Talia se estaba volviendo cada vez más inquieta, su ansiedad era amplificada por la impaciencia de Liseli.
La antigua loba desaprobaba que estuvieran sentadas en la acogedora sala de estar mientras sus compañeros estaban allá afuera, arriesgando sus vidas. ¿Y por quién? ¿Por un montón de extraños?
Basándose en la rabia de Liseli, era obvio que la vieja solo tenía a Sapa en su corazón y mente.
Talia se preguntaba si a Liseli le importaría ella o Damon, si Talia no fuera necesaria como un vaso para el espíritu de Liseli y si Sapa no tuviera la misma dependencia de Damon. Talia apartó esos pensamientos. No era el momento de permitir que pensamientos oscuros se colaran. Además, Liseli tenía todo el derecho de estar al límite, igual que Talia.
Talia echó un vistazo a Meg y Cornelia para ver que ellas tampoco lo estaban pasando mucho mejor. Ambas tenían sus poderes, pero debido a las circunstancias, habían quedado atrás preocupándose por sus compañeros.