Jia Li estaba inquieta y preocupada, así que no comió mucho.
El abuelo Fu y Fu Hua seguían poniendo comida en su plato, y cuando vieron que le costaba terminarla, se detuvieron.
—Jia Li, ¿no te gusta la comida? ¿Debería pedir a la cocina que prepare otro plato para ti? —preguntó Fu ChunHua con una sonrisa.
—¡No, tía, no hace falta! —respondió Jia Li—. Le gustaba la comida, pero no tenía apetito para comer mucho.
—Jia Li, Fu Hua dijo que ustedes dos se van hoy por la tarde, pide lo que quieras que yo me encargo —dijo el abuelo con una sonrisa amable.
—¿Nos vamos hoy? —Jia Li susurró al oído de Fu Hua sorprendida—. ¿Cómo es que no le había dicho?
—Sí, estoy deseando dormir contigo —Fu Hua susurró de vuelta en su oído.
Jia Li se sonrojó y rápidamente se dio palmadas en las mejillas que ya le dolían de tanto ruborizarse. No sabía qué le pasaba, ¿cómo se le ocurría decir algo así en un comedor lleno de gente?