Gu Jingze miró hacia abajo y soltó a Lin Che. Su enojo hacia ella no se había disipado por completo.
—Bien. Ahora puedes largarte de aquí.
¿Qué? ¿Le estaba diciendo que se largara ahora que había terminado de besarla?
Lin Che fulminó con la mirada a Gu Jingze.
—Gu Jingze, deja de bromear. Ahora estás gravemente herido. Vine hasta aquí para poder quedarme y cuidar de ti.
—No es necesario. Tengo demasiadas mucamas aquí cuidando de mí. Ya que me odias tanto, tampoco quiero seguir desperdiciando tu tiempo.
Lin Che se preguntó quién odiaba a quién.
—Gu Jingze, déjame poner esto en claro. Claramente, tú fuiste el que me trató de forma violenta primero. ¡¿Por qué eso resultó en que te odiaras?!
Gu Jingze hizo una mueca y miró a Lin Che.