—¿Vivo una vida despreocupada? ¿Sabes por lo que pasé el último año superando la muerte de mis padres? ¿Me ves vestir bien y piensas que vivo una vida despreocupada? —preguntó Jia Li un poco dolida.
Fu Hua quería intervenir, pero sintió que Jia Li necesitaba arreglar las cosas con su tía. Él solo podía estar a su lado por si necesitaba ayuda, de la que no tardaría en echar a Mu Keer.
—¿No estás viviendo una buena vida? ¿Puedes negar ese hecho? ¡Realmente eres despiadada! —dijo Mu Keer con enojo.
—Intentaste vender la propiedad de mi padre, pero ¿no sientes que tú también fuiste despiadada? —preguntó Jia Li.
—Tengo que alimentar a tus primos y educarlos, así que necesito dinero. Lo que hice no estuvo mal. ¿No fue suficiente que encarcelaras a mi esposo? —preguntó Mu Keer con las manos en la cintura.
Jia Li podía ver muy bien qué tipo de pariente tenía, y se sintió aliviada de que el abuelo Fu la haya rescatado a tiempo.