O quizá otros simplemente le tenían tanto miedo, lo que les hacía creer que era temible. No sabían que Gu Jingze en realidad era un hombre de principios.
Era bondadoso y muy buen ser humano.
De todas maneras, sin importar lo que otros pensaran de Gu Jingze, Lin Che creía que Gu Jingze no era en absoluto tan temible. Era un hombre tan correcto: ¿cómo podría ser malo?
—Iré a ver si la Abuela necesita algo —dijo Yang Lingxin obedientemente.
Lin Che se sintió reconfortada al ver que Yang Lingxin era tan diligente. La pobreza no era algo que temer. Siempre y cuando una persona fuera seria y estuviera dispuesta a esforzarse, definitivamente obtendrá frutos.
Yang Lingxin ayudó a la Abuela a guardar su ropa y a preparar la sopa. Ella seguía pensando sobre lo que sucedió con la familia Lin el día anterior.
Resultó ser que la familia Lin no era tan agradable.
Y que su madre era una tercera persona y ella era una hija ilegítima.