—Hnn... —gemí mientras él movía sus dedos dentro y fuera de mí.
Podía sentirlo. Su erección cruda contra mi estómago. Resistí el impulso de acariciarla mientras mi mente casi se perdía en la intensidad del placer que sus dedos proporcionaban.
Él sacó sus dedos justo antes de que alcanzara el clímax y sin darme la oportunidad de respirar o quejarme, lo introdujo dentro de mí.
—¡Ohh! —exclamé arqueando mi cabeza hacia atrás contra la pared.
Él gruñó contra mi cuello y dio un empuje suave pero sensual. Lo sentía todo minuciosamente. Se retiraba suavemente, tomando su tiempo, luego volvía a empujar igual de suave.
—Ah... Uhm...
Moví mis caderas suavemente mientras él me sujetaba por las nalgas. Lo miré profundamente a los ojos mientras el placer golpeaba cada parte de mí. Besé su parche en el ojo antes de reclamar sus labios.