanidad como tu lo hacías —vocalicé haciendo comillas con dos dedos cuando lancé la ultima palabra.
Con toda la fuerza que mi madre me había heredado de su lanzamiento de chancla, golpeé a Leonardo con mi zapato justo ahí, en sus partes intimas, como si estuviera matando una cucaracha voladora que intentaba atacarme.
Leonardo gritó detrás de la cinta inclinándose hacia adelante. Eso debía de haberle dolido mucho, justo como a mi me dolió ese maldito pica hielos, como a la señora Márquez le dolió perder a su hija, como a Kathe le dolió irse de este mundo a la fuerza y no pudiendo cumplir todos sus sueños, como a todas las víctimas que había echado de este mundo les había dolido no poder ver y despedirse de las personas que amaban, porque a un idiota se le había ocurrido que así debía ser.
Aun no estando conforme cerré el puño y lo golpeé en la mejilla, probablemente eso había sido estúpido, la ultima vez que golpeé a alguien con el puño cerrado yo también salí lastimada, pero ya no importaba, solo quería golpearlo como él lo hizo conmigo.
—Bueno, eso es todo, señor cucarachon, espero que se divierta con Nesy —me despedí sonriente mientras abría la puerta del auto, ya no quería seguir viendo a ese monstruo.
La lluvia había disminuido y ahora el camino era visible, eso me facilitó ver a los autos que se acercaban a nosotros, una carabana de autos negros con ventanas polarizadas, mis instintos me gritaron que corriera, pero Nesy y Darío, quienes habían salido detrás de mi, parecían de lo mas tranquilos cuando los vieron.
—Ya están aquí, será mejor que nos vayamos —dijo Darío quien ya estaba junto a mi con su brazo alrededor de mi cintura, sabía que lo hacía para que no me cansara de la muleta que me mantenía en pie.
Claro que no, yo quería ver como se llevaban a Leonardo.
—Que les vaya bien, y no se preocupen por el cucarachon, yo me encargo de él, ustedes hagan como si nunca lo hubieran visto hoy y mucho menos hubieran estado aquí —nos recomendó Nesy sonriente, casi parecía una chica normal, era muy bonita para ir por ahí amenazando de muerte a asesinos en serie.
—Gracias por lo que estas haciendo —dije sintiéndome realmente agradecida, intuía que Nesy sabía lo que hacía, y si ella decía que Leonardo no volvería a hacerle daño a nadie le creía.
—Katko, ¿por donde empezamos? —le preguntó a Nesy un hombre alto y musculoso que vestía ropa negra entallada, parecía no tener frío y su mirada no reflejaba nada, ni una sola emoción.
—Suban al idiota atado a la camioneta, nos llevaremos el auto, yo los guío —habló en voz baja y dejándonos fuera de la conversación a Darío y a mi.
—Alexis, fue un gusto conocerte, espero volver a verte en otras circunstancias, Darío, espero que la próxima vez que sepa de ti no sea porque tu chica fue atacada, nos vemos. —Comenzó a decir adiós Nesy acercándose a los dos, primero abrazó a Darío y después a mi, y en un susurro me dijo:— Siéntete orgullosa de todo lo que hiciste, gracias a ti tenemos a un posible eslabón de una cadena horrible de asesinatos.
¿Que acababa de decir Nesy?, ¿Leonardo era un eslabón?
Anonadada vi a Nesy dirigirse a sus compañeros mientras Darío trataba de guiarme de vuelta a su auto. Cuando estuvimos dentro y con el aire acondicionado en la temperatura mas alta por fin pude hilar palabras para hablar con Darío.
—Leonardo es un eslabón en una cadena horrible de crímenes —dije de golpee al pobre Darío que apenas había encendido el auto y estaba a punto de sacarnos de ahí.
—¿Que dijiste? —preguntó mirándome con cara de no entender nada.
—Nesy me lo dijo, dijo que probablemente Leonardo era parte de una cadena de horribles crímenes, no tengo idea de a que se refiere, pero suena a que investigaron a Leonardo mas de lo que nosotros lo hicimos —articulé mirando por la ventana a los amigos de Nesy que subían a los autos en los que habían llegado, ahora con Leonardo como nuevo tripulante en uno de los autos negros—, tal vez por eso Nesy llegó tan rápido, ya lo estaban vigilando —murmuré mas para mi que para que Darío me escuchara.
—¿Que dijiste? —me preguntó Darío confundido otra vez—, como sea, me alegra que Nesy se haga cargo de toda esta situación, de ahora en adelante no es de nuestra incumbencia si Leonardo es o no un eslabón.
Mientras pasábamos al lado del convoy liderado por Nesy, pude verla sobre una moto negro brillante, esa chica gritaba poder femenino por donde la vieras.
Ahora sabía que se había hecho justicia, Leonardo no estaría detrás de las rejas como cualquiera hubiera imaginado, pero algo me decía que Nesy sabía a la perfección como hacer pagar a un asesino como Leonardo, y eso me dejaba completamente tranquila, después de todo esa mujer parecía tener a tanta gente bajo su mando como para asegurarse de no dejar a Leonardo libre nunca mas.
Ante las autoridades Leonardo había desaparecido, la madre de Kathe estaba desconsolada y me pareció mas que necesario decirle de lo sucedido, le aseguré que el monstruo que asesino a su hija sufriría un infierno y nunca mas haría daño a nadie mas, la señora Márquez parecía confiar en mi palabra, le había jurado por mi madre mirándola a los ojos que estaba segura de que Leonardo desearía estar en la cárcel, y eso fue suficiente para que ella me abrazara y dejara de llorar por mas de 5 minutos.
Hablar con la madre de Kathe había sido la parte mas difícil y dolorosa de todas desde la muerte de mi amiga, la señora se había estado medicando y yendo a terapias con un tanatologo, pero sabía que perder a una hija nunca dejaría de doler, no tenía una hija, pero yo era una, y de solo imaginar a mi madre llorando por mi muerte me hacía doler el corazón, al final la mas lastimada era la madre de Kathe, ella no podría curarse las heridas de perder a su hija, y yo, nunca me podría curar las heridas de perder a mi amiga.
Kathe no murió por las mentiras que profesaba, sus secretos no la mataron, tampoco la mató ser una chica que disfrutaba de su sexualidad, no fue asesinada por estar sola en un lugar peligroso, la mató un hombre, un hombre que pudo haber decidido no hacerlo, un hombre que no valoraba la vida.
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