—¿Deberíamos ir a saludar? —preguntó Perita.
—No, nos vamos —dije.
Me levanté apresuradamente y le dije al camarero que empacara nuestra comida y la entregara fuera de la puerta principal donde estaríamos esperando. Solo porque Iris nos daba la espalda no significaba que no nos hubiera visto. No quería ser notado en este momento. Diablos, solo quería salir de aquí.
—¿Por qué tenemos que irnos tan rápido? Ni siquiera terminé mi pudín —preguntó Perita. A veces era raro imaginar que en realidad ella era mayor que yo.
—Termínalo en casa. Nos llevamos nuestra comida, ¿no es así? —dije, despidiéndola con la mano—. ¿Conoces a ese hombre?
—Es un hombre al azar. No lo conozco.
'Por supuesto. ¿Cómo va a conocer Perita a un hombre al azar?'
El tipo tenía piel bronceada y ojos marrones oscuros. No debía ser mucho mayor que Iris. Sabía que lo que pensaba era verdad. Pero necesitaba estar seguro.
—Pensándolo bien, iré primero a la finca del duque —dije.