Cuando Cristóbal despertó, no pudo encontrar a Abigail en el dormitorio. Su corazón latía acelerado mientras buscaba frenéticamente por la habitación, sus ojos iban de un rincón a otro, desesperado por vislumbrarla. El pánico crecía en su interior ante la posibilidad de que ella hubiera huido nuevamente y desaparecido.
¿Cómo podría haber desaparecido tan abruptamente después de la intimidad que compartieron? Sus pensamientos corrían, tejiendo telarañas de dudas y sospechas. ¿Estaba jugando con él? ¿Era esto algún tipo de prueba retorcida para medir su devoción?
Frustrado, pasó sus dedos por su cabello, su mirada errante cayó sobre una nota en la mesita auxiliar, sujetada por un vaso de jugo de lima.
Inmediatamente tomó la nota, sus ojos escaneando su contenido.
—No repitas lo que hiciste anoche y pongas en peligro tu seguridad. ¿Entendido? Bebe el zumo y vete.
Una sonrisa perversa tiró de las comisuras de sus labios, encendiendo una chispa de emoción dentro de él.